Perú: en pos del segundo lugar

alvaro_vargas_llosaÁlvaro Vargas LlosaTodo ha quedado reducido, en las elecciones del 10 de abril en Perú, a una pregunta: ¿Quién acompañará a Keiko Fujimori a la segunda vuelta?                       ¿Quién le conviene a ella como contrincante? Sin duda, Verónika Mendoza, una candidata atractiva e interesante desde todos los puntos de vista para el incauto que no sepa la ideología que hay detrás, especialmente en sus acompañantes y los partidos que la respaldan. Keiko lo sabe bien, de allí que haya expresado su deseo de que dos mujeres sean las finalistas. El voto antifujimorista, que es muy importante y le puede costar la Presidencia a Keiko de nuevo, se partiría en caso de ser la candidata de izquierda su rival: previsiblemente, un sector centrista angustiado con la perspectiva de una revisión del modelo inspirada en ejemplos antimodernos que están fracasando en América Latina, votaría por la fujimorista o se abstendría.Los otros dos posibles rivales son más complicados para ella (los demás pretendientes, incluidos dos ex Presidentes, parecen fuera de combate). Pedro Pablo Kuczynski, el economista y ex ministro, es quien tiene la mejor opción (y es el favorito, por poco, para colarse en la segunda vuelta). El sector más de izquierda del antifujimorismo, ese espacio donde se reúnen desde la siniestra hasta los liberales, no lo quiere por su cercanía al mundo de la empresa, pero muy probablemente haría del empeño por cerrar a Keiko las puertas del poder su prioridad.El caso del otro posible contrincante de Keiko, el periodista Alfredo Barnechea, es más ambiguo. Era un centrista socialdemócrata pero se ha jugado en esta campaña por una visión muy inclinada a la izquierda para tratar de competir con Verónika Mendoza por el espacio electoral enemistado con el modelo peruano (quizá su error fue no ver que había lugar para una crítica dura al modelo desde el liberalismo o desde la socialdemocracia). Esto ha hecho que toque un techo más rápido de lo que parecía, pues el voto de izquierda ha preferido en muchos casos a su abanderada ideológica, es decir a Mendoza, que a su abanderado táctico. Ello podría implicar, si Barnechea pasara a la segunda vuelta, que un grupo de votantes centristas situados en el antifujimorimo o que temen que el fujimorismo provoque demasiada polarización si llega al poder, se abstengan o se inclinen por Keiko para no abrir la caja de Pandora.En este caso, la caja de Pandora no significa que Barnechea mismo emprendería un giro radical a la izquierda, sino que su discurso y sus acompañantes (algunos diputados de Acción Popular, el partido belaundista que lo lleva de candidato) podrían legitimar a una corriente antimoderna que estaba contenida y era limitada en el Perú.Dicho esto, Barnechea, que pertenece al sector A de la sociedad peruana, podría moderar el discurso en la segunda vuelta o encontrar formas de aplacar a quienes creen que peligraría con él la estabilidad jurídica. Si lo hiciera, Keiko tendría a un rival difícil, pues el antifujimorimo se volcaría con él, como lo haría con cualquiera que no encarne una propuesta demasiado escorada hacia la izquierda.Keiko había hecho esfuerzos para moderar la imagen de su candidatura y su partido, separando a figuras impresentables y tomando distancia de la violación de los DD.HH. y la corrupción de la dictadura de su padre. Pero la polarización que se iba a dar entre fujimorismo y el antifujimorimo en la segunda vuelta se adelantó a la primera. Lo cual promete una segunda vuelta turbulenta y acaso violenta. El Perú no logra civilizar aún sus campañas.La Tercera – Chile