Todo por el todo

Karen Arauz

Si por lo menos tuviéramos el recurso del «impeachment», quien sabe estaríamos bajo la impresión que continuamos siendo un país medianamente comprensible.  Pero de solo soñar que podríamos recurrir al Legislativo con el objeto de lograr algo de equilibrio en el Estado, dan ganas de llorar. O de reír.

Los presidentes de senadores y diputados, son el flanco perfecto del vice presidente, cabeza del poder legislativo. O sea, es una total pérdida de tiempo y un vano esfuerzo. No hay la más mínima posibilidad de obtener de ellos, una mirada siquiera disimulada de que se respeta la institucionalidad. Su sui géneris lectura de lo que es una democracia, está tan deformada, que no solo la conciben como una invención propia, sino que viven calculando qué  argucias se acomoda mejor a sus intenciones. Claramente se trata -única y exclusivamente- de que mediante el corporativismo de su grupo, todo el país, con su ciudadanía incluida, pase a ser parte de sus activos fijos.



Doce años de ejercicio del poder, los ha vuelto irremediablemente adictos. A tal punto, que están sufriendo intensamente lo que podría llegar a ser grave síndrome de abstinencia. Esto les ha hecho perder la  proporción entre lo que se debe hacer y lo que se puede hacer . La lección aprendida de cómo mantener el control, ha encontrado en el nuevo código penal, una llave inglesa que están dispuestos a usar en el engranaje de la oposición, sea esta formal o espontánea, criminalizando cualquier tipo de manifestación pública de protesta. Creen poseer hasta la monopólica  representatividad de «pueblo» elegido, sabe dios por quien, para hacer propio el dominio exclusivo de la protesta callejera.

Paradójico considerando que el Morales dirigente sindical, hizo uso y abuso de la manifestación y bloqueo, avasallando derechos consagrados en esa Constitución, a la que han convertido en una plastilina que cobra forma y elasticidad de acuerdo a sus propias alucinaciones. Nada menos que eso es haber ampliado la penalización para aquellos grupos que osen protestar contra un «gobierno democráticamente  elegido».  Es tan burda la maniobra que bien harían en dejar los sofismas y tener el valor civil de asumir que lo que los define es  su voluntad totalitaria. La criminalización de la protesta, es simplemente un paso más allá de la judicialización que vienen imprimiendo hace doce años. Los bolivianos refugiados frontera afuera y los presos políticos por supuestas conspiraciones e inventadas causas,  son una clara prueba de esto.

A  esto se suma la ceguera viral que los aqueja, por la constante revelación de corrupción en todos los ámbitos de la administración. Pareciera que los desmanes son atribuciones privativas del poder, para esas entelequias  siderales de camiseta azul o  puño izquierdo levantado en grotesca imitación nazi. Nada de lo que sucede, susceptible de opacar la imagen del gran régimen «paladín»  anticorrupción, es enfrentado con mínima transparencia. Todo se oculta, se enreda, se miente, se tergiversa y se acusa culpables en una amplia gama siendo su predilecto el Departamento de Estado, un par de exilados y algún jefe de un partido de oposición. Cada vez más frecuentemente, echan mano de insignificantes funcionarios sin capacidad siquiera para el pataleo a modo de chivos expiatorios.

Observamos las vísperas de la gran movida masista. Aunque es improbable,  si es que al Tribunal Constitucional -pese a su deseo de ser lo más funcional posible pero que, por lo burdo de la maniobra- se vean impedidos de dar paso al capricho del gobierno,  los tienen a todo vapor con una cantidad de otras opciones, todas ilegales. Como la necesidad tiene cara de hereje,  ya contemplan un plan B que es la instalación de una nueva constituyente para intentar modificar la Constitución. Esto, claramente y a lo madurista, puede resultar en la suspensión de las elecciones de 2019, terminando por destruir lo poco que quedaría.

Evo Morales que osa decir que no tiene nada que ver con esta pretendida re re postulación, pensó echar mano hasta de la Constitución de 1826 luego de descubrir que en ella se planteaban cargos vitalicios. Que bronca tendrá de no haberla visto antes. Craso error: fue la primera Constitución de la República de Bolivia, nada que ver con su Estado Plurinacional, o sea, no le sirve. Ni modo, entonces tal vez sus dos tercios servirían para modificar algunos artículos -sabemos que es uno el que no le da tregua- y asunto resuelto. Mientras, es patética la imagen que se está proyectando hacia afuera. Nos califican como probable territorio africano, Kigali por ejemplo, donde han obviado la democracia occidental, por adoptar un régimen autoritario centrado en la figura presidencial con su claro acoso constante a la oposición. Y si de dictaduras se trata, -la joya de su veneración, Cuba-, es la última que queda en este continente.

Es muy complicado tratar de disimular a estas alturas, el Estado cleptocrático en el que nos estamos moviendo. Y digo Estado y no Gobierno, porque el lumpen social que ha copado todas, -sin excepción-, las instituciones, abarca un amplio espectro de cierta ciudadanía abundantemente recompensada por su sometimiento.