No al impostor

Wilfredo Rojo Ardaya

Quienes creemos genuinamente en la democracia y en el estado de derecho; y no “utilizamos” estos sistemas de organización social y vida en sociedad para justificar los más descarados abusos de poder y corrupción, no podemos seguir tolerando la hipocresía política y falta de ética de autoridades de gobierno, pues éstas agreden en extremo la dignidad de nuestro pueblo y su historia.

Sabemos que solo una mente enferma y un corazón inescrupuloso, corroído por el odio y la ambición de poder, pudo haber concebido y ejecutado un plan contra nuestra gente, como es el del supuesto terrorismo/separatismo.



Pero más lamentable aún, es que sigan insistiendo en aquello a estas alturas de los acontecimientos, cuando toda la trama se vino abajo y el pueblo boliviano conoce la verdad y, solo él, el impostor y sus acólitos políticos, por necesidad y conveniencia, siguen insistiendo en su farsa, humillando y destruyendo a familias inocentes.

 Muy grande es la desesperación del impostor, ahora que se acabó el dinero que despilfarró durante 12 años pues, es consciente que comenzó el inició de su fin. Está siendo desenmascarado en todas sus fechorías, por el uso y abuso del poder, por la corrupción y sus mentiras. El pueblo ha constatado su nivel de cinismo e inmoralidad; es decir, el pueblo ha constatado que es un genuino “impostor”. Sabemos que no será fácil deshacer su ambición de poder; es más, quizá no seamos nosotros quienes lo logren, si no, sus propias “pirañas” que navegan con él, cuando vean las lágrimas que derrama. Estamos conscientes también que, muchos bolivianos han agachado la cabeza ante él. Sabemos por qué ocurre aquello. Muchos lo han hecho por acomodarse y beneficiarse del poder. Por ocupar espacios a los que no podían acceder en el pasado. Ellos han subordinado los principios y valores democráticos y éticos, sabiendo que se trata de un proyecto de poder autoritario, inspirados en un objetivo de dominación andina – cocalera que, entre otras cosas, pretende destruir la cultura y el modelo productivo de las tierras bajas y acabar con nuestras estructuras económicas, culturales y sociales. Los otros, aquellos que tienen dinero, lícito o ilícito, han optado por cuidar sus patrimonios. Conducta comprensible, pero que no deja de provocarnos pena. En realidad, ellos no nos preocupan, la historia los juzgará. Es importante que el impostor entienda que, la gran mayoría de los bolivianos, no tenemos las rodillas tan flexibles ni el corazón tan débil y, jamás nos someteremos; es más, sus agresiones desesperadas en estos últimos días, nos dan más fortaleza y convicción de que estamos en la ruta correcta y que el impostor está en la equivocada. ¿Qué MÁS hará el impostor? Tenemos que estar preparados. Seres de su calaña, cuando están acorralados como la hiena, son capaces de lo inimaginable. Pero no importa, jamás derrotarán la fortaleza silenciosa y serena de nuestro pueblo. No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista. El impostor está en desgracia, está cayendo y pronto se irá. Así como se irán todos los que abandonaron a su pueblo y su cultura por espacios y favores del poder, olvidándose que éste es efímero. ¡¡¡Morir antes que esclavos vivir!!!Abogado