Ni transparencia ni autonomía

La degradación de las carteras de Transparencia y Autonomía al rango de viceministerios, incluida en la reestructuración del gabinete de Evo Morales, es un poderoso síntoma sobre dos fracasos clave del régimen.Por más que el caudillo cocalero intente minimizar las irregularidades de su administración calificándolas como “micro-corrupción”, lo cierto es que los escándalos por malversaciones y tráfico de influencias revelan una danza de miles de millones de dólares, una mega-corrupción que supera con creces a los negociados de la era republicana (esa fue otra de las comparaciones que faltaron en el reciente informe presidencial).Poderoso indicador de esta realidad es la caída de Bolivia en el ranking de Transparencia Internacional, del puesto 99 al 113, siendo el lugar número 1 el correspondiente al país menos corrupto.Junto al déficit de transparencia tenemos el de autonomía, con un neo-centralismo que la reconoce en el discurso pero la ignora en la práctica. El constitucionalista Juan Carlos Urenda, ideólogo del estatuto cruceño, ha dicho desde su cuenta en Twitter: “Se sinceraron con las autonomías: cerraron la farsa del Ministerio de Autonomías”.Y es que una autonomía real exige competencias y recursos, condiciones que hoy día no se presentan y que requerirán de cambios constitucionales bajo un nuevo gobierno, menos afecto al totalitarismo institucional… [email protected]