El superhéroe equivocado de la ONU

Julián SchvindlermannPiden dar de baja a la Mujer Maravilla. Ban Ki-moon la había designado embajadora de la ONU.¿Acaso creyeron los oficiales de las Naciones Unidas que, tras el rechazo de una mujer a la secretaría general, podían arrojar en compensación un dibujito animado femenino y salirse con la suya? Aunque una cosa no está vinculada con la otra, muchos parecen creer que sí, y, sumado a otras objeciones, han puesto el grito en el cielo por la selección de la Mujer Maravilla como Embajadora Honoraria para el Empoderamiento de las Mujeres y las Niñas, el pasado octubre. Tinkerbell y Winniethe Pooh ya sentaron precedente al ser elegidos Embajadores del Verde y de la Amistad, respectivamente, pero los críticos se preguntaron por qué esta vez no fue elegida una mujer real en vez de una superheroína de cómic. Cuestionaron su «imagen sexualizada”. Señalaron que es blanca. Y norteamericana. También dijeron que su atuendo es medio pornográfico. Además adujeron que la Mujer Maravilla no es «culturalmente abarcadora ni sensible”. Nomás les faltó objetar que la actriz que la corporiza en la actualidad es una israelí, Gal Gadot, y cartón lleno.La nuestra es una época de híper-sensibilización a lo diverso y lo plural, a lo diferente y periférico, donde incluso un personaje de ficción -por ser un ícono estadounidense, caucásico, poderoso y sexy- puede ser visto como un emblema imperial. Ya hemos leído a Vladimiro Ariel Dorfman, aquel intelectual setentista latinoamericano de izquierdas que buscó -y encontró, ojo- mensajes colonizadores subliminales en el Pato Donald, el elefantito Babar y el Llanero Solitario; vio en el corazón de las estructuras narrativas de Walt Disney ocultas perversiones y madrigueras retorcidas de infiltración, un fenomenal complot ideológico urdido sin compasión; y alertó a propósito del daño educativo y cultural a la identidad latinoamericana que la exposición infantil a esas manipuladoras lecturas yanquis podía ocasionar. Perseguido por Pinochet, se exilió a Francia y Holanda primero y a los Estados Unidos después, donde reside. Desde ya, nada como criticar al Imperio desde sus entrañas.Volviendo a lo nuestro. A los efectos de apaciguar a los objetores de conciencia políticamente correctos, sugiero humildemente a los distinguidos diplomáticos de la ONU que postulen a un superhéroe diferente al cargo; uno cuya historia, identidad y misión quizás encaje mejor con las ansiedades ideológicas de los indignados: el Superman comunista de Mark Millar.En 2003, un ocurrente escritor pensó en un escenario alternativo. ¿Qué hubiera sucedido si la cápsula que traía al bebé Kal El del espacio exterior hubiera aterrizado, no en Kansas, sino en la Unión Soviética? Este planteo dio nacimiento a uno de los guiones más originales del universo cómic: Superman Hijo Rojo. Aquí, el gran superhéroe americano es reinventado como ícono soviético. El extraterrestre superdotado está al servicio de Stalin y la expansión global del comunismo.Posters de época lo anuncian así en Moscú: «¡Ciudadanos aclamemos a nuestro Camarada de Acero y la Utopía de los Trabajadores!”. Pero hay quienes advierten la contradicción conceptual que encierra el superhéroe soviético. «Eres lo opuesto a la doctrina marxista Superman”, le dice el jefe de la NKVD. «La prueba viviente de que no todos los hombres son iguales”.El argumento va por el lado de un enfrentamiento épico entre el presidente de los Estados Unidos, Lex Luthor, y el presidente de la URSS, Superman; Algunas bajadas de línea ideológicas (Batman: «No te preocupes Superman, dentro encontrarás todo lo que necesitas para sobrevivir… No como les pasó a los pobres disidentes de la época estalinista. Millones de personas murieron en sitios como éste para construir el sistema que defiendes”. La puesta en escena de su némesis Linterna Verde («la mayor esperanza que hemos tenido en casi medio siglo de patear el indestructible trasero de ese engendro de látex”). Y, por supuesto, una subtrama de amor no consumado con Louis Lane, ahora esposa de Luthor.La historia tiene un final infeliz para los contrarios a la Wonder Woman de la ONU. Con el Superman comunista derrotado, Moscú se une a los Estados Unidos Globales de Luthor. El Tío Sam es victorioso. Y expansivo. The End.Después de todo, quizás este superhéroe no sea el mejor Plan B a la Mujer Maravilla de la ONU. Seamos salomónicos. Que Dorfman decida.Página Siete – La Paz