La historia de Dorothy Stratten sigue siendo dolorosamente actual

Este no es el típico caso de chica humilde que triunfa en Hollywood demasiado joven y muere. Porque Dorothy no murió. A Dorothy la mató su marido.

Dorothy, en el cartel de

Aunque nació en un pueblo olvidado de Canadá donde ser famoso era un sueño inalcanzable más que una posibilidad, Dorothy Ruth Hoogstraten, más conocida como Dorothy Stratten, demostró que quien quiere, puede. Y eso que ella lo tenía todo en contra por haber crecido en el seno de una familia desestructurada donde los problemas reales quitaban todos los días espacio a la fantasía. ¿Quién le iba a decir que llegaría el día en que trabajaría al lado de la mismísima Audrey Hepburn?No tuvo Dorothy una infancia fácil. Su padre decidió que sería mejor esfumarse cuando ella solo tenía 3 años, y entonces se quedó sola junto a su madre, su hermano y la sombra de los servicios sociales acechando. Para evitar males mayores, a los 14 años decidió compaginar sus estudios con un trabajo de verano en el Dairy Queen, un restaurante de comida rápida que pronto se convirtió en su prioridad. El resto del tiempo lo invertía en patinar, jugar a las damas y fumar hierba. A ser adolescente, vamos.A pesar de su aparente frivolidad, Stratten ya tenía más preocupaciones entonces que las que una chica debería tener a esa edad. La soledad que sentía la aliviaba escribiendo poesía y aunque salía con un chico, este no acababa de gustarle. Sin embargo, a diferencia de las demás chicas, ella tenía un as en la manga: su belleza y sobre todo su carisma conseguirían sacarla de ese agujero, aunque ella aun no lo sabía. Mientras tanto, se preparaba para su conquista de América luciendo conjuntos formados por un top y un short muy cortos de tela de toalla, y, a pesar de que que las necesitaba, se negaba siempre a usar gafas.El día que Paul Snider la rescató de su vida disfuncional para encaminarla hacia las puertas de la muerte, Stratten solo tenía 17 años. Él era 11 años mayor que ella y se había criado en un ambiente machista. En cuanto pudo, abandonó a su familia y dejó el colegio: pasaba el tiempo organizando eventos en los que las mujeres eran siempre el principal reclamo. Deseaba convertirse en una suerte de Hugh Hefner canadiense: buscaba el reconocimiento público y anhelaba ser tratado como una celebrity, lo que por aquel entonces implicaba ser productor o director de cine.Antes de pasearse en su Corvette negro, Snider había invertido sus ahorros en una limusina dorada para llevar de un lado a otro a las chicas que tenía trabajando para él en Beverly Hills. Su mayor obsesión era recrear el glamour y la pompa que reinaban durante la década de los 50, pero el negocio no daba los frutos deseados y tenía pánico de entrar en la cárcel, así que que terminó dejándolo. Volvió a su pueblo natal, y en una visita al Dairy Queen se encontró con Stratten. De manera premonitoria le espetó a un amigo que lo acompañaba: “Esa chica me hará ganar mucho dinero”. De inmediato le pidió el número de Stratten a otra de las camareras ¡et voilà!El resto fue pan comido: la convenció con regalos –sobre todo joyas y ropa cara–, mucha palabrería y, para rematar, un apartamento ostentoso y con vistas a la bahía. Snider era un hombre chulesco con patillas y botas de piel de cocodrilo del que la familia de Dorothy desconfiaba. Pero a ella le hacía gracía. Al fin y al cabo, Snider era el primer chico que la hacía sentir querida. No iba a dejarlo marchar por mucho que su madre estuviera en contra. De hecho, acabó aceptándolo. Pero para Snider, que dieran el visto bueno a su relación no era el triunfo final. Seguía pensando en su principial propósito para estar a lado de Stratten: hacer de ella una estrella y poder vivir de sus beneficios.

Fotograma de la película

Quiso la casualidad que por aquel entonces la revista Playboy celebrara su 25 aniversario, y con esa excusa Hugh Hefner había organizado un concurso para conocer a nuevas chicas de todo el mundo. Snider se puso enseguida manos a la obra y contrató a un fotógrafo para que le hiciese un book a su novia. La respuesta no tardó en llegar: querían conocerla cuanto antes, por lo que le pagaron su primer pasaje de avión a Los Ángeles. Snider estaba dispuesto a todo: “Podrías tener que dormir con Hefner, pero no te preocupes. Estaré contigo después”, le dijo a su chica. Con todo, la playmate Candy Loving le acabó arrebatando el primer puesto.

éxito, celos y asesinato

Su marido era un hombre muy enfermo vio en ella a su gallina de los huevos de oro y que con su éxito su conexión con el poder, o lo que sea, se desvanecía. Y eso fue lo que hizo que la matase”

A pesar de la derrota, que pudo haber estar propiciada por la constante presencia de Snider, que no caía bien a Hugh Hefner ni a nadie de por allí, las aptitudes de Stratten era evidentes y le ofrecieron trabajo como conejita en el club de Playboy en Los Ángeles. Su novio se quedaría mientras en Vancouver, pero no por mucho tiempo: sentía que se alejaba cada vez más de su mujer y que ya no era capaz de gestionar en la distancia su vida y su cuerpo. Mientras, Stratten enamoraba con su encanto a todos los hombres en la ciudad y Playboy la coronó ‘Miss Agosto 1979’ y ‘Playmate del año 1980’. Al mismo tiempo, Stratten compaginaba este con otros trabajos en el cine y la televisión, siempre encasillada en su papel de rubia exuberante.Participó en un episodio de la serie La isla de la fantasía y en otro de Buck Rogers. También en películas de bajo presupuesto como el drama erótico festivo Autumn Born (1979) o La fiebre del patín (1979). Pero su verdadero éxito llegaría con la película de culto Galaxina (1980). Viendo que podía perder  su gallina de los huevos de oro, Snider exigió a Stratten casarse cuanto antes. No estaba dispuesto a que triunfara sin tenerla antes bien atada. Ella accedió. Fue una boda rápida, más un trámite para calmar sus celos que otra cosa. Pero Snider acabó trasladándose a Los Ángeles para vivir junto a ella.

