Miguel Almirón, la estrella que hasta los 18 compartió la cama con su madre

Image result for miguel almiron“Es flaco, no sirve”Cuando su padre llegaba a casa temprano después de haber cumplido con su horario como guardia de seguridad en los muelles del Río Paraguay, Miguel festejaba. Su presencia era garantía de que el ritual en el sillón frente a la tele sería de a dos. El primer contacto que tuvo con el fútbol fue ese, desde su humilde casa en Asunción veía partidos de fútbol junto a su padre. “Tenía seis años. No entendía mucho del juego, pero sabía que mi padre amaba al fútbol así que yo amaba al fútbol también”, relató en una columna que él mismo escribió en The Players Tribune.La tarea de su madre era un poco menos grata. Ella era la encargada de retarlo por los incontables pares de zapatillas destrozados en tiempo récord. En el barrio de Miguel la pelota de fútbol era un bien de lujo, por eso los niños se criaban pateando piedras, latas y botellas.Su primera experiencia real con el fútbol fue en el club Tres de Noviembre. Allí comenzaría su relación de amor con la pelota, aunque algunos años después algunas personas del fútbol le romperían el corazón. Cuando lo creyó necesario, Miguel fue de la mano de su padre al Club Nacional de Asunción para hacer una prueba. Volvió llorando. Tenía 14 años y lo habían descartado por ser “demasiado flaco”. Ni siquiera lo habían visto jugar. No sabían lo que se habían perdido. Él, destrozado, pensó en dejarlo todo y volver a Tres de Noviembre a jugar con sus amigos. Los genes luchadores de sus padres y abuelos lo empujaron a seguir intentándolo. El próximo destino fue Cerro Porteño. Después de 40 minutos de viaje en autobús desde su casa al club superó una prueba de 100 jugadores y empezó a jugar en la sub-15.[vid url=http://cd1.eju.tv/wp-content/uploads/2017/11/almiron.mp4]Los primeros años fueron difíciles por su condición física, pero al llegar a la sub-17, el entrenador le prometió cinco partidos como titular para que demostrara si era lo suficientemente bueno como para ganarse el puesto. Ese año jugó todos los partidos y fue el capitán del equipo. Su carrera había comenzado.La decisión más difícilDespués de tanto sacrificio, Almirón empezaba a ver los primeros frutos. Sin embargo, no eran suficientes para alimentar a su familia. En Cerro Porteño no le pagaban su salario a tiempo y los 300 dólares que cobraba no alcanzaban. En ese entonces, Miguel compartía con los otros seis integrantes de su familia un departamento de tres habitaciones. Era futbolista profesional, tenía 18 años y dormía con su mamá porque no había sitio para una cama exclusiva.La primera oportunidad de mejorar sustancialmente su vida y por ende la del resto de su familia le llegó del extranjero. Lanús, un club ordenado aunque no de los más grandes de Argentina, se interesó en él. Y allí fue Miguel con su valija cargada de ilusiones. El cambio de club le permitió comprar una casa nueva para su familia, ya había logrado la victoria más importante de su carrera.Su estadía en el club argentino fue corta pero efectiva. En 40 partidos creció enormemente y pasó a ser uno de los jugadores más habilidosos de esa liga. Metió solo cuatro goles, pero uno de ellos difícilmente lo olvide. Fue contra San Lorenzo, en una exhibición de Lanús contra San Lorenzo en la final del torneo argentino. El contundente 4-0 de los Granates significó el primer título en su carrera.“Quiero contar contigo, Miguel”Cuando Almirón tenía 16 años y daba sus primeros pasos en las inferiores de Cerro Porteño, Paraguay hacía historia en el Mundial 2010 de la mano de Gerardo Martino. En cuartos de final, la Albirroja caía 1-0 contra España (que luego sería el campeón) en un partido que claramente podría haber ganado. Miguel recuerda cómo vivió ese día: “Lo que más recuerdo es que cuando terminó el partido uno de mis amigos nos miró a todos y dijo, “¿se imaginán qué bueno si el Tata nos entrenase algún día?”. Para Almirón, el Tata ya era una leyenda, no solo por lo que había logrado con Paraguay, sino también por el título ganado con su amado Cerro Porteño.Hace un año, Almirón recibió un llamado que lo llenó de dudas. La voz que salía del teléfono era la de Dani, su representante, con una propuesta inusual. Atlanta United, un club que todavía no tenía estadio, jugadores y no disputaba ningún torneo, quería ficharlo. Ya tenía una plaza asegurada en la próxima temporada de la MLS y los dueños de la franquicia ya habían contratado a un entrenador que tendría la posibilidad de elegir a casi todos los jugadores del plantel.El entrenador elegido era el Tata. Y quería hablar con Miguel. Como nunca antes, Almirón sintió que su cuerpo era preso de los nervios. Nunca antes había tenido contacto con Martino y mientras esperaba en silencio junto a su padre en una habitación, el teléfono empezó a sonar. “Quiero contar contigo, Miguel”, le dijo y lo conquistó. Almirón nunca había ido a Estados Unidos. Ni siquiera sabía cómo era el formato de disputa de la MLS y mucho menos sabía dónde quedaba la ciudad de Atlanta. Pero nada podía salir mal si caminaba de la mano del Tata.En tan solo un año, Almirón conquistó el corazón de los hinchas de Atlanta con su zurda hechicera y fue el jugador que más camisetas vendió de la MLS, por sobre figuras como Andrea Pirlo, David Villa y Bastian Schweinsteiger. Y hubo quienes lo despreciaron por ser demasiado flaco. Fuente: Pasión Fútbol