En una entrevista Edgar Jiménez habla de su amigo de infancia, uno de los personajes más controversiales de Colombia, aun después de su muerte: Pablo Escobar Gaviria.
La sombra de Escobar
Jiménez cuenta que perdió contacto con su amigo en 1967, pero lo retomó en 1980, cuando Escobar había allanado el camino para convertirse en uno de los mafiosos más temidos de Medellín, Colombia.Después del reencuentro, hubo una regla tácita entre ambos hombres: «Nunca sacábamos el tema de sus negocios en las charlas. Uno nunca preguntaba. Y él sabía muy bien a quién involucrar y a quién no».Jiménez se encargó de documentar con su lente las bodas, bautizos y comuniones del entorno Escobar sin preguntar demasiado. Pero el esplendor de esa época de festejos llegó a su ocaso cuando el capo mandó a asesinar al entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, en 1984.Según el fotógrafo, el deseo de Pablo de ayudar a las comunidades marginadas de Medellín era auténtico. Sostiene que el capo comulgaba «con las ideas del Che o de Fidel Castro, de los jipis, del Mayo francés», que era de izquierda y que «odiaba a la oligarquía y a las élites». Con la fortuna que erigió, «hasta los ricos de Colombia eran pobres a su lado».
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Los pecados del capo
Jiménez asegura que el ocaso del imperio de Escobar era previsible y su final también, porque cometió «tres grandes fallos»: lanzarse a la política, ordenar el asesinato del ministro Lara Bonilla y matar a sus propios socios, Gerardo Quico Moncada y Fernando El Negro Galeano.
«Todavía sufrimos las consecuencias del cambio de valores que impuso. Cuando éramos estudiantes, queríamos culminar una carrera profesional. Con el auge del narcotráfico, los muchachos aprendieron que la intimidación y la muerte eran un medio poderoso para conseguir dinero fácil. Su fallecimiento fue un respiro para el mundo, pero su sombra aún azota nuestro país», sostiene el amigo de infancia.Él se considera un testigo de excepción de la personalidad dual de Escobar, quien, a su juicio, tenía dos caras: «La buena es la que sale en mis fotos: un hijo, esposo y padre amoroso. La mala está bien documentada en periódicos, libros y películas».Fuente: actualidad.rt.com