Arturo Yáñez CortesDependiendo del cristal con el que se pueda (o deba) mirar, tratándose de un personaje público, al Presidente Evo Morales se le puede atribuir una serie de cualidades o defectos, deducibles tanto de sus actos como de sus declaraciones. Más allá de las posturas cuidadosamente construidas para intentar contentar al electorado, mantenerle satisfecho o mostrarle como líder, en su caso, esas pretensiones son cotidianamente rebasadas por el interesado, especialmente cuando está frente al micrófono y las cámaras. Hasta se ha escrito un volumen con sus metidas de pata…muy bien calificadas como evadas.Durante la semana pasada, el personaje de marras ha hecho de las suyas, incrementando significativamente ese su acervo y, por si a alguien le quedaba aún alguna duda, confirmando su autoritario talante: “Disposición natural del ánimo o manera de ser de una persona”. Definitivamente… no puede con su carácter o, nunca mejor dicho: no puede con la tentación de sí mismo.Paradójicamente, en la inauguración del nuevo edifico judicial de El Alto (¡¡¿que habrán dicho los jueces no!!!?) señaló que: “Cuando la derecha pide permanentemente independencia a los poderes del Estado, hasta pienso que quieren descuartizar toda estructura del Estado Plurinacional” y al día siguiente, reveló con pose de estadista, que “…Cuando se duermen proyectos con plata en algún ministerio, lamento mucho decirlo, yo he inventado el arresto en Palacio. El ministro que no acelera se queda en Palacio hasta resolver y así funciona, así corren (los proyectos)”.Que yo sepa, ninguno de sus ministr@s privados indebidamente de su libertad ha dicho absolutamente nada de esa nueva prueba de arbitrariedad que les infringiría su jefazo (a decir de su propia confesión) y, a nadie extrañaría que más bien, pronto aparezcan aplaudiéndola e intenten justificarla a como dé lugar. Algun@ podría continuar con la saga literaria recién inaugurada, consistente en amarrarle los watos… en prosa.Se atribuye a Montesquieu en su célebre “Del espíritu de las leyes” la formulación de la separación o división de poderes, que con el avance del pensamiento devino en el sistema de checks and balances (controles y contrapesos), que caracteriza a todo sistema genuinamente democrático. De ahí que, precisamente (a diferencia de lo que ocurre en el plurinacional), nadie por muy poderoso o popular que sea, puede situarse y proceder por encima de las leyes y concentrar poderes. De esa manera, las leyes son creadas por el legislativo; las ejecuta y administra el ejecutivo y la función de juzgar está a cargo del judicial, sin que ninguno de esos poderes u órganos y sus titulares, se entrometan en las competencias de los otros, aunque se controlan entre ellos, lo que de ninguna manera podría descuartizar al estado, salvo que se quiera concentrar todo el poder en una sola instancia.Es que, como el inmortal Montesquieu lo había sostenido, sólo el poder frena al poder, por lo que ese sistema de distribución de competencias o poderes, permite que los poderes de uno de esos órganos y de sus titulares, sean limitados por los restantes, de forma que ese estado no termine degradado en uno de corte despótico, es decir, aquel en el que predomina la voluntad absoluta de una sola persona.De ahí también que el Presidente (lo confesó el mismo, por si acaso) mal podría inventar un arresto en su palacio para sus ¿colaboradores?, puesto que según el CPP, el arresto es una medida cautelar provisional ordenada por policías o fiscales en el primer momento de una investigación criminal, para evitar que los presentes se alejen de la escena del hecho y brinden información. Está claro que a la cabeza del ejecutivo, tampoco le alcanzan sus competencias –legales- para asumir tales medidas restrictivas.Bolívar aconsejó al respecto: “Huid del país en el que sólo uno ejerza todos los poderes, es un país de esclavos”.