El gerente de Eurochronos, que recibió cinco tiros, habló con el EL DEBER Radio sobre el asalto y de “la crueldad mortal” que vivieron los rehenes. Pide apoyo para todas las víctimas y no ser atacados por las autoridades. “Queremos las garantías que necesitamos y exigimos”, dijo
Asimple vista, no hay nada que haga pensar que hace dos meses y cuatro días Érick Peña recibió cinco disparos y que tiene una bala alojada a milímetros del corazón. Se lo ve saludable y templado; sus palabras y reflexiones sobre la vida reflejan una fortaleza loable, aunque cuando empieza a rememorar el 13 de julio, día del asalto a Eurochronos, su voz es temblorosa, nerviosa y hace equilibrio para no quebrarse ni caer en llanto. Cuenta que en medio de los disparos, los gritos y el olor a sangre, pidió a Dios salir con vida para seguir viendo a sus hijos y siente que lo escuchó, por lo que ahora valora la vida de una manera diferente y trata de disfrutar cada minuto. Así habló Érick Peña por primera vez con un medio de comunicación en el programa Asuntos Pendientes, de EL DEBER Radio.
¿Cómo se siente a más de dos meses de la balacera? Lo que queremos, al ser víctimas, es apoyo, porque aparte de las familias y los amigos, no lo hemos sentido de las autoridades, que deben hacer su trabajo, darnos garantías protegernos y hacernos sentir seguros, porque somos víctimas. No fue una cachetada lo que nos dieron, fuimos expuestos a una crueldad mortal, hemos estado en un lugar donde no queríamos estar y por lo tanto necesitamos ser apoyados y cuidados por nuestros ministros y por todas las autoridades. Las víctimas nos vamos a ‘reconstruir’ a nosotros mismos de una manera que implica sufrimiento, dolor, por eso precisamos apoyo moral de las autoridades, no queremos ser atacados o heridos. Que quede claro, nosotros somos las víctimas. Quiero felicitar el trabajo de la Fiscalía porque nos ha demostrado un valioso apoyo a las víctimas y eso me da una tranquilidad particular y quiero seguir sintiéndome así. Sobre la Policía, sé que hay buenos efectivos, como también los debe haber malos. Espero que las cosas se den en el rumbo cierto y tengamos garantías que necesitamos y exigimos. ¿Cómo empezó el día del asalto?Soy el encargado de hacer la apertura de la empresa junto con otras personas. Llegué a las 8:45, estábamos empezando la jornada con las alrededor de 25 personas que trabajan en Eurochronos, estábamos alegres, nos animábamos, hacíamos bromas, tomábamos juguito de naranja, todos con un espíritu positivo, luego subí al segundo piso para coordinar tareas.De pronto, escuchamos disparos en la calle y cuando vi a los enmascarados por la ventana me llevé un susto tremendo, entré en shock por unos segundos, me senté en el suelo, me tomé la cabeza y me dije ‘esto es grave’. Luego empecé a decirle al personal que se escondiera, que botara los celulares y no hiciera nada que pudiera molestar a los asaltantes, como nos había capacitado personal de la Gobernación para estos casos. Lo único que quedaba era esperar a ver qué sucedía. ¿Cómo se fue dando lo que sucedió?Escuchamos a estos hombres (los delincuentes) gritando en la planta baja, preguntando por los valores y hablando de cajas fuertes. En menos de 15 segundos uno de ellos subió y tenía como rehén a un joven, que es contador. Gritaba que nos iba a matar. ¿En qué momento usted pasa a ser rehén?Yo hablé con el asaltante, traté de tranquilizarlo y le expliqué que no había cajas fuertes, que lo que había eran las joyas de las vitrinas y algunas otras que son repetidas que se guardan en una pequeña caja de seguridad. Le pedí que deje al contador y que me intercambie por él; me dijo ‘vienes conmigo’, cambiamos de lugar con el joven y el asaltante me llevó hacia la planta baja. ¿Cómo percibió a los delincuentes?Estaban muy violentos pero también muy aturdidos, no tenían un plan concreto, percibí que estaban muy desorientados. Incluso, al ver la llave de mi vehículo colgando de mi cintura mi captor me dijo ‘tú me llevas’, y yo, tratando de persuadirlo. Le respondí: ‘no voy, tengo hijos, tu harás tu trabajo y yo me quedo acá’, Luego lo llevaron a la planta baja, ¿qué pasó ahí?Como yo sabía que en un cuarto donde se guardan algunas cosas estaban las vendedoras escondidas, les indiqué que las cosas que habían eran las que estaban en la vitrina y empezaron a romperlas disparándoles y a cargar las joyas en mochilas. ¿En qué momento recibe el primer disparo?Cuando cargaban las joyas me empujaron y caí, me hicieron poner de rodillas y las manos en la cabeza. Lo que yo quería era que terminaran y se fueran. En ese momento, el delincuente que tenía de rehén (Ronny Suárez Masalvi) recibió un disparo desde la calle, del lado de la avenida Irala. Me mira y dice ‘tú llamaste a la Policía desgraciado’ y otros insultos. Ahí es que decide ejecutarme, yo estaba de frente a él, me apuntó y hago un solo movimiento que me salva la vida: giro hacia la derecha el tronco y le doy levemente la espalda, pongo las costillas de escudo, la bala me rompe una costilla, penetra un pulmón y queda a milímetros del corazón. Caí al piso y grité porque sentía mucho dolor, fue algo muy fuerte, intenso. Fue una ejecución de muerte, el asaltante decidió eliminarme.
