Jorge Martínez y su novia tailandesa tienen una empresa en línea de confección y exportación de prendas de vestir al por mayor que llegan a varios países.
Una idea que nació en ChinaOriundo de La Paz, Martínez estudió Ingeniería de Sistemas en la Escuela Militar de Ingeniería (EMI). Al ingresar a su primer trabajo, después de graduarse, se dio cuenta de que en el contexto paceño los ingenieros de sistemas no llegaban a cargos relevantes más allá de su campo. Esta situación , su motivación por viajar y su interés por los negocios, lo llevaron a buscar becas.Ganó una beca en la Universidad de Ningbo, en China, para realizar una maestría en Administración de Empresas para Negocios Internacionales, que cursó desde el 2011 al 2013. Ahí conoció gente de todo el mundo, entre ellos a su novia.Ambos tenían la idea de hacer una empresa y la madre de Napatsawan estaba en el negocio de la ropa. Por ello, decidieron establecer su negocio de exportaciones en Chiang Mai.Hasta hoy, una de las cosas más difícil para Martínez es el idioma. A pesar de que el idioma oficial es el tailandés, en la zona se habla otro dialecto.Para Martínez, la vida de los tailandeses se desenvuelve entre una profunda espiritualidad y el deseo de obtener dinero; sin embargo, y a diferencia de otras sociedades, están dispuestos a trabajar para obtenerlo.Un paraíso naturalLo primero que observa al despertar es el crepúsculo que considera uno de los patrimonios de Chiang Mai, colmado de colores y matices vibrantes.
A pesar de que su ciudad no está a orillas del mar tiene lagos, cascadas, refugios de elefantes y más de 300 templos para visitar.“Tailandia es un paraíso, a pesar de que ahora hay mucho más turismo que antes aún se siguen encontrando playas vírgenes. Donde vivimos, que es un poco apartado de la ciudad, el lugar tiene un parecido a los Yungas de La Paz”, destaca el empresario.Dice que las personas siempre tienen una sonrisa al tratar con los extranjeros, que no está bien visto tener contacto físico en público y que mucha de su gastronomía es la máxima expresión de lo exótico.“Se come mucho marisco, la comida es muy picante y las ensaladas llevan frutas. En viajes que he realizado a otras localidades he comido escorpiones, gusanos y varios insectos”, recuerda Martínez.Los momentos difíciles están siempre relacionados a la nostalgia que siente por su familia en Bolivia además de la gastronomía nacional. Este mes estuvo durante varias semanas en La Paz y se encargó de comer todo aquello que no encuentra en Tailandia.Actualmente, la empresa tiene 60 empleados en diferentes áreas. El objetivo de la pareja es tener un taller más y establecer una oficina en Bangkok. Para Martínez era importante demostrarse a sí mismo que podía emprender y lo logró, al otro lado del mundo.