*Sissy Gabriela Manrique Lijeron
En general, se considera que el fuego es un enemigo, especialmente para bosques y selvas. Sin embargo, en la zona de la chiquitania este fenómeno es una necesidad para mantener la dinámica del hábitat. Si no se quema por unos años, la biomasa se acumula dando lugar a quemas más intensas que no solamente afectan a zona chiquitana sino también a los bosques que la rodean. El fuego es un prerrequisito de vida para muchas plantas siendo necesario para estimular su crecimiento, floración y diseminación. Plantas de algunos ecosistemas han evolucionado para sobrevivir y beneficiarse de la quema. Entre los ecosistemas dependientes del fuego destacan especies como: Arctostaphylos (Manzanita de monte), Ceanothus (té negro), Pinus (pino silvestre), Quercus (roble enano) (Museo N.K.M, 2016).
Debemos diferenciar entre un incendio forestal que es la propagación del fuego sin control, que se extiende con rapidez a lo largo de las áreas, y el fuego que es una reacción química que requiere tres elementos, el combustible, el calor y el oxígeno si uno de estos elementos no actúa, no existirá el fuego. (FAN, 2016)
El principal problema es la frecuencia de ocurrencia de los incendios forestales, donde actúa el hombre como un punto de ignición. Debido a que la población no conoce como apagar correctamente el fuego y que puede originarlo de una chispa: una colilla de cigarro, no apagar correctamente una fogata, los cuales terminan en pérdidas de ecosistemas importantes en la región que contribuyen al cambio climático y que incide en la economía y la salud de la población.
Urge sensibilizar y educar a la población con actividades de manejo del fuego, con el propósito de implementar medidas estratégicas de prevención y combate de incendios. La elaboración de planes de acción, es otra medida eficaz, como también, que se aprueben políticas estratégicas de actuación integradoras que mejoren la estructura y la delimitación de los ecosistemas para su difusión.
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