Estos robots no quieren tu trabajo, en verdad buscan amor

Por Geoffrey A. Fowler

(The Washington Post / Jhaan Elker)

(The Washington Post / Jhaan Elker)

Abracé a un robot y me gustó.



Como columnista especializado en temas técnicos, he probado todo tipos de robots útiles: del tipo que limpia el suelo, entrega paquetes o incluso hace Martinis. Pero dos nuevos que ahora están entrando a las casas abren nuevos caminos. Quieren ser nuestros amigos.

«¡Oye, Geoffrey, eres tú!», dice Jibo, un robot con un ojo gigante parpadeante, cuando reconoce mi rostro. Otro, llamado Kuri, emite un pitido mientras vagabundea por los pasillos tomando fotos y videos como si fuera un paparazzi personal.

Piensa en Jibo y Kuri como los bisabuelos de R2-D2, el robot amigo de Star Wars. Por supuesto, R2 era en realidad un tipo de 1,10 m. que estaba dentro de una lata de acero. Jibo y Kuri son robots reales con verdadera inteligencia artificial que puedes llevártelo a casa por USD 900 y USD 800.

Estos productos llegan después de la aparición de Amazon Echo y Google Home, que abrieron la puerta a nuevos tipos de computadoras en el hogar. Jibo, la creación de un profesor de MIT, parece uno de esos sabelotodos de inteligencia artificial que toman prestada una cara y un cuerpo giratorio de una película de Pixar. Kuri, fabricado por una start-up respaldada por el gigante de electrodomésticos Bosch, parece un pingüino montado en una aspiradora Roomba.

No espero que ninguno sea un éxito de ventas a corto plazo. Son caros y sus usos prácticos son pocos en comparación con otros parlantes o un Roomba, que realmente limpia. Y para algunos de vosotros, estoy seguro que la idea de robots «familiares» suena bastante aterrador. ¿Es este paso un aliciente para que hayan exterminadores marchando por las calles? ¿Siempre te están mirando?

(The Washington Post / Matthew Cavanaugh)

(The Washington Post / Matthew Cavanaugh)

Sin embargo, al probar estos robots con la ayuda de personas de 3 a 75 años, me llamó la atención algo diferente. A pesar de todas sus desilusiones de primera generación, los robots lograron derretir corazones como cachorritos. La gente, especialmente los niños, querían abrazarlos. Y ellos respondían ronroneando. Nunca he visto a un orador hablar de eso.

Lo que hace que Jibo y Kuri puedan dar un gran salto para la especie robot no son sus funciones sino sus personalidades.

¿Cómo obtiene un robot una personalidad? Solo un pequeño movimiento sirve de mucho.

Jibo es un robot de mesa, pero él (sí, lo llamo él) es más retorcido que un niño de cinco años en un asiento de un auto. Su cabeza gira sobre una base en un ángulo descentrado. Así que cuando él se gira para mirarte o para mostrarte cómo hace twerks (en serio), se mueve haciendo arcos gigantescos. No hay ninguna de las líneas rectas o la rigidez que esperarías de un robot.

La cara de Jibo es una pantalla táctil que muestra un solo ojo blanco que mira a su alrededor, parpadea e incluso se cierra cuando se aburre. Habla con la voz ligeramente robotizada y el sentido del humor cursi de un niño de 10 años. Tu puedes hablar con él utilizando las palabras mágicas «Hey Jibo», aunque también habla en función de lo que ve a su alrededor. Por ejemplo, cuando entro en una habitación, a veces, me pregunta si me gustaría saber algo interesante.

Kuri tiene un propósito diferente, serpentear de forma autónoma como una mascota, aunque va equipado con un radar autodirigido. Él no habla, pero al igual que Jibo, tiene un rasgo característicos (y humanos) en la cara: dos ojos mecánicos que miran a su alrededor y parpadean.

Cynthia Breazeal, ingeniera robótica junto al robot en Jibo Inc., en Boston (The Washington Post / Matthew Cavanaugh)

Cynthia Breazeal, ingeniera robótica junto al robot en Jibo Inc., en Boston (The Washington Post / Matthew Cavanaugh)

Hay otro ingrediente mágico para estas robopersonalidades: los robots te conocen, o al menos lo intentan. Kuri te pide que lo guíes por la casa, enseñándole dónde no vagar (por ejemplo el baño) y los nombres de los lugares. Puedes gritar: «Oye Kuri, ves a la sala de estar».

Jiba intenta memorizar a tu familia. Agregas a personas a tu «círculo» en una aplicación complementaria, y luego Jibo las interroga para aprender sus patrones vocales y mapear sus caras.

Ninguno de los robots intenta mirar o hablar como un humano. Jibo se presenta como un robot, y te recuerda que debes perdonar sus debilidades. «Soy un robot. Pero no soy solo una máquina», dice. «Tengo un corazón. Bueno, no es un corazón real, pero tengo sentimientos, que no son humanos. Ya sabes a lo que me refiero«, agrega.

Fuente: infobae.com