Matrioska nuclear

zaratti_thumbLa reciente aprobación por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional de dos acuerdos en materia nuclear con la Federación Rusa llama la atención no tanto por la aprobación en sí – total el Gobierno cuenta con la obediencia militante y  “militar” de más de 2/3 de los parlamentarios-, sino por el desprecio que el Gobierno demuestra por el Poder Legislativo al instruirle un cambio del orden del día y un tratamiento casi reservado, innecesaria y sospechosamente apurado, de acuerdos trascendentales que comprometen la soberanía y las finanzas del país.

Independientemente de si dichos acuerdos cumplen con normas de transparencia internacional en materia nuclear o de si el Centro de Tecnología Nuclear es útil para el país (criterio que aún sigo sosteniendo, desde la orilla de la ciencia), personalmente los asemejo al famoso juego de muñecas rusas de madera, la “matrioska”; en este caso, una “matrioska nuclear”.

En nuestro caso los juguetes que encajan uno dentro el otro no son inocentes campesinas de la estepa, sino reactores, barras de uranio, ciclotrones, fuentes de irradiación y, tal vez, en el fondo del encaje, hasta una planta nuclear, porque nuestra matrioska nuclear da para todo.



El tamaño de los juguetes no refleja la realidad. El primero que se muestra, para que el incauto comprador se lleve todo el juego, es el ciclotrón para producir radiofármacos en beneficio de enfermos de cáncer. ¿Quién no quisiera tener esa muñeca?

Dentro del primer juguete viene una fuente de irradiación de rayos gamma para uso en la industria, alimentos y agricultura. También en este caso la muñeca parece atractiva. La tercera muñeca es la formación de recursos humanos en el área nuclear. ¡Qué venga! Nadie se opone.

Seguimos abriendo una nueva matrioska y hallamos un reactor nuclear de investigación. De unos 30 kw, se dijo antes, pero cuando lo revisamos es de 200 kw, sólo para investigación, por supuesto, pero con requerimientos mayores de agua, combustible, desechos y … seguridad.

Abrimos una muñeca más y encontramos toneladas de uranio listas para su exportación, porque el acuerdo estipula que no hay matrioskas para producir uranio metálico y menos para enriquecerlo y volverlo combustible en Bolivia; tampoco plantas de agua pesada para alimentar una central con ese uranio.

Continuamos separando las muñecas y, ¡sorpresa!, encontramos tal vez (la posibilidad existe) una planta nuclear para generar electricidad.Ahí nos paramos porque ya da miedo seguir sacando matrioskas y aprovechamos el susto para intentar algunas reflexiones.En primer lugar caemos en la cuenta de que este juego de matrioskas nos vuelve dependientes: si abrimos la primera muñeca tenemos que seguir hasta la última y no sabemos lo que encontraremos al final.Luego las diferentes matrioskas se compran en bloque y por excepción, cuando sabemos que hay matrioskas caras y baratas, de buena y mala calidad, hechas como Dios manda o “a lo chino”.Y no solamente eso, sino que para repuestos y arreglos de las matrioskas debemos acudir al mismo vendedor durante 30 años, que es la vida útil del conjunto.Finalmente, la capacitación del personal que tendrá (parcialmente) acceso a las matrioskas se paga aparte y, en caso de controversia, habrá un arbitraje internacional. Sí, internacional.En fin, el Centro podrá ser útil, pero los acuerdos aprobados no son precisamente un himno a la tan cacareada soberanía nacional y a la racionalidad, por lo que podemos encontrar en el fondo del juego. Francesco ZarattiFísico y analistaFuente: zaratti.wordpress.com