16 pasos para una dieta que haga feliz el cuerpo y la mente (Y siga siendo dieta)

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El nuevo año trajo 27 millones de fotos en Instagram con el hashtag #cleaneating (comer sano) y otros 5 millones con el de #paleo. En enero me dan ganas de salirme de mi estilo de vida moderado, feliz y sano y caer en una espiral de restricciones y obsesión por la comida.

De hecho, sería muy fácil sufrir de un trastorno de la alimentación hoy en día. Hace quince años, me miraban raro cuando rechazaba el pan, los azucares, el aliño para la ensalada, el queso o la manteca y pedía pollo o pescado con vegetales al vapor sin condimentar. Ahora, puedes decir que tienes ciertas alergias alimentarias o que estás haciendo la dieta paleo y la gente te admira en vez de molestarse.

De ninguna manera estoy diciendo que los cambios saludables son malos. Para nada. En su mayoría, son excelentes. Millones de personas han perdido peso, han curado enfermedades, han aumentado su energía y abandonado malos hábitos gracias a dietas especiales y programas de actividad física. Los que sufren de alergias alimentarias encuentran alivio en una dieta adecuada. La buena salud es una bendición y un objetivo que vale la pena cualquier sacrificio.



Mi problema es que pasé 15 años intentando hacer las paces con el hecho de untar el pan con manteca o agregar aliño a la ensalada. Pasé 15 años pensando en lo que iba a comer o no y cómo podía quemar la mayor cantidad de calorías. Mi vida y mis conversaciones giraban alrededor de la comida, la actividad física, el talle de la ropa y los números que arrojaba la balanza. Había poco espacio en mi mente o mi corazón para nada que no fuera yo misma… cómo lucía, cómo quería lucir y cómo podría alcanzar objetivos imposibles.

Hace unos cinco años me liberé de ese ciclo obsesivo (para la versión larga en inglés, pinchar aquí) y adopté lo que para mí es un estilo de vida mucho más saludable, tanto mental como físicamente. ¿Podría restringir mi dieta, seguir un plan rígido, aceptar un desafío de adelgazamiento o pasar horas en el gimnasio y quizá obtener un físico más delgado, tonificado o sexy? Sí, pero para mí el esfuerzo mental no vale la pena. Me veo bien y me siento fantásticamente; no vale la pena mi tiempo ni mi esfuerzo perseguir un espejismo.

Habiendo dicho todo esto, de vez en cuando cometo lapsus. Hay días en que como dulces y paratas fritas y o como más chocolate del que me conviene. En otras ocasiones, me voy al otro extremo y me vuelvo estricta, pero esto ocurre con menor frecuencia y cuando sucede, sé que puedo revertirlo.

Mi relación con la comida y el ejercicio se reduce a la siguiente lista. No está aprobada por ningún nutricionista ni es lo que sugieren los entrenadores; es más para mantenimiento de cuerpo y mente que para perder peso, pero me mantiene saludable, feliz y constante. Es por eso que quiero compartirla y decir que ser más delgado no siempre es lo mejor, que un cuerpo sexy no es más importante que una mente sana y que actuar con moderación es beneficioso.

Como cuando tengo hambre

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Si no tengo hambre al desayuno, no lo tomo. Si me muero de hambre a las 11, tomo un almuerzo contundente. Escucho a mi cuerpo, él sabe. No necesito que el reloj me marque la hora de comer.

Como comida de verdad

Cuando como, primero elijo frutas y verduras frescas. También ingiero cereales integrales, algo de carne (que no es mi alimento preferido), nueces, legumbres y algo de lácteos (tampoco son mis alimentos favoritos). Además, ingiero algún alimento blanco, al menos un permitido por día, agrego aliño a la ensalada y creo que las cebollas caramelizadas van bien con todo.

Tomo casi todas las comidas en casa

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Soy bastante buena cocinera por lo que prefiero comer comida hecha en casa. Ahorro mucho dinero y sé perfectamente lo que estoy comiendo. Cuando salimos, me gusta que valga la pena, por lo que generalmente vamos a donde puedo pedir algo excelente.

No llevo snacks conmigo          

Sé que está de moda comer algo cada dos horas, pero mi cuerpo no lo necesita. Me parece que no hace mal sentir un poco de hambre, aunque sea durante una hora. Todavía no me he desmayado.

