Dime qué móvil tienes y te diré cómo eres

Foto: Distintos dispositivos, diferentes tipos de propietario. (iStock)Distintos dispositivos, diferentes tipos de propietario. (iStock)

En un famoso artículo de opinión, el novelista y semiólogo Umberto Eco paragonaba el fenómeno tecnológico que estamos viviendo con la brujería medieval: «La magia ignora la larga cadena de las causas y los efectos y, sobre todo, no se preocupa de establecer, probando y volviendo a probar, si hay una relación entre causa y efecto».



Bajo las carcasas de último diseño de nuestros móviles y tablets se esconden años de desarrollo científico que se traducen en hechos extraordinarios: hablar con alguien a distancia, captar la imagen de otro a través de una foto, predecir el tiempo que va a hacer… Acciones que se han convertido, sin embargo, en actos cotidianos.

Vemos los fabulosos efectos, pero nadie advierte el mecanismo que los produce. Por eso, si la tecnología es el equivalente de la magia en el siglo XXI, el teléfono móvil es la varita que utilizamos hoy los brujos y hechiceros en que nos hemos convertido los ciudadanos modernos sin darnos cuenta.

Tras la elección entre Google y Apple se ocultan dos tipologías de sujeto con marcadas diferencias de personalidad

Algunos usuarios eligen su dispositivo móvil por motivos relacionados con las cualidades del terminal, pero lo cierto es que la mayoría de la gente compra estas máquinas por cuestiones que poco tienen que ver con las especificaciones del modelo que más les llama la atención.

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Lancaster se ha interesado por las particularidades de los consumidores de teléfonos móviles. El coordinador del estudio, el doctor David Ellis apunta: «La elección del sistema operativo puede proporcionar pistas útiles en un individuo para predecir su personalidad».

Android contra iPhone. Tras la elección entre Google y Apple parece que se ocultan dos idiosincrasias con marcadas diferencias psicológicas.

Androides verdes contra manzanas mordidas

La investigación se sirvió de una muestra de 500 usuarios a los que se les interrogaba sobre el modelo de teléfono que utilizaban, al tiempo que respondían a una serie de preguntas relativas a su personalidad. De los resultados obtenidos se deducía que los usuarios de Android eran mayoritariamente hombres, de una edad más avanzada que los clientes de Apple, más honestos, menos propensos a romper las reglas en beneficio propio y menos interesados en la riqueza y en el estatus.

Desde un punto de vista práctico no es para nada descabellado plantearse por qué hoy en día mucha gente sigue comprando el teléfono de la manzana: no es posible usar el bluetooth para transferir archivos, no se puede pasar música del teléfono a otro dispositivo (solo del ordenador al teléfono a través de iTunes), no hay manera de acceder al árbol de directorios del terminal, no se puede ampliar la memoria interna el iPhone a través de una tarjeta SD, el teléfono no dispone de conector microUSB y, por último, en el iPhone 7 no se pueden ni siquiera utilizar los cascos jack de toda la vida…

El perfil de usuario de Apple: joven, mujer, preocupado por el estatus y extrovertido

Mientras un dispositivo Android es un pequeño ordenador, Apple parece obcecada en limitar las posibilidades de su invento y obligar al usuario a permanecer en su particular ecosistema. Considerando que en la tienda online de Apple un iPhone 7 plus de 256 GB puede costar más de 1.100 euros, y se encuentra, en buena medida, más limitado que un teléfono Android de poco menos de 100 euros, nos preguntamos ¿por qué los usuarios del iPhone siguen defendiendo a capa y espada las bondades de su adquisición?

Convencionales contra ‘outsiders’

La investigación nos ayuda en este sentido, pues nos ofrece también cómo es el perfil de los amantes del dispositivo ideado por Steve Jobs: gente joven, principalmente mujeres, muy propensos a entender su teléfono como un objeto de estatus y más extrovertidos que los convecionales usuarios de Android. ¿Es el iPhone una especie de joya tecnológica, un accesorio más que una herramienta?, ¿es más importante el objeto en sí que la máquina?

En el siglo XIX el propósito original de la moda era el de dar un carácter exclusivo a un grupo, la aristocracia o la alta burguesía, a través de símbolos y objetos que crearan alguna diferencia sobre los demás. De ahí parte también la idea de estatus. ¿Pero es posible ser tan distinto cuando el objeto en cuestión es un mero teléfono móvil? Parece ser que los usuarios del iPhone sí que buscan ese hecho diferenciador.

Parece cada vez más claro que los teléfonos se están transformando en pequeñas versiones digitales del propio usuario

¿Se puede escapar de Google sin caer en las garras de otra multinacional como Apple, o peor aún de Microsoft y la debacle de su Windows Phone? Ahí están los sistemas operativos Cyanogen OS, Ubuntu Touch o Tizen… Eso sí, apostar por una de estas extrañas alternativas supone ir completamente a contracorriente del usuario medio que pide que todo funcione con un solo toque de pantalla.

Las opciones fuera de lo establecido obligan a querer tomar el control de la tecnología y a abandonar el acercamiento mágico que la mayoría de consumidores de teléfonos móviles suelen tener acerca de la informática. ¿Brujos modernos? Quizás para ser buenos magos sería necesario conocer más a fondo los conjuros que utilizamos.

El teléfono como prolongación del individuo

De las conclusiones extraídas en el estudio de la Universidad de Lancaster, el mismo grupo de investigación ha desarrollado, en un segundo trabajo, un programa informático capaz de predecir el tipo de teléfono que el sujeto posee según su personalidad.

Si los resultados de estos trabajos son tan contundentes por lo que respecta a la identidad del propietario, habría que plantearse si el teléfono móvil se está convirtiendo en una auténtica extensión de su dueño. El fenómeno ciberpunk señalaba la posibilidad de perfeccionar las capacidades del ser humano a través de complicadas ampliaciones tecnológicas que se instalaban en el cuerpo a modo de horrendas prótesis. Quizás la distopía ciberpunk haya llegado a nuestros días sin intricados artefactos y de una manera mucho más limpia y subrepticia.

(iStock)
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Señala Heather Shawn, colaboradora en el experimento: «Parece cada vez más claro que los teléfonos se están transformando en pequeñas versiones digitales del propio usuario y a muchos no les gusta que los demás utilicen su dispositivo porque puede revelar demasiadas cosas sobre él».

En nuestro teléfono móvil guardamos mensajes, imágenes personales y recuerdos a modo de notas. Una persona que tenga acceso a estos contenidos está entrando en una parte de nuestra intimidad que antes permanecía velada, casi exclusivamente en nuestro cerebro.

¿Debemos dejar nuestro teléfono a un amigo o a nuestra pareja cuando el suyo se ha quedado sin batería? Cuando no existían los smartphones, los riesgos no eran los mismos. Mejor, por tanto, tomar conciencia de la protección de nuestros datos a través de patrones, pins, passwords o sistemas antirrobo. Prestar nuestro móvil a otra persona, aunque sea por un instante, es entregarle una parte de nosotros mismos.

Fuente: elconfidencial.com