El Silala, más allá del “Zapatismo” local

MENDIETA OKOKGonzalo Mendieta RomeroNo hay que ser muy dotado para inferir por qué el Silala resucita justo ahora, pero me sabe a cliché reducirlo a la urgencia del MAS de ahuyentar los oprobios que devela el «Zapatismo” local. El Silala también muestra cómo Evo ve a Chile hoy.Después del 23 de marzo, Evo habló -ufano- del posible retiro chileno del Pacto de Bogotá, casi anticipando (jorobándome) una de las hipótesis de este artículo. Como su amigo Insulza descartó una negociación (¡ya!), el Gobierno sondea en el Silala un «éxito” magro.Se trata de dar gasolina, no agua del Silala, a las corrientes chilenas que, en trifulca con su Cancillería, abogan por seguir a Colombia en el litigio con Nicaragua y denunciar el Pacto de Bogotá. Si ocurriera, Evo machacaría como estos días: «Si Chile deja el Pacto de Bogotá es porque prevé derrota”.»Ir a la ofensiva” (lo dijo en una kilométrica entrevista pre-referendo a Panamericana) es la receta aprendida por Evo como líder sindical. Y la aplica sin discriminaciones, ni siquiera afectivas. El 23 de marzo lo hizo, aunque con menos decibeles por su discurso leído, instruyendo que se «estudie” una demanda por el Silala. Tres días después el Presidente relegó el estudio (tres días es poco hasta para un examen de Introducción al Derecho) y sólo mencionó la demanda.El Silala tuvo un curso variado estos años. En mayo de 2015, Evo afirmó que Bolivia tenía planes «más interesantes” si la demanda marítima en La Haya no fuera exitosa. Y en enero de 2016, en la declaración que más exhibe su cambio de planes, Evo aseguró que no hablaría del uso de las aguas del Silala y del río Lauca, porque «por ahora Bolivia está concentrada en la demanda marítima en la CIJ contra Chile”. El 23 de marzo esa concentración terminó, como cuando un equipo se muda de estadio para entrenar. Los tiempos políticos de Evo y La Haya no coinciden como antes.El Silala revive no porque sea un instrumento local más. Evo intuye que ya no será quien negocie con Chile, menos si no dura 20 años en el poder. Por un lado, Bachelet no podría negociar ahora; tiene poco poder y problemas, también por un hijito. Y para cualquier Gobierno chileno sería difícil restaurar la belle époque del idilio Michelle/Evo.A Evo ya no le interesa «tanto” el tema marítimo, hoy sine die para él. Paradójicamente, si no fuera presidente quién sabe incluso torpedearía una negociación como la que demanda en La Haya.Evo acentúa así su papel de campeón ante Chile, intentando, a la vez, recuperar la cancha de Carlos Mesa. Si el Silala es otro asunto «jurídico”, hacen falta sólo abogados y se puede acudir menos a Mesa. En esa nueva contienda Evo sueña brillar, esta vez sin sombra, ojalá.Excitar las divergencias chilenas es parte del plan de emergencia; no es sólo el «Zapatismo” local. Evo tiene a Remiro Brotóns, también abogado del escalamiento de demandas nicaragüenses contra Colombia, que abandonó el Pacto de Bogotá en 2012. Y antes del discurso de Evo del 23, La Haya admitió el 17 de marzo dos demandas más de Nicaragua, planteadas en plazo desde la denuncia colombiana. Bolivia, Chile, Evo, Brotóns e Insulza miran el espejo Nicaragua/Colombia en La Haya.Por eso Heraldo Muñoz soportó varias preguntas periodísticas sobre una eventual denuncia del Pacto de Bogotá, aunque implicara un año adicional para que Bolivia amontonara más demandas. Y el 24 de marzo, El Mercurio se sumó al coro. Es ése un escenario acariciado por Evo. Él busca respuestas chilenas tipo «Heraldo” -inflamadas- o de los que instan al portazo en La Haya.Mientras, el 26 de marzo la canciller colombiana aconsejó a Chile abandonar el Pacto de Bogotá, aduciendo que Francia y Estados Unidos lo hicieron, como explicando que hasta gente «seria” se baja del barco cuando se marea. Colombia no oculta su simpatía por Chile en el litigio con Bolivia.Tristemente para nosotros, empero, la fuerza no se mide por el número de juicios. Evo cree menos ya en su gloria marítima de veras, en medio de esta irónica aparición de un «Zapatismo” distinto al que hizo suspirar a alguna izquierda, pero en ese entonces por razones edificantes.Página Siete – La Paz