Cómo Kristen Stewart plantó cara (y ganó) a la tiranía de la fama

Kristen StewartTodo el mundo tiene una opinión acerca de Kristen Stewart.Y en la mayoría de los casos se trata de un veredicto extremo: fanatismo incondicional o rechazo visceral. Pero algo está cambiando en la imagen pública de la actriz. Su presencia en el fenómeno Crepúsculo y la obsesión de la prensa sensacionalista con construir una figura de «mujer a punto de descarrilar» a partir de su vida privada han convertido a Kristen en una persona cuya actitud es escrutinada en cada gesto y cada respuesta que da. Sin embargo, ella se ha negado a dar ni un ápice de carroña a los buitres mediáticos.

Kristen siempre guarda silencio. Una actitud decepcionante para los que esperaban tener en ella a una nueva Lindsay Lohan con la que entretenerse. Una actitud aburrida para los que creen que las estrellas están obligadas a bailar al ritmo que marcan las monedas que les tiramos. Pero es la actitud adecuada para que sólo se hable de su trabajo, a fuerza de elegir papeles valientes en películas en las que ella cree profundamente. Y cuando habla, si le prestamos atención de verdad, no tenemos más remedio que ponernos de su lado.

«Soy una persona inconexa. Mis pensamientos fluyen a borbotones y no tienen demasiado sentido. Por eso no se me da bien hacer entrevistas».



La actitud incómoda de Kristen Stewart durante sus eventos promocionales ha sido despreciada por muchos como desagradecida o arrogante. Incluso fue ridiculizada cuando se tiró al suelo aturdida por todo lo que estaba pasando en el plató de El homiguero, como si hubiera otra forma de reaccionar ante Pablo Motos. La actriz lleva trabajando desde los 10 años, pero nadie le preparó para convertirse en la mujer más famosa del planeta a los 18. Kristen es víctima de lo que los americanos llaman «resting bitch face», que viene a significar que cuando relaja su cara parece que está muerta de asco.

Hollywood es una perpetuación grotesca de los roles sociales del instituto. La rara antisocial es necesaria para que la jefa de las animadoras parezca más simpática, más rubia y más triunfadora. Este año dos sosas como Rooney Mara y Saoirse Ronan han perdido el Oscar contra dos muñecas hambrientas de fama, Alicia Vikander y Brie Larson. En el fondo lo que le molesta a Hollywood de Kristen es que le dieron 65 millones de dólares por las dos partes de Amanecer y ella no se los ha gastado en vestidos bonitos, ni siquiera en drogas.

«Era una buena estudiante. Me gustaba el rollo «paso de todo», pero me daba pánico no hacer los deberes a tiempo».

«NUNCA REBAJARÉ MIS RELACIONES HABLANDO SOBRE ELLAS. LA GENTE ME DICE «CUÉNTALES CON QUIÉN SALES Y ASÍ DEJARÁN DE HACERTE PREGUNTAS», PERO NO ES CIERTO. SI LES CUENTO ALGO QUERRÁN SABER MÁS DETALLES».

Jodie Foster defendió a Kristen describiéndola como una de las actrices más profesionales que ha conocido. Kristen tenía sólo 11 años cuando trabajó con Foster en La habitación del pánico. La seriedad con la que Stewart se toma su trabajo está fuera de toda duda, porque si hubiera tenido una sola salida de tono durante algún rodaje ya nos habríamos enterado. La interpretación de Kristen en The Runaways como Joan Jett fue alabada por la propia cantante, a quien la actriz estudió de cerca para preparar el papel. La misma entrega que conquistó a Walter Salles cuando la dirigió en En la carretera, una reivindicación intelectual y sexual por parte de Stewart que nadie esperaba de ella aún a medio camino de la saga Crepúsculo.

