El poder psicológico de las banderas

Ya susciten rechazo o adhesión, los colores patrióticos incluso pueden influir de manera inconsciente en nuestro comportamiento.Sentimientos similares a los religiosos afloran cuando alguien contempla la bandera de su país, que suele promover la unidad y la camaradería. Hasta el punto de que quemarla es constitutivo de delito. En España, la Ley 39/1981 la describe como «el signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria», que «representa los valores superiores expresados en la Constitución de 1978«. Los ultrajes u ofensas a la rojigualda –o a las enseñas autonómicas– pueden acarrear multas de hasta 30.000 euros y penas de entre siete y doce meses de prisión.Sin embargo, mutilar, alterar o dañar físicamente de algún modo la bandera de las barras y estrellas fue entendido en 1990 por el Tribunal Supremo de Estados Unidos como una manifestación de la libertad de expresión y, por tanto, no punible. Lejos de quitar importancia a su influjo psicológico, tales regulaciones a propósito de, en principio, un simple trapo de colores lo ponen todavía más de manifiesto. Porque, en realidad, no se agrede a un simple objeto, sino al conjunto de adhesiones emocionales que suscita.

Para probarlo, Ran Hassin, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, realizó un trabajo del que se hizo eco la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Allí señalaba que los puntos de vista ajenos eran tenidos en mayor consideración por los israelíes participantes en el estudio, tanto si eran de izquierdas como de derechas, cuando se les mostraban a todos ellos una imagen subliminal de la bandera de su país.David A. Butz, psicólogo social de la Universidad de Florida, llegó a una conclusión similar en un trabajo publicado por Personality and Social Psychology Bulletin, en el que varios estadounidenses debían contemplar una enseña nacional de gran tamaño. Los participantes más apegados a sus colores mostraron menos hostilidad que aquellos que no la vieron, mientras que no influyó en el ánimo de los voluntarios ajenos a los sentimientos patrióticos