Hay 27 niños entre los más de 300 muertos que dejó el ataque en Egipto

El gobierno usó aviones de combate para abatir  a los extremistas. Los sobrevivientes relatan el horror vivido.

Heridos y muertos en la mezquita de Al Rawdah, en el norte de la península del Sinaí, en Egipto. (DPA)



Conmovidos, y sin entender aún el cuál fue el objetivo de semejante masacre, los egipcios intentan sobreponerse al atentado terrorista en la mezquita del Sinaí, donde los muertos ya suman 305, de los cuales 27 son niños de corta edad que estaban con sus familiares.

Los sobrevivientes, que se atreven a relatar el horror, cuentan que fueron 20 minutos en los cuales los extremistas disparaban a quemarropa sin distinguir sexo o edad. La mezquita estaba repleta, ya que era el momento de la oración de los viernes.

Aún ningún grupo reivindicó el sanguinario ataque, pero todos los indicios apuntan contra el ISIS, que considera herejes e idólatras a los musulmanes sunnitas sufíes. “Los del Dáesh -nombre en árabe del ISIS- amenazaron antes a la gente del pueblo de que si seguían con sus rituales la mataría. Y la llamaron idólatra”, dice Mohamed Jalil, habitante de Bear al Abd, el pueblo de la península egipcia donde ocurrió la masacre.

La mezquita atacada, llamada Al Rauda, es uno de los centros más importantes en el lugar para los sufíes, corriente del islam mística cuyos fieles buscan aproximarse progresivamente a la divinidad y alejarse de lo racional que dicta el islam. Al venerar otra divinidad que no es dios, son tildados de “politeístas”, por parte de las ramas que siguen una doctrina más estricta del islam, como es el caso del wahabismo o el yihadismo.

Las fuerzas policiales señalaron que fueron entre 15 y 20 los extremistas, la mayoría con la cara cubierta, que llegaron en cuatro vehículos todoterreno. Se ubicaron frente a la puerta del templo y sus doce ventanas y comenzaron a disparar de forma “indiscriminada” con armas de fuego automáticas contra los fieles que rezaban.

“Al principio lanzaron granadas de mano de fabricación casera y no causaron daños a la mezquita”, explica Jalil, pero ante el estruendo la gente entró en pánico y comenzó a huir del templo por donde podían. Muchos saltaron por las ventanas, pero los terroristas los esperaban afuera y los acribillaron. Luego ingresaron y siguieron disparando. “Empezaron a disparar con armas pesadas durante veinte minutos, sin que apareciera la seguridad. Muy pocos fueron los que pudieron escapar”, señala.

Localización de Bir al Abed, en la provincia egipcia de Norte-Sinaí, donde tuvo lugar un ataque contra una mezquita – AFP

Mansour, un trabajador de 38 años en una cercana fábrica de sal, es uno de los sobrevivientes. Recibió dos balazos en las piernas. “Todos se lanzaron al piso y mantuvieron la cabeza abajo. Si la levantabas te disparaban”, cuenta. “El tiroteo fue al azar y frenético desde el principio, y después fue más deliberado. Le disparaban a todos aquellos que seguían respirando o no estaban seguros de que estuvieran muertos”.

Los extremistas “gritaban Allahu Akbar (Dios es grande), y los chicos lloraban”, recuerda Mansour. “Sabía que estaba herido, pero me encontraba en una situación mucho más aterradora. Estaba a segundos de una muerte segura”, comentó. Entonces hizo lo único que podía: se puso a rezar una última oración.

El presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, prometió una respuesta “brutal” a este atentado. “Las fuerzas armadas y la policía vengarán a nuestros mártires”, dijo el viernes. Ese mismo día a la noche, aviones de combate egipcios atacaron varios vehículos en los que supuestamente viajaban los extremistas y casuchas en el desierto donde se escondían otros. Para confirmarlo, el gobierno difundió imágenes en blanco y negro de varios ataques con misiles.

El exterior de la mezquita atacada. (EFE)

El norte del Sinaí es un territorio que está en gran parte bajo control militar y tiene acceso restringido. Las Fuerzas Aéreas egipcias vienen librando hace años en la zona una guerra con tanques y aviones de combate contra presuntos islamistas. Pero en lugar de controlar la situación, la violencia no hace más que escalar.

Los analistas sostienen que la crisis de seguridad en el Sinaí se debe a una mezcla entre el comportamiento violento de las fuerzas de seguridad, la pobreza existente en el lugar y al abandono al que está sometida la región por parte de El Cairo.

Desde 2011, cuando estalló la denominada Primavera Árabe, miles de soldados, civiles y extremistas murieron en el Sinaí en los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los grupos fundamentalistas. “El levantamiento de 2011 creó un vacío político en todo el país que ha desestabilizado aún mas la situación en el Sinaí”, señala Sahar Aziz, especialista en el tema. Esta situación fue aprovechada por los sectores extremistas para instalarse en el lugar y sembrando el terror.

Fuente: clarin.com