¿Y qué hacemos con los viejos brujos?


erick-okErick Fajardo Pozo*Las guerras son siempre, en última instancia, una pugna de narrativas. El conflicto de visiones de mundo, la lucha entre lecturas de la realidad por volverse legítimas, contingentes y hegemónicas en un tiempo y una geografía.Y las “cacerías de brujas” no son sino el intento de las visiones hegemónicas por sofocar a los profetas de las visiones emergentes, aunque son también el retruque de las nuevas narrativas por erradicar las visiones de mundo agotadas y a sus agentes propaladores.Pasa con el auge de cada nueva civilización. Las «cacerías de brujas» son, según Levy Strauss, no el ajuste de cuentas entre nuevos y viejos brujos, sino la revancha de una sociedad que les pide cuentas a sus augures por no haber interpretado y advertido sobre “El Día del Juicio”.Ahí está la matanza de las sibilas por Alejandro y el persa Jerjes corrompiendo a los oráculos de Delfos; algo más cerca en el tiempo está el Santo Oficio quemando a Giordano Bruno o forzando a la retractación a Galileo. Y aun más próximo geográficamente están las hogueras de Salem y los asesinatos de un bautista pacifista y un beligerante musulmán negros.Pero crisis no es solo fin, sino comienzo; momento constitutivo, ruptura epistemológica con el pasado. Y cada nuevo modelo de sociedad necesita sus brujos para producir sus mitos y elaborar sus narrativas; para anticipar el devenir de los acontecimientos y advertir oportunamente. De eso se trata ser brujo.Y ahí están los brujos del nuevo tiempo. Emergiendo del exilio en el ciberespacio. Saliendo de la prisión del anonimato a que los condenó la media. Swartz, Edward Snowden, Julian Assange. Michael Moore y Susan Sarandon, y todos aquellos otros que desde el arte o la reflexión académica, son adventistas de este momento.La pregunta es ahora ¿qué hacemos con los viejos brujos?¿Qué de Anderson Cooper y Wolf Blitzer? ¿Qué hacer con el pulitzer Carl Bernstein y el Nobel Barack Obama? ¿Con U2 y Kattie Perry? ¿Con De Niro y con todos los mecanismos de reproducción y legitimación del establishment que se jugaron al engaño colectivo de un país y a la impostura estadística tratando de producir un resultado electoral? ¿Qué hacer con las escuelas de ciencia política, las empresas encuestadoras, la intelectualidad mediática, los consultores políticos y los líderes republicanos como el senador Mc Cain, Paul Ryan o el gobernador Jebb Bush?Dice un adagio de la política clásica que “La victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana”. Ese es otro axioma – entre tantos sentidos comunes – cuya vigencia caducó con los resultados electorales de hoy en los Estados Unidos. Esta debacle del sistema político americano tiene numerosos progenitores, aunque muchos de ellos vayan a pretender excusarse de tan dudoso honor para escapar a la hoguera.Este colapso es producto de la miopía de la intelectualidad orgánica del establishment, de la incapacidad de sus “gurús” para “leer” el momento político o de su falta de honestidad intelectual para manifestar el estado de situación adverso.Pero la mirada difusa de analistas y consultores es antes un síntoma que la causa de una crisis. En una debacle política, el estratega es siempre el “paciente cero”. Prevenir una recaída o que la epidemia se torne recurrente, depende de identificar oportunamente al “paciente cero”.Ya no incineramos a los viejos brujos, pero aun los exponemos en público. Eso liquida su influencia y su poder.*Maestrante en la GWU