Frente a la degradación del poder y la genuflexión social


Mas de diez años de obsecuencia y temor vive Bolivia, frente al “yo le meto de la ilegalidad plurinacional. Observar y vivir la práctica política me enseño que el poder nunca existe de manera aislada; siempre involucra a otros actores y se ejerce en relación con ellos; los poderes son relativos, coexisten, se apoyan y lucran de la necesidad de los pobres, que son la mayoría en las urnas, mientras el beneficio, está al servicio de las minorías. Es así que veo una mezcla inquietante de poderes en la re elección de Evo Morales. El poder empresarial y el gran poder del Estado que se colaboran en la defensa de los intereses de las élites.

El manejo indiscriminado de los recursos del Estado y el abuso de poder, reavivan mi preocupación por la población sándwich, esa que paga impuestos y respeta la ley, quien sufre las consecuencias de las malas representaciones políticas llamadas a construir un Estado fuerte donde se respeten los derechos sin discriminación y se generen oportunidades para todos; porque el poder político actual, en lugar de simbolizar la esperanza de un futuro más próspero, justo y estable, hace percibir su programa de gobierno, como la causa de la violencia callejera y el aumento de la pobreza y las desigualdades en acciones violatorias a los derechos constitucionales y democráticos, entre los más escandalosos, el falso terrorismo con la muerte de la periodista Aneli Waycho, los derechos de los indígenas del TIPNIS, el robo indiscriminado del Fondo Indígena, los 540 millones de la CAMC, entre otros no menos importantes, pero lo que raya la cordura, es el cínico abuso de buscar la re re re elección cuando el 21 de febrero de 2015, Bolivia dijo no en la urnas, voto democrático, que manda al órgano electoral a respetarlo.

La fuerza coercitiva y moral que ejerce el partido gobernante sobre la clase política opositora y los sindicatos, pone a estas, en estado de genuflexión, situación cómoda para un gobierno sin honor, que promueve la corrupción institucional y social para pescar en rio revuelto.



Esta plaga política, está terminando con el honor de los otrora hombres de ley, que hoy en día, practican el culto a la colectividad, no piensan con cabeza propia. Los valores del honor sucumbieron ante los valores del marketing del mercado que persigue la abundancia, una sociedad no preparada alienada por la globalización, limitada en la construcción de una personalidad e identidad propia, con pereza intelectual y un conformismo insultante, obediente a la manipulación informativa interesada que manejan los poderes, político y económico.

Frente a la fuerza de tal complicidad, el atropello a la institucionalidad y, el manejo indiscriminado y oculto de los dineros del Estado, el reto de los bolivianos disconformes, está en la capacidad de lograr unidad con principios superando las diferencias políticas. Así mismo, desprenderse de las ambiciones personales, con miras a la construcción de liderazgos con autoridad moral, para lograr, la ansiada democracia plena; de otra manera, solo queda sucumbir, en la mediocridad degradante del abuso del poder sin valores.

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Lavive Yañez Simon- ex diputada