El emperador va desnudo

Alfonso CortézEl danés Hans Christian Andersen, a mediados del siglo XIX, escribió el cuento de hadas “El traje nuevo del emperador” (a veces traducido como “El rey desnudo”) en el que un monarca, muy preocupado por su vestuario, contrató a un par de sastres para que le confeccionen un traje con la tela más suave y delicada que se pudiera imaginar.La prenda —supuestamente—, tendría la especial capacidad de ser invisible para los funcionarios (léase ministros, llunkus y otras especies parecidas) ineptos para el cargo. El par de pícaros —quedándose con los costosos materiales que solicitaban—, hacían como que cosían y nadie del entorno del mandatario se animaba a admitir públicamente que tal prenda no existía, porque aquel que no la viera, sería considerado tonto.El propio soberano, para evitar quedar como un incompetente, tampoco quiso admitir su inexistencia. Llegó el día de un gran desfile para lucir la nueva prenda, y en medio del temeroso gentío que veía pasar a su emperador sin ropa, un inocente niño grito a voz en cuello, lo que nadie quería admitir en público: “EL EMPERADOR VA DESNUDO”.A inicios del siglo XXI, bajo la millonaria carpa de un gran circo, en el escenario principal, ante la gran expectativa de los vasallos, y en el momento de mayor emoción de un espectáculo televisado para todo el planeta, un anónimo súbdito se atrevió a expresar con valentía y mucha cortesía: “Señor emperador, usted anda chuto”.Alfonso Cortéz