La “orgía” del excedente

ROLANDOKRolando Tellería A.*Desde el nacimiento de la República, nunca, presidente alguno, había contado con semejante disponibilidad de recursos para gobernar. El ascenso de Morales coincidió con la emergencia de un ciclo de gigantesca bonanza económica en el escenario global. La aceleración del crecimiento económico de China, había provocado un aumento inédito de la demanda de productos primarios. El gigante asiático se había convertido en un “devorador” de materias primas, generando el boom de los precios del petróleo y sus derivados.Este súper ciclo económico global, junto con la nueva Ley de Hidrocarburos N° 3058, promulgada en mayo de 2005 por Hormando Vaca Diez, y la “nacionalización” de los hidrocarburos sancionado con el Decreto 28701 del 1 de mayo del 2006; forjaron las condiciones materiales para  multiplicar, en casi por 10, los ingresos del Estado, dando lugar a un periodo de bonanza económica sin igual. Periodo al que denomine de “vacas obesas”, puesto que el apelativo de “vacas gordas”, había quedado muy corto frente al descomunal tamaño de la bonanza.Desde el 2015, sin embargo, las condiciones externas han cambiado significativamente. La desaceleración del crecimiento de la economía de China, ha provocado una sustancial caída de la demanda y de los precios de nuestros productos de exportación. El boom del petróleo, del gas y las materias primas ha concluido. Dada la extrema dependencia de las materias primas en nuestra economía, la bonanza llegó a su fin.Intentando una evaluación histórica, cabe preguntarse ¿cómo nuestros gobernantes aprovecharon este periodo de “vacas obesas”? Por lo que se ve, las respuestas no son alentadoras. En el periodo 2006 – 2014, por citar una cifra conservadora, la oligarquía masista, habría administrado más de 100.000 millones de dólares. Tangiblemente, parte de esta descomunal cifra, se habría destinado a los nuevos bonos implementados, la Renta dignidad, nuevas empresas estatales y las denominadas megaobras, como el satélite Túpac Katari, las plantas procesadoras de gas y líquidos, las carreteras doble vía, las líneas del teleférico en La Paz, el museo de Orinoca y el avión presidencial.También, una parte importante del excedente económico, estuvo bajo el monopolio decisional del presidente con su programa  “Evo cumple”, donde se destacan 1.600 canchas de fútbol y un conjunto de obras de poca trascendencia orientadas, al parecer, a competir con los alcaldes y gobernadores. En este paquete de programas, ciertamente, han primado decisiones de carácter político-demagógico.Ahora bien, y esto es importante destacar, gran parte de la inversión del excedente se encaró con procesos de invitación y adjudicaciones directas nada transparentes, generando razonables susceptibilidades que desembocaron en serias sospechas de “tráfico de influencias”.Lo cierto es que en la administración del excedente económico de este fenomenal periodo, primó la agenda política y la agenda electoral de cara a la reelección permanente, descartado los criterios de racionalidad económica y de largo plazo. Carecieron de una ingeniería económica y social de inversiones. Antes bien, podrían haber destinado sumas importantes a la tan ansiada diversificación de la matriz productiva. Al no incentivar, por otro lado, la producción nacional con programas de sustitución de importaciones, prácticamente han destruido nuestra incipiente industria, fomentando el consumo, sin límites, de productos chinos.Se olvidaron también que con semejante excedente económico, podían haber incidido notablemente en la mejora de las condiciones de vida de gran parte de nuestros compatriotas, ampliando el acceso a todos los servicios básicos.Ahora, sin bonanza económica, pretenden continuar con el despilfarro con crédito externo, olvidando que la administración de los recursos de un Estado demanda racionalidad y nobleza, nunca delirios de grandeza.*Profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San SimónLos Tiempos – Cochabamba