Héroes de gran valor

José Luis Bolívar Aparicio* 

“Nada de lo que podamos hacer sirve, su armamento es superior al nuestro, estamos condenados a que nos maten como a perros”, fueron las palabras de un oficial de policía de Los Úngeles, la mañana del 28 de febrero de 1997, mientras Larry Eugene Phillips, Jr. y Emil Mătăsăreanu disparaban contra quien estuviese al frente, tratando de huir luego de asaltar una sucursal del Bank of America.

Los antes nombrados eran dos ciudadanos el uno americano, el otro rumano cuyos mutuos intereses en el levantamiento de pesas y la halterofilia los unió en amistad y pronto se dieron cuenta que sus coincidencias estaban más allá del deporte. A ambos les gustaban las armas, mientras más pesadas mejor y de paso, los dos tenían como fin principal, el ganar una buena cantidad de dinero para vivir a futuro cómodamente y con lujos pero sin trabajar, por lo menos no de la manera tradicional.



Sus primeros encuentros con la Ley se debieron a un arresto por manejar a alta velocidad, el policía que los arrestó, en el chequeo verificó que portaban dos fusiles semiautomáticos, dos pistolas, más de 1.600 balas para fusil calibre 7,62 mm, más de 1.200 balas calibre 9 mm y .45 ACP, escáneres de radio, bombas de humo, aparatos explosivos improvisados, chalecos antibalas y tres diferentes matrículas de California. Pese a semejante arsenal no les dieron más de 100 días de prisión. Ambos salieron con libertad condicional y por si fuera poco les devolvieron gran parte de lo decomisado pues acusaron que tenían que venderlas para poder pagar sus impuestos.

Que un juez haya creído que este par de personajes eran ejemplo de ciudadanía, es una clara muestra de que en todas partes se cuecen habas y que no solo nuestro sistema legal está por los suelos.

Con el arsenal devuelto y seguramente algún añadido, su historial delincuencial contó con el asalto a un camión blindado y un atraco al Bank of America en mayo del 96 con un botín de 1,5 millones de dólares, monto que les sirvió para estar en receso por 8 meses hasta ejecutar su próximo golpe.

Para este fin eligieron la sucursal de la misma institución, esta vez sería en North Hollywood y acudieron al mismo perfectamente pertrechados. Como arsenal llevaron cinco fusiles semiautomáticos modificados ilegalmente: tres fusiles rumanos AIM (una copia del AK-47), un HK91 modificado y un AR-15. También tenían dos pistolas Beretta 92F de 9 mm, un revólver calibre .38, y aproximadamente 3.300 balas en cargadores normales y de tambor, estaban pertrechados como para declararle la guerra a cualquiera. De paso, lo que esta vez haría realmente impresionante el atraco es que este par de delincuentes se fabricaron dos armaduras de cuerpo entero hechas con aramida (abreviatura de poliamida aromática), material con el que se fabrica el Kevlar y que sirve para protección antibalas.

Llegaron al banco temprano, la idea era realizar el robo a primera hora y probablemente hubiera sido un golpe tan exitoso como los anteriores de no haber sido que el momento que ingresaban al banco, vestidos de negro y encapuchados, una patrulla que andaba accidentalmente por ahí, se percató del inusual movimiento y alertó a las demás patrullas sobre un código 211 en progreso (asalto a mano armada).

Los dos atracadores una vez adentro del banco se dieron 8 minutos para todo el golpe, dispararon por lo menos 500 proyectiles para atemorizar a funcionarios y clientes y poder dar el golpe sin problemas.

Un procedimiento de seguridad interna hizo que solamente puedan disponer de 303.305 dólares en lugar de los 750.000 previstos. Pese a ello salieron con el botín en un morral pero cuando cruzaron la entrada del banco habían por lo menos 8 patrullas con su personal esperándolos para evitar su fuga a cualquier costo.

Poco antes de efectuar el robo, los dos bandidos habían ingerido altas dosis de fenobarbital, que es un anticonvulsivo, que los mantenía en un estado de apronte tal, que la adrenalina les brotaba por los poros. Temor, no era una palabra en el lenguaje de estos sujetos.La policía de Los Ángeles, quiso hacerles frente, pero los oficiales de las patrullas locales sólo estaban armados con pistolas y revólveres de calibres 9 mm y .38 especial. Además poseían escopetas de calibre 12 disponibles en sus coches, pero nada más y el 90% no tenía chalecos antibalas. Frente a los asaltantes eran como hormigas cazando elefantes.Los dos malhechores comenzaron a disparar a diestra y siniestra, los proyectiles perforaban cualquier cosa que se les atravesara y muchos de los proyectiles fueron a dar a los cuerpos de los uniformados y algún civil. Durante los 44 minutos que duró el tiroteo, 10 heridos fueron de la Policía y 7 de ciudadanos, quienes veían perplejos cómo ambos delincuentes permanecían inermes ante los impactos de bala que lograban asestar los agentes.Helicópteros de diferentes canales mostraban a la sorprendida ciudadanía cómo se llevaban a cabo los hechos, mientras al lugar de la escena trataban de llegar refuerzos y equipos SWAT.Phillips fue herido en una mano y no pudo recargar su fusil, lo que fue aprovechado por algunos policías que lograron impactar en zonas desprotegidas de su cuerpo, al verse sin salida, se disparó en la cabeza suicidándose. Mătăsăreanu trató de huir en su movilidad pero sus llantas quedaron inservibles, quiso robar una camioneta pero en el intento, una patrulla SWAT le impidió el paso y debajo de los vehículos le destrozaron los pies aprovechando su inmovilidad para arrestarlo.El sitio estaba tan bloqueado que la ambulancia tardó 40 minutos en llegar por lo que el abatido murió desangrado antes de poder recibir ayuda.En este caso, se dispararon unas 650 balas contra los dos hombres fuertemente armados y protegidos, los cuales a su vez habían disparado más de 1.100 balas de diferentes calibres. Los oficiales de policía respondieron dirigiendo sus disparos hacia la «masa central»; o sea, los torsos de Mătăsăreanu y de Phillips. Cada hombre fue alcanzado por lo menos por diez balas, y aun así continuaron atacando violentamente a los oficiales durante el largo enfrentamiento. Mătăsăreanu recibió múltiples lesiones cardiovasculares inocuas.Los policías recibieron muchos reconocimientos y el mismo presidente Clinton les impuso a algunos la medalla al valor, así como la ciudadanía que les dio un reconocimiento mayúsculo. Pero quedó muy en claro que la fuerza del orden necesitaba estar armada a la altura de las circunstancias y poder hacer frente a este tipo de delitos y a hampones tan pertrechados.Desde entonces la Policía de Los Ángeles tiene un M 16 en cada patrulla para tal efecto.En la ciudad de La Paz, hacen pocos días pasó algo que guardando la enorme distancia, puso a un policía frente a tres criminales, en las mismas condiciones, en absoluta desventaja frente a los criminales. El policía Aníbal Quisbert Gordillo, dependiente de la EPI San Pedro de la ciudad de La Paz, al darse cuenta de que tres sujetos sospechosos ingresaban a una joyería, armado únicamente de su valor, los observó y al verlos infraganti los detuvo en la misma joyería llamando luego a refuerzos.El Comando de la Policía ha condecorado a este bravo miembro de la fuerza del orden a quien rindo mi homenaje, pues es de los pocos que hacen quedar muy bien a su institución. Los policías que viven brindándonos su sacrificado servicio día a día merecen todo nuestro reconocimiento, agradecimiento y admiración. *Es paceño, stronguista y liberal