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EL TERROR DEL TIROTEO
¿Cómo es que lo sacan como escudo humano?Al tornarse la situación fuera de control (con la llegada de los policías y el intercambio de balas) uno de ellos me dice que me levante; como yo me negaba, hace el ademán de dispararme, así que me levanto como puedo, camino con un dolor intenso, doblado como se puede ver en las imágenes y salgo identificándome como rehén, como víctima, porque eso es lo que soy. Ahí se da el tiroteo y recibo dos disparos más, caigo cerca de una maceta, me escondo, quedo de rodillas y me digo a mí mismo ‘te van a volver a disparar’, así que me echo de espaldas detrás de la maceta, pero ‘olvidé’ (ocultar) mi pie y sentí un disparo más, producto del fuego cruzado. Encogí el pie y me dije ‘¡Dios, cuánto más!’ Con ese ya iban cuatro disparos. Es un milagro que siga vivo… Yo iba contando los disparos y me dije ‘Erick estás sintiendo esto y estás vivo’. Me preguntaba dónde estaba la sangre porque sangraba poco. Mi escudo era demasiado evidente: Dios estaba ahí. Además de soportar los disparos, vio cómo caían sus compañeros de trabajo…Cuando los delincuentes se entran al edificio y traen más rehenes, salen con mis compañeros Julio, Jeaninne, Roxana y Ana Lorena y veo cómo van cayendo uno a uno. ¿Qué pasó con su captor?Lo vi caer (herido) justo a mi lado, pero no reparó en mí, daba vueltas y vueltas, así que yo pensé ‘hazte el muerto Érick, porque te va a disparar, te va a matar’, así que me hice el muerto y me quedé ahí por varios minutos. Sin embargo, en un momento de esos, abrí los ojos y me encontré con él, con su mirada y me pidió perdón. ¿Qué le dijo exactamente?Yo pensé ‘¡Dios, qué está pasando aquí!, lo escuché decir: ‘hasta un hombre como yo, en un momento como este merece el perdón’. Luego me preguntó ‘¿cómo estás?’, y le contesté que estaba bien. Ahí insistió y expresó ‘¿me perdonas?, y asentí, ‘sí, te perdono’, le dije. Tras de eso se disparó en la boca, un tiro hacia abajo, porque estaba acostado con la panza hacia abajo. No murió inmediatamente un rato largo, porque yo sentía su respiración obstruida por la sangre. Sufrió mucho. ¿Cómo siguió su drama?En ese momento yo estaba rodeado de gritos, de dolor, de sangre… yo escuchaba los quejidos de los delincuentes, de mis compañeros, los míos. Fue un momento que no podré olvidar nunca. Es muy duro. ¿Cree que está vivo de milagro?Sí, es un milagro porque todo el tiempo escuchaba pasar las balas junto a mí, veía que rebotaban en el cemento y en el piso; percibía también el sonido particular de los tiros que impactaban en el cuerpo de mi captor, porque recibió varios. Luego todo fue olor a sangre, gritos, pánico, el dolor que tenía por mis heridas. Todo ese cuadro era dramático. ¿El quinto disparo lo recibe cuando llegan los agentes policiales?Recibí el quinto disparo, es evidente. Soy una víctima, he sufrido pero ahora quiero vivir tranquilo y disfrutar de mi vida, no quiero seguir sufriendo en el día a día. Hubo mucha confusión, (apareció) mucho personal policial, había gritos, sirenas, fue un momento terrible. Lo único que yo hacía era gritar fuerte y quería que me llevaran a la clínica Foianini, porque sabía que estaba a dos cuadras y que podía llegar (con vida), como que al final llegué. Su abogado ha contado que tardaron mucho en llevarlo, que dieron vueltas por otros lugaresFue un momento eterno, largo, en su momento se precisará cuántos minutos fueron.
