Pero sigo siendo el Rey

ODAOscar Díaz ArnauSupongamos que se volvió Borges. Que buscó envolverla con el recurso poético de marras: «usted siempre tan bella”. Que efectivamente le mandaba chats pecaminosos como ramos de flores a su musa, sin importarle que ella hubiera tenido otro, no cualquier otro, lejos de la abrasadora Amazonía.Supongamos que se comportó como un Don Juan, como un depredador emocional y que ella, fría, distante como una lady con su mylord, sólo quería jugar un ratito, jalarle la lengua, a lo sumo moverle el piso, la lancha, inocentemente, «mandan dirim dirum dan”.O supongamos otra cosa. Que la rubia sin título a imagen y semejanza fuera encantadoramente cruel; no sólo preciosa. Y que se hubiera guardado un as bajo la manga hace mucho porque siempre supo que tarde o temprano le soltarían la mano.No, mejor no. Supongamos mejor que él quería ser por un ratito Él, o sea, tener el poder absoluto. Ser su piloto pero también, con el favor del dios Morfeo, su Rey. En fin, ser su todo aquella tarde, al volver de Trinidad.Sí, mejor supongamos que se puso firme él, duro como una piedra de sólo pensarse con ella en ese espacio inasible, donde se ponen a funcionar las hormonas, entre las aguas mansas y el calor tórrido de la Amazonía.Supongamos eso y que se imaginó en esa tarde junto a ella y preguntándole: «¿quién lo hace mejor, Él o yo? Mire (no la tuteaba, era su juego) que desde el referendo Él es apenas él y yo, usted sabe, preciosa, yo soy Yo”. (Borges, en lancha, puede ser poético y penetrante a la vez).Supongamos entonces que, descamisado ya, suelto de pudores le dijo preciosa, mándeme una revista (o varias, porque parece que le gustan mucho las revistas). Que no sea cruel, le dijo en tono de súplica y después, atajando la desesperación, hombre grande, se contuvo un poco; se acordó de que tenía que ser galante y le dijo preciosa de nuevo. (Preciosa porque estamos suponiendo que se había vuelto Borges, nada más y nada menos que Borgues).-… Por favor, duerma, ya es tarde, debe levantarse temprano -jugó a los paños fríos, ella.-… Si me promete detener el tiempo -siguió inspirado, él.Ella también se reprimía, quién sabe las ganas de mandarlo a pasear al Mamoré. Pero, joven con experiencia, se contuvo; se acordó de que tenía que corresponderle diciéndole mi rey. Mi rey, mi rey, duérmete mi rey, debes conducir el proceso, Reymi (su juego era hacerle creer que todo podría ser al revés, que al menos por una tarde él podría ser Él).-Esa mentecita brillante puede solucionar lo insolucionable- encendió la caldera a fuego lento, para dormirlo y al mismo tiempo asegurarse de que sueñe con ella.-Inspirado en ti- frotó él la lámpara de hacer poemas- nada es imposible.Dicho y hecho: inspirado en ella nada era imposible  para él. Borges, completamente desinhibido, en ojotas y malla de lycra, se arrojó a la piscina sin agua. Después, mentecita brillante, lanzó la caña de pescar.Ni Juan Tenorio en los más incandescentes de los pensamientos de Molière hubiese pretendido darle a esta manzana tan impúdico mordisco. ¡Tanto hombre!, se le olvidó que, en la línea de pensamiento de un amigo suyo -otro imaginativo-, emprendiendo la conquista de la expareja de tu jefe puedes acabar comiendo con los perros, si no degollado.Pero, quedan personas que sonríen para la foto del meme con los cuernos en la cabeza. Y no vivimos en Desembarco del Rey.Todo se vino abajo. Ella dejó de ser su preciosa y se convirtió en una «ciudadana”; así, secamente porque no hay más lancha, ni ojota, ni mallita apretada. Ahora, el que se esconde es él.Borges decidió cambiar de pega y granjearse simpatías políticas con frases algo vulgares (considerando su reputación). Por ejemplo: «es más fácil vender una mentira camuflada que vender una verdad desnuda”. Con el tiempo, el poeta aprendió a manejar la Gestión Social.Página Siete – La Paz