Avanzada oriental: las seis compañías chinas que se pusieron al frente de la innovación

Las empresas Alibaba, Tencent, Xiaomi, BBK Electronics, Huawei y Dalian Wanda están cambiando los productos y servicios que todos los usuarios del planeta utilizan (en muchos casos, sin saber cuál es su origen)

Foto: Fast Company

En octubre, Steven Spielberg, el director de cine de más altos ingresos de todos los tiempos, viajó a Pekín para una reunión con Jack Ma, el segundo hombre entre los más ricos de China y cofundador de Alibaba, una de las compañías más valiosas de Internet en la segunda economía del mundo. Juntos firmaron un acuerdo que da a la compañía de producción de Spielberg, Amblin Entertainment, el respaldo financiero del gigante del comercio electrónico junto con su conocimiento del mercado y su capacidad de distribución, las claves elusivas, dicho de otro modo, para producir un éxito realmente global.

Ma, fanático del cine que ama El Padrino y dice que Forrest Gump es su héroe, venía rondando Hollywood desde hacía algunos años e incluso volcó US$ 1500 millones a un fondo de cine que ayudó a financiar y comercializar Star Trek Beyond y Misión ImposibleRogue Nation, pero ésta es su primera alianza directa. En una conferencia de prensa para anunciar el acuerdo, los dos titanes, vestidos similarmente con trajes oscuros y con tazas de té entre ellos, se alabaron profusamente. «Nunca creí que vería a este maestro legendario», le dijo Ma a la multitud en Pekín, a la vez que pregonaba el «puente cultural» que están construyendo. Spielberg declaró que el acuerdo les permitirá «llevar más China a EE.UU. y llevar más EE.UU. a China».



La imagen de Spielberg, quintaesencia del narrador estadounidense, sentado junto a Ma, quintaesencia del empresario tecnológico chino, fue algo más que una señal de la creciente influencia de China en la industria del cine. También fue el más reciente de una sucesión de eventos que muestran en qué medida compañías chinas están influyendo en algunos de los negocios más innovadores e importantes de EE.UU. Con un mercado que algunos observadores sostienen que se ha convertido en el más dinámico del mundo, China es una fuente colosal de capital y pensamiento creativo mucho más allá de sus fronteras. De modo creciente encabeza la marcha en todo, desde software y servicios móviles hasta dispositivos y entretenimiento. Y está acelerando el ritmo para el resto del mundo, lo sepan o no los consumidores.

Alibaba es sólo una de un conjunto de compañías tecnológicas chinas ambiciosas que han estado a la vanguardia de la convergencia entre China y Estados Unidos. Lo que tienen en común es un lugar de nacimiento que es más un crisol que una cuna. Este año, la taquilla china probablemente eclipse la de EE.UU. China ahora se equipara a o supera el mercado de EE.UU. en ventas minoristas online, ventas de dispositivos móviles, pagos digitales, juegos, inversiones en energía renovable y más. Con más de la mitad de sus 1370 millones de ciudadanos conectados online, 90% de ellos vía teléfono inteligente, China ha visto una explosión de colosos de la tecnología y nuevas firmas que dan impulso a centros de innovación como Pekín y Shenzhen, aún más hipercompetitivos que Silicon Valley.

Hace menos de una década, la reputación de China era que copiaba productos desvergonzadamente, pero hoy el modelo se ha dado vuelta, con el impulso de capital de riesgo y talento y una creciente sofisticación de sus productos .»Todo está en relación [con el tamaño] del país. Por cada compañía en EE.UU. podría haber 10 equivalentes en China. Para sobrevivir hay que iterar eso mucho más rápido», asegura Connie Chan, socia de la firma Andreessen Horowitz que analiza la industria tecnológica china.