Aquello no calmó a Snider, que fue perdiendo los nervios cada vez que a su mujer le iba mejor. Tan obsesionado estaba con que le engañaba que comenzó a maltratarla psicológicamente y además contrató a un detective privado para que la siguiese. El motivo, además de un concepto erróneo de propiedad sobre su pareja, eran sus sospechas de que esta pudiese tener un affaire con el director de cine Peter Bogdanovich.En 1978, el cineasta había comenzado a frecuentar la mansión de Playboy y nada más verla fue a por ella: “Estoy haciendo un casting para una película. ¿Por qué no me llamas?”. Pero Stratten desconfiaba y le dijo a una amiga: “Estoy segura de que todo es mentira”. Pero un año después se volvieron a ver en una fiesta y entonces él pensó que sería la mujer adecuada para su nueva película. “Es perfecta para el papel de la chica. No la quiero por sus tetas y su culo. Quiero alguien que sepa actuar”, dijo.

El cast de

Bogdanovich se refería a Todos rieron (1981), la cinta que Stratten protagonizaría junto a Audrey Hepburn, Ben Gazzara y John Ritter. En el verano de 1980, ella y el director de cine pasaron un verano juntos por Europa; su intención era divorciarse de Snider para casarse con él y poder vivir juntos en Bel Air. Pero, como podrán imaginar, su ex no estaba dispuesto a ponérselo fácil: quería que firmase un documento que le cedería el 50% de sus ganancias de por vida y ella, a pesar de sus exigencias, sentía que se lo debía porque él era la persona que la había descubierto.El día fatídico habían quedado para hablar sobre su separación. Stratten estaba tranquila a pesar de las advertencias de sus amigos, que le habían avisado de que Snider –que además tenía una novia muy parecida a ella– se estaba comportando de manera inestable. Pero ella no quería imaginar que podría pasar algo malo. “Oh, él nunca haría nada. Es muy agradable”. Peter, por su parte, se mostraba condescendiente. “Creo que debería de darle algo de dinero”.Snider la esperó drogado en su casa y nada más llegar la asesinó con una escopeta. Su cuerpo apareció desnudo junto al de su asesino, que se había suicidado después de haberla violado. Dorothy fue enterrada junto a Marilyn Monroe en el cementerio Westwood Village Memorial Park de Los Ángeles.

la lacra del machismo

Todos rieron (1981) salió a la luz un año más tarde y fue dedicada a Stratten. Pero, a pesar de ello, resultó un fracaso. El crítico Vincent Canby escribió una reseña sobre la película Star 80 (1983), biopic en el que Mariel Hemingway se pone en la piel de Stratten, en la que le auguraba un gran futuro a la joven de no haber sido asesinada: “Cuando Todos rieron fue publicada 15 meses más tarde, quedó demostrado que la señorita Stratten poseía una presencia en la pantalla adorable y que podría haberse convertido en una comediante de primer orden con el paso del tiempo y del trabajo”. Bogdanovich tampoco podía olvidarla. En 1984, escribió un libro sobre su vida, The Killing of the Unicorn, en el que dejó frases para la posteridad como ”No puedo creerme que haya existido, que no haya sido un sueño” o “Soy viudo. No sé si podré querer a alguien tanto como he amado a Dorothy”. Sin embargo, y a pesar de la contundencia de sus declaraciones, ocho años después Bogdanovich empezó a salir con la hermana pequeña de Stratten, Louise Beatriz. La envió a una escuela privada, le pagó unas clases en la escuela de modelos y la colmó de regalos. En 1988 ocurrió lo inevitable: se casó con ella. Él tenía 49 y ella, 20, y 13 años después, se divorciaron.“Años antes de que esta boda ocurriera, la periodista Teresa Carpenter escribió un artículo llamado  Muerte de una playmate que recibió el Premio Pulitzer en 1981. Un reportaje en el que Hugh Hefner quiso contar su verdad. «La principal razón por la que estoy aquí sentado, por la que quiero hablar sobre este caso, es porque se tiende a caer en el clásico cliché de ‘chica de pueblo que viene a Playboy a trabajar y muere porque quiso vivir muy rápido’.  Pero eso no es lo que ha ocurrido con Dorothy Stratten. Su marido era un hombre muy enfermo vio en ella a su gallina de los huevos de oro y que con su éxito su conexión con el poder, o lo que sea, se desvanecía. Y eso fue lo que hizo que la matase”.Definitivamente, la lacra de la violencia de género ya era un problema en la década de los 80, aunque lo cierto es que no se abordaba con la seriedad con la que se hace hoy. Pero el abuso físico que, en muchas ocasiones, termina en asesinato es solo el último eslabón de una larga cadena de maltrato que comienza con una educación patriarcal desde que somos pequeños. Una educación que nos mete en la cabeza la idea de que si un hombre quiere ser respetado, debe hacerse respetar a cualquier precio y la mujer aceptarlo sin rechistar. Ese es el entorno en el que creció Paul Snider, el exmarido y asesino de Dorothy Stratten, que acabó con sus sueños y un futuro brillante cuando ella solo tenía 20 años.Fuente: revistavanityfair.es