«Si quieres hablar mal de Crepúsculo, lo entiendo, pero es una película de la que me siento infinitamente orgullosa».Esta afirmación, decorada con todo tipo de palabrotas, es otra muestra de que Kristen Stewart no va a decir lo que los demás esperan que diga. Este año estrena películas con Woody Allen, Ang Lee y Olivier Assayas que seguirán forjando una filmografía diversa e inconformista, así que lo más efectivo para ser aceptada por la comunidad cinéfila sería renegar del fenómeno Crepúsculo y huir de su pasado como ídolo adolescente para ser tomada en serio como actriz de carácter. Pero eso sí sería desagradecido y sin duda la criticarían por ello. Si van a criticarla haga lo que haga, mejor que al menos sea honesta. A cambio, sus fans no la han abandonado y con cada nueva película gana más admiradores cinéfilos.«Nunca rebajaré mis relaciones hablando sobre ellas. La gente me dice «cuéntales con quién sales y así dejarán de hacerte preguntas», pero no es cierto. Si les cuento algo querrán saber más detalles».

Durante los 90 la prensa del corazón española explotaba el perverso argumento de «si alguien [insertar nombre de famoso, generalmente la Pantoja] ha vendido una exclusiva, que luego no se queje si tiene paparazzis esperando en la puerta de su casa». Jennifer Aniston cometió el error de hablar una sola vez sobre Angelina Jolie (el mítico «lo que hizo Angelina no estuvo bien») y todavía sigue pagando por ello. Esta confesión fue tomada como una invitación al buffet libre de su intimidad que la prensa considera pública por el simple hecho de ser actriz.

«Ya sabía dónde se metía», dirán algunos cínicos. Pero es cruel despojar a una chica de 23 años de su derecho a equivocarse. La montaña rusa emocional de Kristen Stewart estuvo a punto de hundir su carrera cuando en 2012 se publicaron unas fotos en las que la actriz besaba al director deBlancanieves y la leyenda del cazador, Rupert Sanders. Aquel tremendo desliz convirtió a Kristen Stewart de golpe en una novia infiel (aún estaba saliendo con Robert Pattinson) y en «la otra», pues Sanders estaba casado y tenía dos hijos. Kristen escribió una discupa pública en la revista People y no volvió a mencionar el asunto.

Tras un año y medio sin estrenar películas Kristen volvió a la pantalla conSiempre Alice, donde interpretaba a la hija sufridora de Julianne Moore yViaje a Sils Maria, donde construyó una eléctrica y tóxica relación entre una actriz venida a menos (Juliette Binoche) y su asistente. Mientras tanto, la prensa no se podía creer lo jugoso que era el nuevo episodio en la vida sentimental de Stewart: su relación con la cantante francesa Soko tiene a los medios en vilo esperando a que Kristen se cuelgue una etiqueta sexual y decida ser lesbiana militante o bisexual bohemia. Pero no va a suceder. Kristen Stewart ha aprendido a golpes pero ha aprendido rápido.

«Te critican por ser honesta y te critican por estar nerviosa. Puedo pasarme un día entero haciendo entrevistas sin parar y al final me llama un publicista y me dice «hola, ¿podrías intentar ser un poco más chisposa?» y siempre respondo que no».

Cuando Kristen ganó el Cesar de la academia francesa a la mejor actriz secundaria por Viaje a Sils María, convirtiéndose en el segundo intérprete americano en lograr el galardón, Stewart estaba tan nerviosa que tenía las manos agarrotadas y no pudo sostener el galardón. Quizá temió convertirse en un meme si se le caía al suelo. Encorvada, tartamudeando y mirando al suelo, esa chica de 25 años disfrazada de reina del baile era lo opuesto a lo que una estrella de Hollywood debe ser. Y sin embargo su brillo nos atrae más que el de otras maniquíes entrenadas. Por eso este será su año. El año que cambie su vida (otra vez) y que probablemente la coloque a la cabeza de las mejores actrices de su generación.

Lo más emocionante del triunfo de Kristen Stewart a pesar de sí misma y a pesar de la imagen que han creado de ella es que nunca ha tenido que fingir ser alguien que no es para triunfar. Por eso ella representa un tipo de mujer que Hollywood tradicionalmente ha ignorado. Kristen vive su sexualidad con la libertad que Jodie Foster no tuvo y se niega a seguir las reglas de un juego que ella no ha decidido y que sólo quiere utilizarla. Sin renunciar a su «resting bitch face» Kristen Stewart es, en definitiva, un símbolo para todas esas mujeres sobre las que nunca se han hecho películas. Hasta ahora.

Fuente: www.revistavanityfair.es