Políticos con ‘cola de paja’ ponen a Brasil al borde del abismo

Cambio de modelo, golpe constitucional o cambio para que nada cambie. Las miradas a Brasil plantean todos los escenarios. La situación económica y la furia social causada por los escándalos de corrupción hacen ver un escenario político muy complicado

los votos contra dilma 367 diputados respaldaron el impeachment La votación duró varias horas y fue seguida en vivo y directo por televisión a escala internacional

Los votos contra Dilma367 diputados respaldaron el impeachment La votación duró varias horas y fue seguida en vivo y directo por televisión a escala internacional

Mónica Salvatierra – Con base en publicaciones de NY Times y Financial Times –



Millones de personas presenciaron en vivo la argumentación de 367 diputados brasileños aprobando el impeachment contra Dilma Rousseff. Las palabras eran reiterativas: “Dios salve a Brasil”; “por el futuro de Brasil”; “contra la corrupción”. Lo que no se conocía en profundidad es que el 60% de los 594 miembros de la Cámara Baja de Brasil tiene al menos una acusación de haber cometido irregularidades en el ejercicio de sus funciones.

Dilma Rousseff está a punto de ser enjuiciada por haber utilizado dinero de grandes bancos públicos para cubrir faltantes presupuestarias, dañando la credibilidad económica de Brasil. Sin embargo, ella no tiene ninguna sindicación por haber utilizado dinero nacional para su beneficio personal. Ella no es procesada por corrupción.

En cambio, el hombre que presidió la sesión de aquel domingo se llama Eduardo Cunha. Escuchó impávido cuando los que defendían a Dilma Rousseff le decían que él era corrupto y que ya se las vería con la justicia. Las voces no lo acusaban sin razón.

En realidad, Eduardo Cunha está yendo a juicio ante el Supremo Tribunal Federal, bajo cargos de haberse embolsado casi $us 40 millones en sobornos. Cunha, comentarista cristiano evangélico de radio y economista que emite con regularidad mensajes de Twitter citando la Biblia, es acusado de lavar las ganancias a través de una megaiglesia evangélica. Pero no es el único, el vicepresidente Michele Temer, de quien se prevé que tome el control si Rousseff es obligada a dimitir, ha sido acusado de involucramiento en un plan de compra ilegal de etanol.

El impeachment tiene luz verde en Diputados, pero debe pasar a la Cámara de Senadores, donde será procedente con mayoría simple. El presidente de esa instancia del Congreso, Renan Calheiros, está siendo investigado por alegatos de que recibió sobornos en el gigantesco escándalo en torno a la empresa nacional del petróleo, Petrobras. Él también ha sido acusado de evasión fiscal y de permitir que un cabildero pague la manutención infantil por una hija de una aventura extramarital.
En conjunto, seis de cada 10 integrantes del Congreso brasileño enfrenta cargos serios como haber aceptado sobornos, fraude electoral, deforestación ilegal, secuestro y homicidio, con base en Transparencia Brasil, grupo de vigilancia de la corrupción.

El cáncer
El viernes de la semana pasada, un 10% de los brasileños quería que Dilma Rousseff siga siendo presidenta. En cambio, un 90% aprobaba el juicio político, que significará su destitución. Ella es heredera del político más popular de Brasil, Luis Inacio Lula da Silva, pero también ha sido la líder bajo cuyo mandato se ha destapado el peor escándalo de corrupción en la historia de su nación.

Hay una ira generalizada por los sobornos y pagos ilegales que fueron hechos dentro del Partido de los Trabajadores y eso provocó protestas desde 2013, las cuales fueron subiendo de tono a medida que era desvelada mayor información.

No obstante, medios influyentes como El País, de España, editorializan que: “El impeachment deja a un país dividido políticamente, enfrentado socialmente e inmerso en la peor crisis económica de su historia. También en una crisis moral a la que solo el proverbial optimismo de los brasileños podrá dar solución”.

El New York Times argumenta que la búsqueda de la destitución tiene menos que ver con acabar con la corrupción totalmente y más con una campaña por cambiar el poder por parte de legisladores cuyos historiales mismos son cuestionables.

Dilma Rousseff compareció un día después de la votación. Su rostro lucía calmado y entristecido. El viernes denunció golpe ante la ONU

Dilma Rousseff compareció un día después de la votación. Su rostro lucía calmado y entristecido. El viernes denunció golpe ante la ONU

Lo que viene es difícil
Si se da luz verde al impeachment, Michel Temer será el próximo presidente de Brasil, porque tendrá que sustituir a la presidenta suspendida. Es un político que, antes de este momento, fue considerado un vicepresidente decorativo. Tiene 77 años, todos los diarios remarcan que está casado con una mujer que tiene cuatro décadas menos de edad, mientras que la presidenta lo ha llamado “traidor”.

Temer es miembro de uno de los partidos más grandes y burocráticos de Brasil (PMBD). Si bien no presenta candidato a la Presidencia desde hace más de 20 años, ha sido parte de todos los gobiernos de la democracia. Rompió con el Partido de los Trabajadores pocas semanas antes de la sesión decisiva en Diputados.

Temer no goza de aprobación popular. El Financial Times considera que una jugada acertada puede ser que busque un Gobierno de unidad nacional, que garantice que seguirá la lucha contra la corrupción, sin influir en la justicia y que lleve adelante un osado plan económico, capaz de sacar a Brasil de la recesión. “Si es inteligente, magnificará esa proyección de desinteresada capacidad política al añadir que no se postulará para presidente en las próximas elecciones de 2018”, afirma el periodista John Paul Rathbone, del diario británico.

Las finanzas del país también necesitan atención inmediata, sobre todo un enorme déficit fiscal equivalente al 10% del PIB. La mayor parte de los planes de Temer sobre cómo los problemas se describen en un documento titulado Un Puente hacia el Futuro, que fue publicado por el PMDB. Exige una economía más abierta, privatización, leyes laborales más flexibles y el fin de las pensiones ajustadas a la inflación. Todo eso es música para los oídos de los inversionistas; sin embargo, para convencer completamente a los mercados, Temer tendrá que designar a algunos pesos pesados al frente del ministerio de Hacienda y del Banco Central.

Y eso no es todo. Para responder a los reclamos de que el juicio político a Rousseff fue un golpe de Estado encubierto, también tendrá que nombrar a un poderoso ministro de Justicia. Esto tranquilizará al país en cuanto a que continuará la investigación de corrupción en Petrobras, la cual ha puesto al descubierto el sórdido nexo entre la política y el dinero en Brasil.

¿Tendrá éxito en lograr siquiera la mitad de esto? Su luna de miel será breve. No tiene ningún mandato popular para ejecutar un programa radical de reforma económica. Probablemente la investigación de Petrobras continuará indagando a políticos culpables, lo cual mantendrá al congreso en un estado de agitada y cuasi total paralización. También él enfrenta cargos similares a los que provocaron el juicio político de Rousseff, por alterar el presupuesto.

Es un desastre. Sin embargo, puede resultar ser un momento providencial de catarsis

Fuente: eldeber.com.bo