Banco Unión: ¿ineptos o corruptos?

El escándalo originado en la agencia de Batallas del Banco Unión (BU) tiene aún mucha tela por cortar.

 



Sólo existe consenso sobre el periodo, increíblemente largo, del desfalco: nueve meses, entre diciembre de 2016 y agosto de 2017. Lo demás es un cúmulo de contradicciones, empezando por el monto, aún incierto, pasando por cómo y quién descubrió el robo, y acabando con el modus operandi del imputado Juan Franz Pari Mamani, cuya personalidad bien merecería una tesis de psicología.

 

Sorprende también la actitud de algunos «omnis (el omnisciente Héctor Arce Z., el omnividente Carlos Romero B. y el omnipotente Luis Arce C.), que se han dado a la tarea de minimizar ese delito. El punto no es si el desfalco es insignificante, marginal o frecuente, como se ha insinuado, porque además no lo es. Tampoco importa si el robo afecta poco o mucho al banco como institución  y no a las cuentas particulares de los clientes, porque los «accionistas del BU somos todos los bolivianos. El punto es: ¿cómo pudo suceder semejante robo en uno de los principales bancos del país, el único del Estado?

 

 En torno al  modus operandi  para sustraer el dinero, se dijo primero que el botín fue retirado de la bóveda y después de un cajero automático,  obviamente por la puerta trasera de la máquina y en montos «insignificantes, diariamente o cada sábado. Sin embargo, por la magnitud del robo, es inexplicable que el BU haya continuado enviando cantidades de dinero desproporcionadas al tamaño y movimiento de una agencia como la de Batallas sin preguntarse qué estaba pasando. 

 

 Caben sólo dos explicaciones: estamos ante un hecho delictivo al interior del banco o ante una red de corrupción. En otras palabras: o en el BU campea el conocido «cártel de la ineptitud o allá opera  una banda de corruptos que ha encubierto a Juan Pari.

 

 Algunas autoridades han sido tajantes en afirmar que se trata de un robo y no de un hecho de corrupción. Podría ser una conclusión apresurada, si no fuera interesada. En el pasado hubo casos inicialmente presentados como  delitos comunes pero que, con el pasar del tiempo, se revelaron como hechos de corrupción de alto vuelo.

 

 Sólo recordaré dos episodios: el caso Catler-YPFB fue presentado como un robo sangriento pero develó luego una red de corrupción liderada por uno de los máximos líderes del masismo; lo propio pasó con el caso «Ostreicher, que de una sospecha de enriquecimiento ilícito, derivó en una red de  extorsión dirigida por abogados del propio Ministerio de Gobierno. 

 

 Aun si fuera sólo un robo interno al banco, cabe la renuncia colectiva de directivos y directores implicados. Sin embargo, algunos indicios, como la localización de la agencia, tan cercana a la ciudad, la cantidad inusual de dinero, la habilidad para eludir los controles, el tiempo que duró el hecho delictivo, las contradicciones señaladas, el intento de desviar la investigación, la insólita exclusión de la Policía de las pesquisas y el ridículo recurso a la brujería, me sugieren aplicar la «navaja de Ockham a este asunto, que consiste en preferir una explicación simple y consistente a otra mucho más complicada. 

 

 Me atrae una hipótesis que tiene cierta lógica y que merece ser investigada: el dinero robado por Pari y su banda estaba en la agencia de Batallas pero no pertenecía al BU, en el sentido de que por su «procedencia opaca pudo haber sido «estacionado en esa agencia, al cuidado del encargado, con la venia quién sabe de otros funcionarios superiores. Si así fuera, la sombra de la corrupción aparecería una vez más en un delito aparentemente «común, frecuente e insignificante. 

 

En fin, sólo falta conocer si en el BU se ha incrustado el cártel de la ineptitud o de la corrupción.

 

Francesco Zaratti es  físico y analista.

Twitter: @fzaratti

Fuente: paginasiete.bo