No me gusta la comida chatarra ni las bebidas gaseosas

Para mí, no valen la pena. Sin embargo, hago una excepción con In-N-Out, Chick-Fil-A y tomo algo de gaseosas de vez en cuando. Y me encanta la buena pizza.

Ceno con mi familia, eso colabora con la salud mental

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A veces, no tengo demasiada hambre porque tomé un almuerzo abundante, o a veces cocino algo sustancioso para mis hijos pero que para mí es demasiado, entonces preparo una ensalada o vegetales asados y corto frutas. Lleno mi plato con esas alternativas más saludables y una porción pequeña de lasaña o enchiladas o lo que sea.

No me privo de nada

No tengo una lista de alimentos “malos”. Por lo general, elijo comida saludable, y si alguna vez quiero comer Doritos, salsas con crema o un postre en un restaurante, lo hago sin culpa ni remordimientos.

No como hasta el hartazgo

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Cuando sufría de trastornos alimentarios, mis mecanismos reguladores desaparecieron. No me daba cuenta de si tenía hambre o estaba satisfecha o si había comida de más. Cuando me permitía ingerir alimentos, comía hasta sentirme hastiada. Ahora que esos mecanismos funcionan, como “en cantidad suficiente”, como decía mi abuela. Ya no siento que es la última comida de mi vida y puedo controlar lo que consumo. Por supuesto que a veces como de más, pero le resto importancia y vigilo las cantidades que ingiero después.

Disfruto de la comida

Por suerte, me gustan los alimentos saludables. Siempre me gustaron las verduras y la ensalada es mi ítem favorito del menú. Trato de cocinar platos saludables y nutritivos y disfruto comerlos. También me gusta cocinar platos no tan saludables y también disfruto comerlos. Me encanta descubrir restaurantes nuevos y frecuentar los mismos de siempre. No quiero ingerir calorías provenientes de comida que no es de buena calidad. La vida es muy corta como para comer burritos congelados o pollo hervido con brócoli.

Alimento a mis seres queridos y adoro comer con amigos

comer con amigos

La comida es una hermosa manera de compartir con los demás. Nos encanta recibir invitados para cultivar nuevas amistades, y nos gusta mucho experimentar la comida y la cultura de quienes nos rodean. Me hace feliz el hecho de que compartir la mesa con otras personas ya no me produce ansiedad y no imponerme restricciones. Agradezco su buena voluntad para compartir su comida tradicional y su amistad conmigo. La vida consiste en muchas otras cosas, no todo gira alrededor de la comida.

Me subo a la balanza

Quizá parezca contradictorio, pero me peso a menudo. No permito que rija mi vida, pero me hace abrir los ojos cuando lo necesito. La cifra de mi peso ya no rige mi día ni cambia mi percepción de mi misma, pero me recuerda que debo actuar con moderación.

Hago ejercicio porque me encanta

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Antes salía a correr para quemar cuantas calorías fuera posible, pero el asma me hizo cambiar de hacer actividad física. Ahora hago actividades que me gustan: clases de baile, Zumba, caminatas con amigos y con mi familia. Basta de contar calorías, no importa si me pierdo una clase y basta de forzar las cosas, lo que hago lo hago por gusto.

Elijo tener un estilo de vida activo

Palear nieve, correr carreras con mi hijo de 4 años, subir las escaleras, aprender algo nuevo, estar al aire libre. El movimiento es bueno para el cuerpo y para el alma.

Hago yoga

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Antes, el yoga me parecía una pedida de tiempo, ahora no me imagino la vida sin esa actividad. Me ayuda a concentrarme, a estirar los músculos y a fortalecerlos. Noto algo de progreso cada semana y espero con ansias los cinco minutos de relax al final de la clase.

No me importan los talles

La ropa es algo irracional. Visto lo que me parece cómodo y me queda bien y punto. Llevar una talla diferente de un negocio distinto no me hace sentir ni mejor ni peor.

Hice las paces con las partes de mi cuerpo que no son perfectas

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No soy una artista ni modelo, así que está bien cómo luzco. Tuve cuatro bebés, por lo que un estómago plano es una quimera. Elijo seguir disfrutando mi vitalidad y mi salud. Estoy agradecida por mi cuerpo.

Cada año formulo los mismos propósitos para el año que se inicia: comer más frutas y vegetales, ingerir la mínima cantidad de azúcares y mantenerme activa. Simple, factible y moderado.

Por Brooke Romney de FamilyShare, para WhatTheGirl.

 

Fuente: whatthegirl.com