Deseando que llegue la nieve. (iStock)
Se trata de un trastorno reconocido en España, el país junto con Grecia, Chipre y Malta con más horas de sol en Europa, pero, ¿qué pasa con la gente que vive en las partes más frías del mundo? ¿Ellos también temen al invierno? Kari Leibowitz, estudiante de doctorado en Psicología en la Universidad de Stanford, se planteó estas mismas preguntas y, gracias a una beca de investigación, cambió la soleada California por el círculo polar ártico para resolverlas. En concreto, pasó 10 meses en Tromsø, una ciudad del norte de Noruega. Su ubicación en el mapa sin duda nos da una idea de las condiciones extremas en las que viven sus más de 70.000 habitantes.El trastorno afectivo estacional, un tipo de depresión, es más común en las mujeres, los jóvenes y los que viven lejos del ecuador¿Cómo hacen frente al invierno? A simple vista, uno podría pensar que allí se concentra el 5% de la población mundial a la que se le ha diagnosticado un SAD. Sin embargo, y pese a los dos meses de penumbra en los que el sol no hace acto de presencia y las temperaturas no suben de los bajo cero, la realidad no podría ser más distinta. Las sucesivas investigaciones, que incitaron a Leibowitz a instalarse en Tromsø, han demostrado que sus residentes no experimentan esta desesperanza estacional como se podría esperar, pues tienen unas tasas de depresión y suicidio mucho más bajas que otras zonas del norte. Después de todo, la perfección nórdica no es tal si se analizan sus problemas (soledad, antidepresivos, alcohol…), aunque este pequeño enclave parece resistir el embiste.
Si bien sus amigos y familiares se pasaron meses diciéndole que ellos nunca podrían vivir en un lugar tan frío y oscuro, lo primero de lo que se dio cuenta al llegar es que la mayoría de los habitantes no asociaba el invierno con la desdicha o la tristeza. De hecho, la gente no solía entender ni verle el sentido a la pregunta clave en su investigación: “¿Por qué no estáis más deprimidos durante el invierno?”. “¿Y por qué tendría que estarlo?”, responderían muchos de ellos, quienes esperaban con ganas la llegada de la estación. Hablaban con entusiasmo, por ejemplo, del esquí y de las muchas oportunidades que brindaban las bajas temperaturas.
Como buena graduada en Psicología, se propuso identificar la mentalidad que explica este buen enfoque ante el invierno, algo que en otros lugares de Europa sería impensable. Cuando Leibowitz habla de mentalidad se refiere a “las gafas a través de las cuales se percibe, organiza e interpreta la información”. En definitiva, un marco general que influye profundamente en cómo reaccionamos ante los estímulos y experiencias del día a día, y que por supuesto determina nuestra salud física y mental. No es lo mismo, por ejemplo, considerar el estrés como una carga para el rendimiento que como una fuente de motivación, y de ello dependerá nuestra respuesta ante él.
Superar la depresión invernal
Con esto en mente, y con la ayuda de la universidad de la ciudad, desarrolló una encuesta que determina, más allá de las conversaciones casuales, la verdadera mentalidad de sus residentes. Tenían por tanto que responder, según el grado de conformidad con la frase, a preguntas como «hay muchas cosas que disfrutar del invierno” o “encuentro los meses oscuros y deprimentes”. Los resultados revelaron la relación entre un pensamiento positivo con una mayor satisfacción en la vida y la voluntad de hacer frente a los desafíos que conducen al crecimiento personal.Los habitantes de Tromsø pasan dos meses de invierno en completa penumbra, en los que las temperaturas no suben de los bajo ceroLeibowitz muestra en un artículo en ‘Salon‘ que el 6% de la población estadounidense sufre de SAD durante el invierno y que otro 14% tiene cambios de humor estacionales, aunque no tan preocupantes. Estas estadísticas demuestran que se trata de un trastorno muy a tener en cuenta y que, por otro lado, incluso si quitamos a todos los de zonas calurosas, todavía queda mucha gente con la mentalidad necesaria para no padecer la tristeza, el aislamiento o la pérdida de interés que acompañan al citado trastorno.Es por ello que Leibowitz asegura que el concepto de mentalidad invernal positiva se debe añadir al debate sobre bienestar estacional. En definitiva, aprender a sacarle partido al invierno y verlo como una oportunidad en lugar de una impás que hay que pasar lo más rápido posible, como hacen los residentes de Tromsø, puede ser la clave para evitar el SAD. Asimismo, recomienda abrazar algunos aspectos del estilo de vida nórdico: calidez de puertas para dentro, al estilo del ‘hygge’ danés, y el gusto por el aire libre: “Ser activo es parte de una vida feliz y, sobre todo, un invierno feliz”.
Fuente: elconfidencial.com