No fue sólo una campaña, fue una lucha heroica

REYES OKElizabeth Reyes*De aquí hasta el 2019, los ciudadanos y ciudadanas deberíamos celebrar al 21 de febrero como el día en que salimos de nuestra casa, nos pintamos el dedo, votamos NO y defendimos la democracia.Nada pudo contra ese gran movimiento ciudadano. Todo lo teníamos en contra. El MAS y Evo Morales estaban autorizados por el Tribunal Constitucional para hablar 2 horas diarias, y la campaña del No apenas 10 minutos. La prensa oficial y paraoficial se puso al servicio del Presidente y el Vicepresidente para que cada noche difundieran sus mensajes intimidatorios y agresivos. El órgano electoral toleraba al oficialismo todas las transgresiones posibles. Pero es sabido que cuando las condiciones son adversas, ese es justo el momento en que siempre aparecen la capacidad de sacrificio, la creatividad y el valor. Y se ganó.Aunque luego tuvimos que defender el voto en las calles y en las puertas del Órgano Electoral. Lo cierto es que los ciudadanos pudimos preservar la institucionalidad y la Constitución y evitar el atropello a esa tradición que nos dejaron los luchadores por la democracia. El gobierno se equivocó en muchas cosas, pero seguramente su mayor error fue mirar con desdén  la herencia que nos dejaron nuestros padres. Porque aquí nadie nos regaló nada. La democracia se la arrancó a las dictaduras, se la preservó en las más difíciles crisis económicas y políticas y era natural que hoy las y los hijos y las y los  nietos de esos luchadores extremáramos nuestros recursos y nuestra voluntad para evitar que alguien se levante por encima de ese legado y se apropie de la democracia.El desafío fue grande, pero más grande fue la voluntad de la gente. El gobierno quiso escamotear el momento victorioso hablando de “empate técnico” y de guerra sucia. Afloró nuevamente esa su condición autoritaria para amenazarnos de que “habían perdido una batalla, pero no la guerra”. Lo que no entienden es que perdieron “la madre de todas las batallas”, perdieron la batalla del respeto y la libertad. Y tal vez  tengan razón, no se trató solo de una campaña electoral, se trató de una lucha heroica: la rosca de Palacio para apropiarse del poder total y continuar con sus prácticas de corrupción y abuso; y del otro lado los ciudadanos y ciudadanas cuidando la Democracia.¿Qué queda del 21 de febrero? Un gobierno que no consideraba que podía perder y ante la derrota ha sacado sus peores instintos: difamación, amenazas, persecución y ensañamiento con un periodista como Carlos Valverde que rompiendo el esquema de miedo que sujeta a muchos otros periodistas se animó a revelar el peor perfil de Evo Morales y de la rosca de Palacio. Un gobierno que le apuesta una vez más a controlarnos con el miedo y con los juicios. Y del otro lado está ese pujante Movimiento Ciudadano que ya probó su fortaleza en la victoria, y que volverá a decir NO cuando sea necesario.En menos de un año, la ciudadanía y la oposición (en sus diversas variables y con sus distintos liderazgos) ya le ganamos 3 veces al MAS: en marzo de 2015 las elecciones subnacionales, en septiembre de 2015 los referendos autonómicos y el 21 de febrero el Referendo Constitucional. El camino está abierto: nadie desconoce lo avanzado y los logros sociales que generó Evo Morales, pero es evidente que su gobierno no pudo sacar al país del rentismo y,para peor, llevó al país a una degradación moral nunca antes vista al mezclar sus asuntos privados con los actos institucionales y la corrupción. El voto del No, en ese sentido, también fue un voto por un futuro distinto, un futuro sin polarización y con un Proyecto de País para todos, no sólo para los grupos corporativos y los sindicatos, como hoy.*Ex diputada y activista de derechos humanos