Así sonaba el primer idioma del que nacieron todos los demás

Un grupo de estadísticos ha conseguido, gracias a los últimos adelantos tecnológicos, crear de la nada sonidos muy parecidos a los que pronunciaban nuestros antepasadosFoto: Mapa de la distribución actual de las lenguas indoeuropeas. (CC)Mapa de la distribución actual de las lenguas indoeuropeas. (CC)

El protoindoeuropeo se considera hoy en día la protolengua por antonomasia, la madre que dio lugar al resto de lenguas indoeuropeas cuando comenzó a fragmentarse hacia el año 3.000 a.C. La primitiva civilización que dio lugar al conocido como PIE surgió en el norte del Cáucaso y en el mar Caspio y probablemente comenzó a desarrollarse alrededor del año 3.500 a.C. Las diferentes oleadas migratorias a regiones como las actuales Ucrania, Rumanía, Yugoslavia e Hungría primero, y Europa central, Balcanes, norte de Irán y Mediterráneo más tarde, terminaron dando lugar a las lenguas modernas.

¿Cómo sonaba dicho idioma? Es una buena pregunta, e investigadores de la Universidad de Cambridge y Oxford han intentado responderla gracias a un innovador método estadístico. Como explica en la página de la veterana universidad John Aston, del Laboratorio Estadístico de Cambridge, “los sonidos tienen forma”. Es decir, cuando una palabra se pronuncia, produce una vibración en el aire, “y esa onda puede ser medida y convertida en una serie de números”.Los sonidos han adoptado la forma de espectrogramas, es decir, una superficie tridimensional que representa su vibraciónLos investigadores han traducido en números las ondas de sonido de diferentes palabras, lo que les ha permitido establecer paralelismos y plantear un posible origen común. En lugar de reconstruir la forma escrita de las palabras, como se ha hecho en otras ocasiones, los investigadores “han triangulado hacia atrás desde las grabaciones de audio y de archivo para regenerar formas habladas de momentos previos en el árbol de la evolución”. Los sonidos han adoptado la forma de un espectrograma, es decir, una superficie tridimensional que representa su forma, y pueden ser comparados con otros espectrogramas para descubrir cómo sonó aquel primer idioma.



Del francés
Del francés ‘un’ al italiano ‘uno’.

Todo muy bonito, pero ¿cómo sonaba exactamente aquel idioma que los tatarabuelos de nuestros tatarabuelos de… (elévenlo a la enésima potencia) hablaban? La Universidad ha subido unos cuantos ejemplos en su página que nos permiten descubrir, por ejemplo, cómo contaban del uno al diez. Pinche en cada uno de los números para escuchar el sonido (en algunos casos, el sonido se retrotrae al protoindoeuropeo; en otros no):Uno: del ingles “one” al inglés medieval “oon”, el anglosajón “an” y el germánico “oin(s)”.Dos: del inglés “two” al protoindoeuropeo “dwo(H)”.Tres: del inglés “three” al español “tres” (similar al protoindoeuropeo “treyes”).Cuatro: del inglés “four” al anglosajón “feower”.Cinco: del inglés “five” al lituano “penki” (la palabra viviente más parecida al protoindoeuropeo “penkwe”), pasando por “fif”, “fimf” y “pemp”.Ocho: del inglés “eight” al protoindoeuropeo “hokto”.Nueve: del inglés “nine” al protoindoeuropeo “h1mwh1m”, pasando por “niin”.Diez: del inglés “ten” al protoindoeuropeo “dekmt” (el más similar el lituano “dekmt”), pasando por “tene y “teihen”.“Nos hemos enfocado explícitamente en reproducir los cambios de sonido y las etimologías que los análisis previos ya sugieren, más que intentar darles la vuelta”, ha asegurado John Coleman, director del grupo de investigadores que ha aportado la universidad de Oxford. Sin embargo, han encontrado algunas palabras que se salen de la lógica del continuo en que la mayor parte de análisis de este tipo se basan. “Es agradable, no porque le dé la vuelta a la sabiduría recibida, sino porque nos animan al mostrar que estamos haciendo algo bien, al menos a veces. ¡Y por el camino nos hemos encontrado con unas cuantas sorpresas!”

