Boliviapolis: la nueva Bolivia


Iván Arias Durán

El último informe de desarrollo humano del PNUD incide, con mucha pertinencia, en algo que hace años, especialmente los municipalistas, venimos pregonando sin mucho éxito: Bolivia es cada vez menos rural y cada vez más urbana.



 La política y los políticos han entendido Bolivia, según los momentos históricos, desde espacios, realidades y sujetos sociales que no tomaban en cuenta lo urbano como centralidad. La Revolución del 52 se hizo bajo la centralidad minera y obrera. Lo rural-campesino fue la base de las transformaciones de finales del siglo XX y lo indígena-originario-campesino la plataforma para los cambios que se impulsaron desde 2005. El actual gobierno insistió hasta el cansancio en la matriz y centralidad indígena del país a base de 33 naciones.

 Los resultados del censo 2012, a pesar de ser muy cuestionados por su calidad, mostraron que seis de cada 10 bolivianos no se adscribían a ninguna etnia. Lo mestizo, como opción, a pesar de la torpeza de no ser incluida en la boleta censal, se expresó en «ninguno y se manifestó en el dato objetivo que más del 60%  de la población dijo pertenecer a ninguna nacionalidad indígena.

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 Esta constatación puso en cuestión el tan mentado Estado Plurinacional que se forzó con la aprobación (2009) de la actual CPE y toda la armazón institucional y de papelería que se puso en marcha. Más allá de las ideologías, los datos del censo obligan a un análisis científico serio.

 Y el valor del IDH 2016 del PNUD radica precisamente en que se atreve a poner en el tapete esta realidad a partir de las regiones metropolitanas que se asientan en el eje: La Paz (siete municipios), Cochabamba (siete municipios) y Santa Cruz (seis municipios).  Sin tapujos, el informe nos dice que el nuevo rostro de Bolivia es urbano y que, lejos de ser un problema, se presenta como una oportunidad para el desarrollo económico de la patria, planteando desafíos en aspectos como la salud, educación, seguridad y acceso a servicios de calidad.

 Estas tres regiones metropolitanas concentran el 46% de la población (4.790.947) y generan casi la mitad del PIB nacional.  Además, de los vulnerables cinco millones de clase medieros (gente que tiene ingresos entre 700 y 1.400 bolivianos/mes, 56% de la población) que ya hay en Bolivia, cuatro viven en los 20 municipios que conforman las regiones metropolitanas.

 El informe es muy rico en información y les invito a leerlo, porque plantea los temas que los operadores políticos y líderes locales deben tomar en cuenta, y asumir como retos de política pública, si en verdad queremos enfrentar los  problemas sociales y económicos por los que atraviesa el país.

 Sólo para abordar una de las consecuencias de asumir el reto en serio: para las elecciones del 2020 deberíamos tener un marco legal competencial (que determine tareas y recursos económicos) y elegir los alcaldes metropolitanos en cada una de las tres regiones existentes.

 Sin embargo, la Bolivia Polis no se agota en estas tres regiones. Otra de las evidencias que tenemos en este siglo XXI es la irrupción de las ciudades intermedias; muchos de estos centros urbanos con hospitales, campos deportivos, colegios secundarios y hasta equipos de fútbol en la Liga o en las asociaciones.  La población de la ciudad intermedia está en el rango entre 20.000 – 500 mil habitantes. Tienen un rol territorial claro y no son capitales de departamento.  En el censo del año 2001 estas ciudades apenas llegaban a 20, la actual realidad nos habla de 74.  La Paz tiene 11, Cochabamba 19, Chuquisaca dos, Oruro tres, Potosí 13, Tarija cinco, Santa Cruz 16 y Beni cuatro. Pando no tiene ninguna pues aparte de Cobija (46.000 habitantes) la más grande es Porvenir con 10.000.
Fuente: paginasiete.bo