Se van las almas y viene la fiesta de las wallunk’as

Transcurrida la festividad católica-sincrética  de los muertos, ahora es el tiempo del juego, del coqueteo, de la sensualidad con la llegada de las wallunk’as (cierto tipo de columpio) como signo del nuevo ciclo agrícola que se avecina.

Así coinciden en señalar tanto  una investigación realizada por la antropóloga  Céline Geffroy como  el director de Culturas de la Gobernación, Uvaldo Romero.



La llegada de noviembre coincide con el inicio de las lluvias que, a la postre, garantiza la producción agrícola, por ello, en Cochabamba se realizan diferentes actividades costumbristas enmarcadas en la fiesta de Todos Santos que además del armado de los tradicionales mastak’us impulsan una serie de ferias y festivales, en las cinco regiones de Cochabamba, de la wallunk’a .

De la muerte al erotismo

En su estudio “La sensualidad de la wallunka. Diálogo con los muertos y rituales de fertilidad en los valles cochabambinos”, la investigadora analiza diversas facetas, escenarios y significados, tanto explícitos como simbólicos de esta práctica.

Geffroy afirma que los escenarios festivos de la wallunk’a evocan ciertas escenas de la historia del arte en cuanto a los juegos de seducción.

El erotismo, la embriaguez  y la picardía son los denominadores comunes con las fiestas del Carnaval.

“Los columpios sirven de escenario para el coqueteo de jóvenes, pero también revelan una relación de seducción entre vivos y muertos, ambos quedando atrapados en una red de reciprocidad”, afirma.

“La sensación de vértigo está muy presente porque es impensable la wallunk’a sin bebida, donde hay un primer desequilibrio provocado por el alcohol, y es acentuado en el momento de columpiar que es cuando hay una especie de energía que parte del centro del cuerpo, de debajo del vientre, de los órganos genitales e irradia en todo el cuerpo”, destaca el trabajo etnográfico.

Romero coincide con esa aproximación investigativa, pero enfatiza en la relación tierra, lluvia y comunidad. La wallunk’a, según  Romero, es tan antigua como la siembra misma.  

En esta época del año inicia la temporada de lluvias  “y nuestros ancestros, desde antes de la llegada española, conocían el ciclo climático”, apunta Romero.

Preparar a la Pachamama

La práctica de preparar la tierra, de abrirla para que reciba la semilla se ritualiza a través de la Pachamama. De ahí la relación erótica varón-mujer, añade.

“Como en un juego de seducción-atracción, el varón mece, desde abajo a la mujer”, simbolizando en los cuerpos los dos polos, masculino y femenino”, refiere.

Apelando a la semiótica, Romero recalca el aspecto colectivo de la wallunk’a.

“Es la comunidad que se reúne y desde abajo se pone a ver las piernas de la mujer”.  Esta ritualidad ha llegado con la introducción de prácticas propias de la época actual como los premios, dice la autoridad.

En contraposición a la tesis del origen precolombino de las wallunk’as, Gefroy dice que en algunos cuadros del siglo XVIII se ven a mujeres  columpiando y jalando racimos de uva con los pies desnudos.

Pasado el 2 de noviembre, paulatinamente aparecen la alegría, las coplas, el coqueteo y comienza el ritual de las wallunk’as.

 

DATOS

Enseñando a volar. La wallunk’a  en la época de Todos Santos tendría el objetivo de enviar a los difuntos hacia su mundo, por lo que se les enseña a volar, por eso en las coplas se termina la estrofa diciendo “ay palomitay” que remite al vuelo de las almas.

Fertilidad y abundancia. La fiesta de Todos Santos con la wallunk’a no puede deslindarse del concepto de fertilidad y abundancia en el que la naturaleza y el hombre forman parte del proceso, explica el antropólogo José Antonio Rocha.

Recordando a Wilfredo. “Nuestra cultura andina está, hoy más que nunca, siendo avasallada e intentando avergonzarnos de nuestra razón de ser”, denunciaba Wilfredo Camacho, en cuya memoria se organizará este domingo 5 de noviembre la 20 jornada de la Wallunk’a nativa y el Mast’aku, en Tiataco, valle alto.

Fuente: lostiempos.com