LA BALA JUNTO AL CORAZÓN
¿Usted vive con una bala en su pecho?Esa bala es la que me disparó el asaltante dentro del edificio. Sigue ahí, un milímetro al lado de mi corazón. Los médicos me han dicho que es muy riesgoso sacarla pero que voy a estar bien y voy a continuar con mi vida. ¿Cómo convive con ese pedazo de plomo en el pecho y que estuvo a milímetros de quitarle la vida?Son un sinfín de sensaciones, temor, dolor, pero tengo en la cabeza que eso no me va a hacer más daño del que ya te hizo y tengo que olvidarlo. Físicamente no siento nada, lo que me puede afectar de cierta manera es sicológicamente. Hay que asumir el hecho con dolor, terror, miedo, es un proceso, pasan los días me acongojo, me entristezco, me quebranto, me pongo fuerte… tengo que asumir la realidad de lo que está sucediendo y debo seguir. Haber resistido es un mensaje claro de que si sigo aquí es porque tengo un propósito para seguir con vida.
“DIOS ME ESCUCHÓ”
Luego de recibir los cinco disparos, ¿perdió la conciencia en algún momento?No, todo el tiempo estuve consciente. Cuando llegué a la clínica conté a los médicos tres veces lo que había pasado. El doctor Esteban Foianini me dijo: ‘Yo soy el que te va a atender, tranquilo’. Me vino la paz al espíritu, sabía que estaba en buenas manos y me encomendé, sobre todo, a Dios. Me atendieron varios médicos y una señora anestesista me daba aliento porque yo estaba en shock. Nunca perdí la conciencia, recuerdo hasta la cuenta regresiva para la anestesia. Estoy muy agradecido a todas esas personas que me salvaron la vida. Luego estuve varios días en terapia intensiva. ¿Está recibiendo medicación?Me han recetado para la parte siquiátrica, pero no la tomo porque creo que el hombre tiene que trabajar, hacer un esfuerzo y utilizar otros recursos para rehabilitarse, que son la voluntad de uno mismo para superar el cuadro de estrés, porque son cosas que están a flor de piel. ¿Cómo se está dando la reinserción en la cotidianidad de tragedia? La familia y los amigos son lo más valioso que uno tiene, eso es algo de lo que me he dado cuenta y son fundamentales para la recuperación. Cuando estaba en el tiroteo, solo le pedía a Dios que quería salir de eso para estar con mis hijos. Clamé y Dios me escuchó, tengo un ángel que me cuida. Ahora, cuando despierto y veo a mis hijos durmiendo, siento que Dios estuvo ahí, escuchó lo que le pedí. ¿Y sus compañeros de trabajo? Tengo una compañera que no recuerda nada de lo que pasó y es posible que sea mejor para ella. para su estado emocional, a diferencia de quienes lo recordamos y podemos vivir atormentados. Estoy en pleno tratamiento sicológico, trabajando en eso, es un proceso en que uno va reconstruyendo el momento antes y después del hecho. En ese camino de recuperación hay embates, vientos fuertes y situaciones que te derrumban, pero uno tiene que luchar y seguir. ¿Cómo los está apoyando Eurochronos?Hay una gran ayuda, un esfuerzo económico que hizo la empresa para velar por nuestra salud y seguridad. No escatimó ningún esfuerzo en proporcionarnos la mejor ayuda del país. Cada día están al pendiente y estoy agradecido con ello. Además de las heridas de los disparos, están las emocionales… Sí, quedan cicatrices espirituales y emocionales, pero hay que vestirlas con honor, como una cosa que te fortalece para poder salir adelante porque si has estado en el ojo del huracán, ya nada te puede volver a hundir, tienes que luchar, transmitir que la vida continúa, que la gente tiene que vivir en familia, en pareja, con los hijos, apreciar a los padres, el amanecer, a los amigos, tomarte un café con un amigo y no decir ‘para otro rato’. Hay que disfrutar el momento.
EQUINOTERAPIA
Ha encontrado en los caballos una forma de terapiaMi hijo pertenecía a un club de polo y tenemos unos caballos. Como se va a ir a estudiar al exterior me pidió que no los venda, sino que aprenda a jugar y a disfrutar, así que hace un año practico y he jugado un par de partidos. Los caballos se llaman Don Omar, Casino y Sultán. La primera vez me subí, después del asalto, me emocioné y empecé a hacer trote. Aunque a mi edad es difícil subirse a un caballo, lo he hecho, practico dos veces por semana. Los médicos me han dicho que regule mis fuerzas pero que vuelva a mi vida normal, porque en el caso de la víctima es así, uno no se lo ganó, no lo pidió, le puede pasar a cualquiera, estamos viendo que la ciudad está tan desprotegida que en una balacera te matan o quedas marcado de por vida. Mi familia sufre, hijos sufren pero tenemos garra, hemos ganado la batalla con el clamor, con el pedido a Dios.
Fuente: eldeber.com.bo