El misterio del río que fluye hacia arriba

Foto: Al parecer, el agua sí puede ganarle la partida a la gravedad. (iStock)Al parecer, el agua sí puede ganarle la partida a la gravedad. (iStock)

Existe un lugar en la Tierra en el que el agua se comporta de manera insólita. Como si tuviese vida propia, salta de un lago a otro y a veces incluso fluye cuesta arriba para cambiarse de valle. Si se tratase de unas pocas gotas de líquido, la anécdota podría ser fácilmente descartada como una causalidad. Pero no lo es. En cambio, son cientos de kilómetros cúbicos de agua y ríos enteros los que trepan como si los hubiera diseñado el mismísimo M.C. Escher.

En cualquier otro lugar de la Tierra, el agua obedecería a la misma fuerza fundamental de la naturaleza: la gravedad. Pero en la Antártida el agua se inclina ante un dios diferente: la presión. Los miles de kilos de presión por centímetro cuadrado que ejerce el hielo sobre ella la fuerzan a fluir cuesta arriba en dirección opuesta a la interacción gravitatoria.

Los científicos aseguran que el agua fluye hacia arriba en respuesta a las presiones que ejerce el hielo sobre ellaLas presiones, por tanto, son las culpables de que se haya creado un ecosistema único en el mundo de ríos subterráneos (aún sin nombre) que desafían las leyes del sentido común.



Cómo la presión obliga al agua a fluir hacia arriba. (Columbia Earth Institute)
Cómo la presión obliga al agua a fluir hacia arriba. (Columbia Earth Institute)

En las montañas fantasma

La Antártida es mucho más que hielo. Bajo la superficie del continente blanco, se encuentra enterrado el secreto mejor guardado de nuestro planeta: una enorme y enigmática cordillera de cumbres y valles del tamaño de los Alpes que nunca ha sido vista por el ojo humano y tan solo ha podido ser vislumbrada por los métodos de radar. Allí es donde se han encontrado los ríos trepadores.

Hasta ahora, el agua solo le había ganado la partida a la gravedad cuando se trataba de olas, mareas o fenómenos como tsunamis y terremotosAl lugar se le dio el nombre de la cordillera Gamburtsev, aunque debido a su localización ya se conoce como las montañas fantasma. Pese a ser descubiertas en 1958 de manera inesperada por un equipo soviético, no se determinó ni su tamaño ni su forma hasta 2009, cuando un grupo de científicos internacionales elaboraron un mapa detallado de este mundo oculto bajo la Antártida.

Foto: Columbia Earth Institute.
Foto: Columbia Earth Institute.

En su investigación, descubrieron que a pesar de los 500 millones de años de la cordillera, esta casi no muestra signos de desgaste. Así que inmediatamente medios de toda clase la llamaron la fuente de la juventud del planeta Tierra.Sin embargo, parece que el interés de los científicos está tomando otro camino. Sus investigaciones se centran ahora en el agua líquida que se encuentra entre el hielo y el continente enterrado. Convencidos de que un complejo sistema de túneles, lagos y ríos se esconde bajo el hielo de la Antártida, aseguran que el agua fluye hacia arriba en respuesta a las presiones que ejerce el hielo sobre ella.Hasta ahora, el agua solo le había ganado la partida a la gravedad cuando se trataba de eventos muy rápidos (como las olas) o extremadamente excepcionales como tsunamis, inundaciones o algún otro incidente aislado.

El Misisipi descontrolado

En 1812 el terremoto de magnitud ocho, conocido con el nombre de Nueva Madrid, sacudió al sureste de Misuri tan fuerte que el río Misisipi, el cuarto más largo del mundo, fluyó temporalmente hacia atrás, en sentido norte. Curiosamente, 200 años más tarde, los fuertes vientos del huracán Isaac a su paso por Estados Unidos provocaron que las aguas del mismo río desafiaran también a la ley de la gravedad. «Es lógico que el sentido del río cambie, pues los vientos estan moviéndose 360 grados constantemente. En un ciclón tropical los vientos soplan en dirección opuesta a las manecillas del reloj y con su fuerza provocan que las aguas fluyan en sentido contrario», indicó en su momento el meteorólogo Martín Mata a la BBC. En cualquier caso, se trata de fenómemos breves y de ningún modo son tan permanentes como los ríos subterráneos ahora descubiertos.

Fuente: elconfidencial.com