El mayor problema de USB-C comienza a hacerse evidente

Las viejas frustraciones se van, pero llegan otras nuevas. Es una constante en la historia de la tecnología, en la que eso sí, se sigue una línea de evolución que siempre, o casi siempre, es hacia adelante. Los usuarios del conector USB tradicional (USB-A), microUSB, HDMI y muchos otros puertos tienen algo en común, y es que con todos ellos se han topado con la incomodidad de insertar el cable al revés, o al menos creer que así estaba, para luego acabar poniéndolo como al principio.



La promesa de USB-C como conector era eliminar esa frustración ofreciendo una forma simétrica y, por tanto, reversibilidad. Fin al drama de «aporrear» los puertos, y a segundos acumulados a lo largo de los años por no poder conectar cables sin mirar. Y la USB-IF, encargada del estándar USB, cumplió.

Sin embargo, fuera de esta gran ventaja, se ha incluido una gran desventaja para el usuario medio, ahora que los periféricos no están popularizados, y que sin duda crecerá en el momento en que sí se haya expandido desde las tiendas especializadas a cualquier bazar de barrio. Y el problema es que, como ya se comentó, USB-C es un conector, no un protocolo. Esto a la vez es su mejor ventaja, ya permite que los ordenadores, smartphones y tablets unifiquen no sólo sus puertos de carga, sino todos los de datos, vídeo, audio, red, etc.

Y en esa ventaja nace la desventaja o problema. Actualmente existen cables USB de buena y mala calidad, que cargan a buena y baja velocidad, o que directamente no cargan. Se debe a su composición. Pero también es cierto que era algo que solía producirse al comprar cables baratos de dudosa procedencia, no así con los cables que los fabricantes suministran en la caja. La problemática que introduce USB-C es que incluso un fabricante como Apple, su máximo defensor en este momento, tiene dos cables que a simple vista resultan idénticos, pero que la práctica difieren en la potencia que son capaces de suministrar.

El cable para el MacBook está pensado para usarse con el cargador de 29W, mientras que el de los nuevos MacBook Pro está enfocado a ser usado con sus cargadores, de 61W y 87W dependiendo del tamaño del portátil. La manera de diferenciarlos es fijarse en el número de serie del cable, algo que confundirá. No es grave pero sí puede darse el caso de que en una familia haya dos tipos de cables y se intercambien sin querer, o incluso, aunque esto es más vago porque el tamaño sí difiere, que se confundan cargadores. Si por ejemplo el próximo iPhone llegase con USB-C y continuase con cargadores de 12W, es lógico pensar que el cable correspondiente también suministraría como máximo esa potencia por hora. Es decir, que los portátiles cargarán más lento sin que muchos usuarios ni sepan el motivo, y puede agravarse y producir daños si el cable empleado es de muy mala calidad.

Lo mismo, o incluso peor, ocurre con las transferencias de datos. Hay cables que sólo soportan USB 2.0, como los de la Nokia N1 o los de los smartphones con Android. Otros que sí soportan USB 3.1 e incluso otros que soportan Thunderbolt 3, pero a 20 Gbps o a 40 Gbps, es decir, dos velocidades para un mismo protocolo. Así, existen periféricos que aunque a priori deberían poder usarse con el MacBook de único puerto, no funcionarán por incompatibilidad de protocolo.

La USB-IF intenta solucionar el problema con logos. Es necesario fijarse en ellos para hacer elegir adecuadamente para cada dispositivo.

La USB-IF intenta solucionar el problema con logos. Es necesario fijarse en ellos para hacer elegir adecuadamente para cada dispositivo.

Mediante logos las compañías pueden especificar qué protocolo están soportando, pero los usuarios probablemente no diferenciarán y llegarán los problemas. Sufrir reducciones de velocidad no será tan problemático, pero de sí de carga o incluso de incompatibilidad, con lo que algunos dispositivos ni siquiera cargarán ni emitirán mensaje alguno. Esto se suma a los problemas anteriores que ha tenido USB-C, para los que ya se tuvieron que lanzar logos esclarecedores y listas que encumbraron a sus creadores.

No parece haber solución clara a la vista, solo consejos para los usuarios. Al comprar será necesario prestar atención al nombre y al logo de los cables, particularmente cuando parezcan un chollo, pues en ese caso será mucho más probable que den problemas de todo tipo.

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