Este tipo de rivalidad ha catapultado plataformas de redes sociales como WeChat y Alipay superando en mucho a sus contrapartes estadounidenses. Cuando WeChat, que es propiedad de Tencent, se lanzó, hace seis años, era una mera app de chat, mientras que Alipay, de Alibaba, servía básicamente como una PayPal para los mercados electrónicos de la compañía. Pero en menos de dos años WeChat ganó 200 millones de usuarios y pronto se expandió a los pagos móviles, jugada que Ma, de Alibaba, llamó un «ataque a lo Pearl Harbor» contra su compañía. La feroz competencia llevó a una sucesión de innovaciones que para 2015 había hecho que el volumen de transacciones móviles en China supere las de EE.UU., llegando a US$ 235.000 millones, y esto transformó WeChat y Alipay en servicios que son la envidia de Facebook, Google y Snapchat. Cientos de millones de consumidores chinos dependen de estas apps «todo-en-uno» para hacer… todo: interactuar con amigos, pagar taxis y facturas de servicios, reservar hoteles y vuelos, hacer citas con el dentista, encontrar un amor y leer las noticias.

Las compañías tecnológicas de EE.UU. sueñan desde hace mucho con crear ese tipo de experiencia universal en una sola plataforma y ahora corren a recrear lo que se ha vuelto estándar en China. Este año Facebook comenzó a experimentar con incorporar bots de servicios al consumidor inspirados en WeChat y otros recursos en Messenger, mientras que Snapchat ha jugado con integrar pagos a su plataforma de comunicaciones. Mientras tanto, Tencent ya está orquestando su siguiente cambio de paradigma: acaba de presentar Mini Program, una nueva plataforma que permite a otros servicios crear versiones de sus apps dentro de WeChat (como bots, pero mejores), lo que algunos creen que podría transformar el servicio de mensajería en un sistema operativo completo. Albert Liu, responsable de desarrollo corporativo en Verifone, que se asoció con Alipay en octubre para llevar su servicio de pagos a EE.UU., ahora no sabe si llamar a estas plataformas de mensajería «súper apps» o portales de entrada a Internet. «La ventaja de súper apps de estilo de vida como Alipay o WeChat es que han conectado incrementalmente más datos que una app que sólo se centra en un área: Alipay sabe a dónde uno viaja, qué películas ve, en qué restaurantes come», dice. «Nada que exista en EE.UU. se compara con ello. Quizá Facebook eventualmente llegue a parecerse… quizá.»

La velocidad de la competencia es igual de fuerte en el mercado de hardware. El veterano de Google Hugo Barra, que recientemente abandonó el cargo de vicepresidente de Xiaomi, ha sido testigo de primera mano de las fluctuaciones extremas del mercado en China, donde nuevas marcas desplazan a las empresas dominantes con la velocidad del rayo. Cuando Barra se unió a Xiaomi, a fines de 2013, el fabricante de hardware entonces en su tercer año de existencia apuntaba a convertirse en el fabricante de celulares inteligentes número uno de China. Ventas inteligentes de sus dispositivos Mi (que rivalizaban con el iPhone en calidad) crearon fervor y las actualizaciones semanales del sistema operativo hacían sentir a los consumidores que eran parte del proceso de diseño.

En 2015, al desacelerarse el crecimiento de Xiaomi, Huawei, un gigante de la fabricación de equipos de telecomunicaciones, le robó la corona, gracias a sus relaciones con las compañías de servicios y una inversión masiva usando su propio conocimiento experto para producir sus propios dispositivos. Y luego Oppo y Vivo, subsidiarias de BBK Electronics, dominaron 2016, apuntando inteligentemente a ciudades menos trabajadas (que medidas por los estándares estadounidenses siguen siendo enormes) ofreciendo recursos orientados a la juventud, tales como la nueva cámara de 20 megapíxeles al frente en el Vivo V5, la herramienta perfecta para los obsesionados con las selfies.

