Nadie duda a estas alturas que las movilizaciones y el paro cívico del viernes fueron una expresión eminentemente ciudadana que sobrepasó los cálculos y los intereses de instituciones que no siempre representan fielmente la voluntad de la gente. Supuestamente Santa Cruz era una ciudad tomada por el régimen, seducida por el “proceso de cambio” o en el peor de los casos, resignada e inerte. Habrá quienes quieran apropiarse de esta nueva vitalidad. Tal vez sean los partidos políticos, el gobernador, la Alcaldía, el Comité Cívico, los gremios empresariales o los grupos de poder. Están los que hacen críticas muy duras contra estos actores y otros prefieren ver el “vaso medio lleno” para no generar discordia interna, para sumar en lugar de dividir. El problema es que la denominada “institucionalidad” cruceña se ha dedicado a restar, que es mucho peor y confiar en ellos nuevamente resulta riesgoso. Habrá que convencerse de que ha llegado la hora de inventar algo nuevo, como lo hizo Santa Cruz en los años 50 y se hizo grande.
Fuente: eldia.com.bo