Caballeros medievales, condones y la cruzada del cardenal ultraconservador contra el Papa

Las disputas internas en la Orden de Malta, una congregación religiosa del siglo XI, han servido para sacar a relucir el enfrentamiento abierto entre el sector más reaccionario de la Iglesia y el papa Francisco.

El cardenal Burke es uno de los más críticos con el actual papa.
 

    La historia comienza en la antigua Birmania, la protagonizan los herederos de una orden medieval, los preservativos sirven como excusa argumental, un sibilino cardenal ejerce de antagonista y todo termina envuelto tras los muros del Vaticano. Está basada en hechos reales y no se encontrará entre los últimos best-sellers, sino en los periódicos de esta semana.Para comprender bien el guión merece la pena dejar a un lado las seis preguntas básicas de la redacción periodística y recurrir a la más novelesca narración cronológica. Para eso habría que remontarse a 2005, cuando la ONG Malteser International, ligada a los Caballeros de la Orden de Malta, inició una campaña en Myanmar —la antigua Birmania— para prevenir la difusión de enfermedades como el SIDA entregando preservativos a la población local.

El papa Francisco junto al cardenal Raymond Leo Burke en septiembre de 2015.
El papa Francisco junto al cardenal Raymond Leo Burke en septiembre de 2015. Getty Images



El proyecto duró hasta 2012, supuestamente bajo conocimiento del número tres de la Orden de Malta, el canciller alemán Albrecht Freiherr von Boeselager. Así lo entendió tras una investigación interna la cúpula de la organización, una congregación religiosa que jura lealtad al Vaticano como máximo representante de la Iglesia católica, y que como tal debería rechazar el uso de los anticonceptivos.

Y ahí entra en juego el antihéroe del relato, un antagonista en la sombra. Se trata del cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, crítico declarado del papa Francisco y patrono de la Orden de Malta. Es decir, el vínculo directo entre la congregación religiosa y la Santa Sede.A Francisco ya le había llegado a los oídos el asunto de Myanmar, cuando el pasado 10 de noviembre recibió en audiencia —como hace a diario con distintas personalidades de la Iglesia— al cardenal Burke. Éste le puso al corriente de la situación y le pidió al pontífice que redactara una carta con la que poder apartar al canciller Von Boeselager. Francisco accedió a elaborar una misiva, en la que pedía, sin embargo, prestar máxima atención a la moral católica, evitando que rodaran cabezas.Von Boeselager —que es hijo del barón alemán que participó en un complot contra Hitler, por si a la historia le faltaran elementos— representa un ala más tolerante y comprometida con la labor social de los Caballeros. Mientras que quien se situaba al frente de la orden, el británico Matthew Festing, que tiene el cargo de gran maestro, presentaba un papel puramente conservador, fiel a la tradición religiosa de la congregación.

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El hasta ahora gran maestro de la Orden de Malta junto al papa Francisco.
El hasta ahora gran maestro de la Orden de Malta junto al papa Francisco. Getty Images

Ambas sensibilidades convergen en la Orden de Malta, una organización nacida en el siglo XI, durante las Cruzadas, que desde entonces ha compatibilizado una actividad sanitaria, militar y católica, bajo juramento de lealtad al Papa.

LA REBELIÓN CONTRA EL VATICANO

Un compromiso que en las últimas semanas ha saltado por los aires. Porque unos días más tarde Burke omitió la recomendación de Bergoglio y, con el apoyo de Feesting, forzó la dimisión de Von Boeselager. Éste hizo público un comunicado en el que aseguraba que ambos se habían amparado en el “deseo de la Santa Sede”, pero que por lo que a él le constaba ese deseo no existía.El canciller, que según los estatutos de la orden tiene obligación de obedecer a su gran maestro, se negó a marcharse. El dúo Burke-Festing lo apartó y nombró un sustituto interino. Y ante el escándalo que se estaba montando, primero el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, intervino con una nueva carta en la que remarcaba que el Papa había solicitado “diálogo”. Y después el Vaticano nombró una comisión externa para investigar los hechos, con la que la Orden de Malta se negó explícitamente a colaborar.La novela de caballerías fue tornando en sainete. Y pese a que entre estos actores reina como norma el mutismo, el escándalo traspasó todos los límites del protocolo al que uno y otros están acostumbrados. Así que había que encontrar un desenlace súbito, por lo que esta semana Francisco llamó a consultas al gran maestro y le invitó a renunciar a su cargo, a lo que éste accedió.Según los cronistas vaticanos, todavía hubo un intento más de enredar por parte de Burke, que habría intentado convencer al líder de los Caballeros de que rechazara la orden del pontífice, pero no lo consiguió. Los detalles que habría conseguido encontrar la comisión del Vaticano, sin connivencia de la orden, revelaron que en el caso de los preservativos, el canciller canceló la participación con la ONG nada más enterarse. En semejante guión, los condones le hubieran venido al pelo a Hitchcock como mcguffin.De lo que se trata en realidad con tanto embrollo es de una sencilla lucha de poder, opinan quienes se dedican a seguir la actualidad del Vaticano. Las fuentes oficiales callan, aunque el presidente de la asociación alemana de los Caballeros, Erich Lobkowicz, aseguró al periódico católico estadounidense NationalCatholicRegister que la verdadera “batalla” se produce “entre el papa Francisco y un sector ultraconservador de la Iglesia, que le ha perdido totalmente el respeto”.

