¿Cártel o saco de mentiras?

Álvaro PuenteCreen que si lo repiten mil veces llegarán a convencer. Siguen con la cantaleta de que la prensa es mala, que no quiere al presidente, que miente. Y ahora lo dicen en formato de cine para que se lo crean los ingenuos. Presentan a periódicos y canales de TV como una mafia que inventa noticias falsas, que cuenta lo que no ha sucedido. Todo por hacer daño a un presidente tierno, eficiente, justo y perdonador, correcto, perfecto.Erbol es dura. Dice verdades dolorosas. Pero verdades. Sabe que cada palabra tiene que poder demostrarla. Pero dice mucho y ofrece datos irrefutables. ¿Cómo puede mentir, si su oficio es que el mundo conozca la verdad? Página Siete da cabida a opiniones diversas. Algunas, duramente críticas. Mentir sería esconderlas, censurarlas, decir que todo el mundo está feliz con la bacanal oficial.Pero más allá de medios y periodistas concretos, lo que ataca el Gobierno con rabia, lo que duele a nuestras autoridades, es el hijo de la señorita Zapata. Parece que el mismo niño es una mentira. Parece que ni nació. Pero, ¿quién mintió? ¿No nos contó el presidente que su hijo había nacido? En este tema, el presidente y su séquito fueron un saco de mentiras. Ellos hicieron que la población siguiera atónita la novela interminable La prensa solamente había hablado de una partida de nacimiento, de los cargos que ostentaba la madre y de unos contratos de fábula. Tres realidades palpables. Fueron los corifeos de Palacio los que urdieron las mentiras que acabaron devorándolos a ellos mismos. Ahora lloran y aseguran que de afuera les arrojaron mentiras.¿Es mentira que el Gobierno ha prostituido la justicia nacional? ¿Son mentiras las oscuras licencias de LaMia? ¿Es mentira que don Evo Morales aseguró que no conocía la línea aérea que lo llevó en un ‘vuelo fiesta’? ¿Es mentira que la educación boliviana es la peor del continente? ¿Son mentira los contratos con CAMC? Si quisieran hacer daño, no necesitarían mentir. Lo grave para nuestro Gobierno es la verdad.Y hay realidades que en sí mismas son una mentira, son un engaño. Los mil elefantes blancos son una sarta de mentiras al país. Fue una inmensa mentira el famoso censo. Es mentira la autonomía furiosamente centralista que propugna el Gobierno. Es una terrible mentira el presupuesto nacional. La reelección es una mentiranga. Son mentiras los derechos reconocidos a nuestros indígenas. Fue una monumental mentira aquel fondo que los destruyó.Y a esa prensa maldita, ¿qué le cuesta alabarlo todo? Nadie se daría cuenta.El Deber – Santa Cruz