Arturo Yáñez Cortés
El régimen acaba de publicar la Ley No. 1005 (Código del Sistema Penal CSP) que, formal y académicamente, siguiendo el modelo ecuatoriano de Correa (no de Moreno), contiene 3 leyes: un nuevo Código Penal que describe los delitos y sus penas; un nuevo Código procesal que hace funcionar ese sistema y una ley de ejecución, para cumplir, las penas así logradas.
Sensiblemente, su inauguración no ha sido nada auspiciosa y, pese a las fiestas navideñas que debieran estar caracterizadas por la paz, el amor y la felicidad, estamos nuevamente en un nuevo capítulo de una guerra, esta vez, liderada por los mandiles blancos, con motivo de la tipificación del delito relativo al daño a la salud o integridad física por mala práctica.
Más allá de este tema hoy sumamente polémico (de hecho, el CSP tiene cosas aún peores como por ejemplo, la nueva tipificación de la sedición), sostengo que el problema de fondo, es que una vez más, el régimen está disfrazando sus peores intenciones caracterizadas por su talante dictatorial, bajo el ropaje de buenas deseos, como ya lo hizo sistemáticamente con sus leyes anticorrupción, antirracismo, antiviolencia doméstica y otras, cuyas buenas intenciones nadie podría discutir, pero que la realidad nos ha probado que han servido para linchar sin el debido proceso a “sus enemigos” y favorecer cuando no encubrir a sus compinches, y/o han fracasado notablemente en su implementación. Los resultados, han sido, por supuesto, pésimos.
Adviértase que tratándose del CSP la apuesta es enorme, ya que su real funcionamiento requerirá de un colosal esfuerzo del estado administrado por el régimen en tres grandes ámbitos: el penal material, el procesal y el de ejecución, en uno.
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Así el estado del arte, tengo fundadas dudas acerca de las reales posibilidades del régimen, para fundamentalmente implementar el reformado –no es nuevo, acertadamente- código procesal. El gurú de la reforma Binder, decía hace unos meses en la Capital, que se trataba de la reforma de la reforma, muy necesaria por cierto, pero reitero mi certeza que el sistema acusatorio oral que mantiene esta reforma, será imposible aplicar si no existe el basamento imprescindible para su funcionamiento: jueces independientes; fiscales objetivos y policías investigadores. El régimen ha hecho exactamente lo contrario: la justicia no es independiente del desmedido poder del oficialismo; la fiscalía sólo encubre a sus militantes y persigue a quienes no lo son y la policía sirve para reprimir a quienes no forman parte del esquema y protege a quienes lo son (con las poquísimas excepciones, que en todos esos planos, aún sobreviven). En el plano de ejecución, veo que ese sistema ha quedado diluido dentro de la generalidad del nuevo CSP, lo cual podría generar un peligroso retroceso en la aplaudida judicialización de la ejecución de las penas, volviendo a la corrupta y arbitraria policialización.
Donde encuentro los peores riesgos es, definitivamente, en la parte penal material (delitos y penas). Su definición, en los estados genuinamente democráticos –el plurinacional, hace tiempo que ha dejado de serlo, para convertirse a pesar de su origen democrático, en una dictadura- es producto de un largo proceso de reflexión y consenso, acerca de lo que merece ser protegido, la forma, sus alcances y límites. El Derecho Penal democrático protege pues, bienes jurídicos de relevancia para una sociedad (la vida, la libertad en todos sus ámbitos, la integridad sexual, personal; la propiedad, etc.) mientras que en un régimen como el que tenemos, no interesa proteger a la sociedad sino sólo blindarse a sí mismo, para atornillarse en el poder asegurándose la mayor impunidad posible para seguir metiéndole no más en contra de todas sus leyes y su propia CPE (pregúntenles si no a los del TCP), por lo que me temo que el flamante CSP será un nuevo garrote (con púa en su punta) para cuidar esos sus intereses y no los de todos nosotros. El viejo CARRARA ya lo dijo hace unos siglos: “El Derecho Penal es una ciencia asquerosa que se limita a racionalizar el poder punitivo del estado para justificarlo”. Pese a todo les deseo felices fiestas.