BURKE, REINCIDENTE

Y ahí se alza de nuevo la figura de Raymond Burke. El que fuera arzobispo de San Luis es uno de los principales exponentes del ya de por sí conservador y contestatario clero estadounidense. Destaca por su férrea defensa de la doctrina en asuntos sociales como el aborto, la homosexualidad o el divorcio, como demostró en sendas entrevistas en las que afirmó que la apertura de la Iglesia a la mujer responde a las demandas de un “feminismo radical” o que los matrimonios entre personas del mismo sexo vienen “motivados por Satán”.

El cardenal Raymond Leo Burke (izquierda) junto al papa Francisco en un saludo a los obispos celebrado en septiembre de 2015.
El cardenal Raymond Leo Burke (izquierda) junto al papa Francisco en un saludo a los obispos celebrado en septiembre de 2015. Gtres

Durante el pontificado de Benedicto XVI, Burke fue prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, la más alta instancia jurídica del Vaticano. Pero a su llegada, Francisco intentó quitárselo de en medio. Le apartó de ese cargo y lo compensó con el título de patrón de los Caballeros de la Orden de Malta.

Se trata de un puesto casi honorífico, pero desde el que el cardenal estadounidense no ha perdido la oportunidad de maquinar. El perfil ultraconservador del gran maestro y las disputas internas en la orden entre alemanes y británicos le sirvieron como escenario ideal para seguir hostigando al sucesor de San Pedro.Cuando le han preguntado, no ha tenido ningún miramiento en criticar abiertamente a Bergoglio. Pero su estrategia kamikaze se lanzó definitivamente en noviembre del año pasado. Partiendo de sus posturas inmovilistas, escribió una carta a Francisco –junto a otros tres purpurados- para pedirle claridad en algunos puntos de su exhortación apostólica Amoris Laetitia, en la que el pontífice apuesta por una mayor integración en la Iglesia de “familias no tradicionales” y divorciados.

Burke charla con otro cardenal durante los saludos navideños de la curia romana el 22 de diciembre de 2016 en el Vaticano.
Burke charla con otro cardenal durante los saludos navideños de la curia romana el 22 de diciembre de 2016 en el Vaticano. Getty Images

Los cuatro cardenales rebeldes decidieron hacer público el escrito ante la falta de respuesta del pontífice. Pero lo más grave vino después, cuando el silencio del Papa se convirtió en una amenaza de Burke. El patrón de la Orden de Malta aseguró que estaba dispuesto a presentar un “acto formal de corrección” contra Francisco, una figura inaudita en la Iglesia católica moderna, que considera al vicario de Cristo como infalible.

“EL TRUMP DE LA IGLESIA”

Han sido numerosos los jerarcas de la Iglesia que le han enmendado la plana a los cardenales díscolos. Sería complicado hacer una medición, pero se puede decir que la resistencia ultraconservadora representa una minoría dentro de la Curia. Aunque, como aseguró recientemente en el periódico alemán Kölner Stadt-Anzeiger, el teólogo brasileño Lenoardo Boff, uno de los máximos representantes de la Teología de la Liberación, Burke sería una especie de “Donald Trump de la Iglesia católica”.Y no sólo por su estilo irreverente o su moral ultraconservadora, sino que Burke estaría estrechamente conectado con Stephen Bannon, flamante consejero principal de la nueva administración estadounidense. En el último consistorio, de los 17 cardenales creados por Francisco, tres eran estadounidenses. Todos ellos contrarios al Partido Republicano de aquel país, con la intención de contrarrestar a una jerarquía eclesiástica tradicionalmente ligada a esta corriente, señaló The New York Times.A la historia de los Caballeros de la Orden de Malta y los preservativos todavía le falta un final. Porque si bien el Vaticano dijo cerrar la crisis estableciendo un “delegado pontificio” –una especie de gestor utilizado sólo para casos muy graves, como el de los Legionarios de Cristo-, la congregación aseguró que elegiría un sustituto para su líder de forma autónoma. Lo que ha quedado claro es que si el antagonista de la trama era Burke, el protagonista debería ser el propio Francisco, o viceversa. Al menos en esta ocasión han escogido un hilo conductor digno de convertirlo en literatura.

 Fuente: El Español