La subvención del libro

LCHRLuis Christian Rivas Salazar*La Ley Nº 366 del Libro y la lectura “Oscar Alfaro” merecería nuestros aplausos, porque por primera vez, el Estado Plurinacional reconoce que para que exista acción y fomento, se necesita eliminar la alícuota de un impuesto, en este caso el Impuesto al valor Agregado (IVA) a cero, prácticamente desapareció el impuesto para que los más humildes puedan acceder a comprar un libro. Esa misma medida debería ser repetida en otras actividades, bienes y servicios para que los precios puedan ser accesibles para los pobres. Mejor aún, si existiera una flexibilización de aranceles aduaneros en la importación de herramientas tecnológicas, así, nuestros niños y jóvenes podrían acceder a computadoras personales y dispositivos de lectura digital a bajos costos, por ejemplo.Por analogía, los artistas bien hicieran en centrar sus reclamos en exigir la no intervención del Estado en sus espectáculos, pedir la eliminación de impuestos por actividades culturales.Aplaudiríamos dicha ley, sin embargo, paralelamente el Servicio de Impuestos ha emitido la normativa respectiva para su aplicación, una resolución que obliga a los libreros a formalizarse, es decir: empadronarse, dosificar y llenar  facturas con tasa cero, etc.  Lo que significa que existen costos que aumentan los precios de los libros por la contratación de auditor, por ejemplo.Por otro lado, con esa norma legal, se pretende subvencionar la creación del Fondolibro, un saco de dinero que publicará y venderá lo que el gobierno determine, porque este fondo no solo financiará obras que pueden ganar un concurso, sino también pagará la publicación de obras elegidas directamente por intereses políticos. De todas maneras, como el campo educativo y de salud no es prioridad del Estado, dicho fondo no existe hasta el presente.Lejos del romanticismo ingenuo de los gestores culturales que piensan que Bolivia es Inglaterra, los burócratas bolivianos deciden a quien subvencionar según parentesco o amistad, solo los amigotes escritores y artistas son beneficiados, esta es la situación de las publicaciones realizadas por la Vicepresidencia del Estado plurinacional, por ejemplo, que en pocos años publicó más de 30 títulos cuyas ediciones superan los 1.000 ejemplares y en algunos casos se hicieron incluso re-ediciones de 1.000, 2.000 y 3.000 ejemplares. Así se adoctrina a un pueblo con lecturas ociosas, improductivas e ininteligibles, tal como suelen ser las obras publicadas con nuestro peculio de Álvaro García Linera, quien tiene una inmensidad de obras publicadas por este gobierno, como también sus amigos ideológicos como el político español Pablo Iglesias, literatura incomprensible para la mayoría de las personas, pero que obligatoriamente son repartidas a nivel nacional como una forma de justificación teórica del poder político.Se fomente o no se fomente la lectura desde el Estado, las personas leen lo que necesitan sin necesidad de que existan planes, acciones, fomentos y fondos estatales. Nunca antes en la historia de la humanidad se ha leído como ahora, desde las grandes obras universales hasta las publicaciones mínimas pueden ser alcanzadas ya sea en edición pirata o por medios digitales, pero los pobres para leer y escribir necesitan de la libertad de elegir que leer según el desarrollo de su propia crítica y circunstancias, siempre y cuando tengan al alcance obras de toda clase en un espectro plural de teorías, esto solo se consigue cuando las obras científicas, creaciones literarias y artísticas se popularizan o democratizan cuando existe libertad en el mercado de empresas privadas que compiten para difundir estas obras a bajo costo, porque si no venden pueden quebrar y eso está pasando en la realidad muy a pesar de las buenas intenciones.*Vicepresidente del Instituto Libertad, Democracia y Empresa (ILDE)Los Tiempos – Cochabamba