La baja participación amenaza el referéndum sobre refugiados de Hungría

A cuatro horas de que cierren los colegios, sólo han votado el 30% de los húngaros

Una mujer firma el registro de participación en el referéndum sobre refugiados, este domingo en Kelebia (Hungría). EFE

“No quiero que este país se llene de inmigrantes. Hay que controlar las fronteras y también a la gente que entra, esto no se puede convertir en un país sin ley”, argumenta Alexandra a las puertas de un céntrico colegio electoral de Budapest. La mujer, de 39 años, ha votado por el no al sistema de cuotas acordadas por la UE. “Yo he estado viviendo en Italia y eso está lleno de refugiados… No quiero que en Hungría pase lo mismo”, afirma la mujer, que trabaja en una residencia de la tercera edad. Como ella, la mayoría de quienes se han acercado a votar este domingo en dos centros electorales visitados había apostado por el no. “No pueden imponernos una inmigración sin control”, argumentaba un funcionario de unos 50 años, que prefería no dar su nombre.



En previsión de que no se alcance la cifra de participación necesaria, Orbán –y su equipo– ya ha deslizado que, pase lo que pase, considerará políticamente válido el resultado. “Siempre es mejor un referéndum válido que uno inválido, pero las consecuencias legales se aplicarán”, ha dicho el primer ministro. Orbán, nacionalista y euroescéptico, ha dejado claro que lo que importa es que le no gane por goleada. Independientemente de cuantos húngaros acudan a votar. No obstante, no ha anunciado qué medidas emprenderá con el resultado de la consulta.

El Fidesz, en el Gobierno desde 2010, ha tratado desde el inicio el referéndum como un asunto de defensa de la soberanía nacional, frente al estáblishment de Bruselas. Incluso la pregunta se ha orientado hacia ese tono: “¿Quiere que la UE pueda decidir, sin el consentimiento del Parlamento, sobre el asentamiento obligatorio de ciudadanos no húngaros en Hungría?».

“Con el referéndum queremos enviar un mensaje a cada europeo: decirle que depende de nosotros, los ciudadanos europeos, de llevar a la UE a una postura razonable (…) o de dejarla que se desintegre”, ha escrito Orbán en una tribuna publicada este domingo, destinada a movilizar a los votantes del no, en la que recalca que los húngaros tienen “el deber” de ayudar a combatir las decisiones de “la élite de Bruselas”.

Pero el desafío del primer ministro húngaro al sistema de acogida de refugiados acordado por mayoría entre los 28 países miembros de la UE no supone sólo la negación de la solidaridad a quienes huyen de la guerra y tienen derecho al asilo; también la oposición a colaborar para ayudar a otros dos países socios: Italia y Grecia. El modelo acordado por la UE marca la reubicación obligatoria de 160.000 refugiados que ahora mismo están en estos dos países, los más afectados por la llegada masiva de solicitantes de asilo. Aunque el Gobierno húngaro ha recalcado que el referéndum no trata del acuerdo ya alcanzado –que ha recurrido a la justicia europea—si no a pactos futuros.

Según el esquema acordado en diciembre, Hungría debe acoger a unos 1.200 de los 160.000 a reubicar entre los socios de la UE desde Grecia e Italia; una cifra que no llega al 2% de sus más de 10 millones de ciudadanos. Por ahora no ha reubicado a ninguno.

La consulta húngara preocupa en Bruselas. Sobre todo por el efecto contagio que puede tener en una región en la que el rechazo a los migrantes y refugiados va en alza. El bloque de Europa del Este ha formado una alianza cada vez más fuerte en cuestiones de migración. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, ha alertado este domingo del “juego peligroso” de la consulta. “Si se organizan referendos por cada decisión de los ministros y el Parlamento Europeo, entonces la autoridad de la ley está en peligro”, ha dicho el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Fuente: elpais.com