«Las compañías de tecnología chinas, tanto de hardware como de software, se mueven muy rápido de una generación a la siguiente», dice Barra. Puede estar seguro de que Apple, cuya participación en el mercado chino se redujo 37% en un solo trimestre el año pasado, está estudiando cada movida. Huawei recientemente anunció su nuevo Mate 9, el primer celular que trae el asistente de voz Alexa de Amazon. Y para cuando finalmente llegue el iPhone 8, con una pantalla sin bisel según se rumorea, el Mi Mix de Xiaomi, que presenta una impactante pantalla de borde a borde que los críticos han dicho que es el futuro de los dispositivos móviles, ya habrá estado en el mercado cerca de un año. «El consumidor chino promedio se ha vuelto increíblemente conocedor», dice Barra. «Su demanda de innovación le lleva la delantera a lo que se ve en cualquier otro mercado del mundo.»

En el último año no hay industria que haya atraído más interés en China (provocando alarma en Estados Unidos) que el entretenimiento, que las compañías chinas están abordando con una mezcla de capital prodigioso y acuerdos estratégicos. Tencent y el gigante inmobiliario Dalian Wand se han sumado a Alibaba en el vuelco de miles de millones de dólares a ayudar a producir el tipo de film y de proyectos de TV tecnológicamente ambiciosos y costosos que atraen a los públicos globales. Dadas las idiosincrasias del mercado chino (las campañas publicitarias occidentales tradicionales tienden a fracasar aquí y el país impone cuotas estrictas a las películas extranjeras), los estudios estadounidenses tienen que asociarse con estas compañías para acceder a este mercado. «Si va a gastar más de US$ 100 millones en una película e ignora el mercado chino -dice Max Michael, jefe de desarrollo de negocios en Asia para United Talent Agency-, no está haciendo bien su trabajo.»

China, a su vez, está decidida a aprender de Hollywood los pormenores de la producción de cine, mientras construye su propia infraestructura. En 2016, por ejemplo, Wang Jianlin, presidente de Wanda y el hombre más rico de China (un poco por encima de Ma, de Alibaba), ayudó a orquestar la adquisición de Legendary Entertainment, la compañía de producción de The Dark Knight y ¿Qué pasó ayer?, por US$ 3500 millones. Wang previamente compró AMC Theatres, con sede en EE.UU., que convirtió a Wanda en el mayor operador de cine del mundo y, más recientemente, hizo un acuerdo de alto perfil con Sony Pictures para cofinanciar y comercializar películas de Sony en China. Se dice que Wang está buscando hacer acuerdos similares con otros estudios importantes, mientras trabaja para atraer a Hollywood a filmar en las nuevas instalaciones de producción de Wanda de US$ 8000 millones en Qingdao.

La implicancia de estas jugadas agresivas es palpable. La corrida de adquisiciones de Wanda ha llevado a miembros del Congreso a requerir que el Departamento de Justicia investigue una potencial «influencia de propaganda extranjera en medios estadounidenses». Mientras tanto, en la arena de los celulares inteligentes, las sospechas de vínculos de Huawei con el gobierno chino han trabado la entrada de los productos desde EE.UU. Dado que son probables políticas comerciales aislacionistas y una relación más combativa con China con la administración Trump, algunas compañías estadounidenses y chinas e inversores con intereses que vinculan las dos economías más grandes del mundo sienten aprehensión por los años por delante.

Pero llegue o no algún producto o marca específicos chinos a volverse ubicuos en EE.UU., las innovaciones ya están siendo importadas y exportadas, e impactan en los estadounidenses. Usted puede verlo reflejado en el diseño y la fabricación de su celular, en el modo en que usted interactúa con sus amigos y su actividad laboral y en el entretenimiento que consume. En ese sentido, el «puente cultural» que Spielberg y Ma discutieron en Pekín ya está en construcción. Y probablemente no haya muros, físicos ni digitales, que puedan detenerlo.

Jack Ma (Alibaba)

Se acaba de asociar con Steven Spielberg para producir películas, en una clara señal de la creciente influencia china en la industria del cine.

Wang Jianlin (Wanda)

El hombre más rico de China acaba de quedarse con los estudios Legendary Entertainment y la cadena de salas de cine AMC Theatres

Traducción Gabriel Zadunaisky

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Fuente: lanacion.com.ar