La clasificación de Ringe-Warnow-Taylor deja fuera las lenguas germánicas.
La clasificación de Ringe-Warnow-Taylor deja fuera las lenguas germánicas.

Debido a que su análisis permite establecer la evolución de una lengua a lo largo del tiempo, también puede realizar predicciones si se extrapolan de manera lineal los datos que se poseen. Eso sí, no debemos perder de vista que la lengua evoluciona lentamente, por lo que es probable que, como explica Coleman, “el inglés de dentro de 300 años apenas sea diferente del actual”. Además, este procedimiento también ha permitido a los investigadores recuperar viejas palabras que ya se daban por perdidas, como un término prusiano de principios del siglo XVII que fue descubierto en un archivo.“Desde mi punto de vista, es sorprendente que podamos convertir la teoría estadística altamente abstracta en algo que realmente ayude a explicar las raíces del lenguaje moderno”, señalaba Aston.

Los misterios del protoindoeuropeo

La lengua madre sigue siendo objeto de discusión debido al misterio que la rodea. No existe ningún testimonio escrito de la misma, por lo que la fonología, léxico y gramática que se han podido recuperar de ella se obtienen de los testimonios lingüísticos de otras lenguas a través del método comparativo. Es decir, es posible reconstruir el idioma a partir de los puntos de conexión de otros idiomas provenientes de él.August Schleicher publicó su fábula en 1868. Se trataba de un texto artificial compuesto en dicha lengua y llamado ‘Avis akvasas ka’Hay dos árboles filogenéticos que han intentado dar forma a la evolución de las lenguas, aunque no existe un consenso absoluto: el de Gray-Atkinson (basado en léxico) y el de Ringe-Warnow-Taylor (en isoglosas fonológicas y morfológicas). En lo que ambos árboles se ponen de acuerdo es en delimitar las siguientes unidades mínimas: anatolio, tocario (las dos primeras en separarse del tronco común), greco-armenio, albanés, balto-eslavo, indo-iranio, germánico e italo-celta. Sin embargo, las relaciones de alto nivel y las agrupaciones de estas ramas son más dudosas.

August Schleicher.
August Schleicher.

Esta lengua perdida ha dado lugar a fascinantes experimentos. Como una especie de precursor del trabajo de análisis realizado en Cambridge y Oxford, August Schleicher, uno de los grandes investigadores del protoindoeuropeo, publicó su fábula en 1868. Se trataba de un texto artificial compuesto en dicha lengua y llamado ‘Avis akvasas ka’ (‘La oveja y los caballos’) que se ha revisado durante los últimos 140 años a medida que nuevas investigaciones desvelaban algunos de los misterios del idioma. Por si alguien quiere empezar a hablar en PIE, aquí tiene el texto escrito por Schleicher en 1868:

“Avis, jasmin varnā na ā ast, dadarka akvams, tam, vāgham garum vaghantam, tam, bhāram magham, tam, manum āku bharantam. Avis akvabhjams ā vavakat: kard aghnutai mai vidanti manum akvams agantam. Akvāsas ā vavakant: krudhi avai, kard aghnutai vividvant-svas: manus patis varnām avisāms karnauti svabhjam gharmam vastram avibhjams ka varnā na asti. Tat kukruvants avis agram ā bhugat.”

“Una oveja que no tenía lana vio unos caballos. Uno de ellos arrastraba una pesada carreta, otro soportaba una carga y otro cabalgaba con un hombre encima. La oveja les dijo a los caballos: ‘Me duele el corazón de ver a un hombre manejando a los caballos’. Los caballos le respondieron: ‘Escucha, oveja. A nosotros nos duele el corazón de ver que un hombre, el amo, convierte la lana de una oveja en ropa abrigada para sí mismo y la oveja no tiene lana’. Al oír esto, la oveja huyó a la pradera.”

Fuente: www.elconfidencial.com