YAKARTA, Indonesia — ¿Estás buscando una nueva mascota? ¿Quizá algo un poco más exótico? Para muchos compradores, los reptiles y los anfibios son lo ideal: gecos, varanos, pitones, ranas de árbol, boas, tortugas y muchas otras especies están disponibles en variedades casi interminables, muchas con colores brillantes, algunas sumamente inusuales.
Los reptiles y los anfibios exóticos comenzaron a adquirir popularidad a principios de los noventa en lugares como Estados Unidos, Europa y Japón. De 2004 a 2014, la Unión Europea importó casi 21 millones de estos animales; se calcula que 4,7 millones de hogares en Estados Unidos contaban con al menos un reptil en 2016.
Sin embargo, la popularidad de estos animales ha generado un enorme comercio ilegal, según conservacionistas. Se dice que muchos reptiles vendidos como mascotas han sido criados en cautiverio y las ventas de animales criados así son legales. De hecho, muchos —quizá la mayoría, dependiendo de la especie— fueron capturados en la naturaleza.
“Lo que importa es la escala y es enorme, mucho más grande de lo que cree la gente”, dijo Vincent Nijman, un antropólogo en la Universidad Oxford Brookes en Inglaterra. “La mayoría de los conservacionistas solo se enfocan en las especies carismáticas, pero es probable que este comercio tenga un impacto masivo en ecosistemas y poblaciones de animales menos conocidos”.
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La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), un tratado que tiene como propósito regular el comercio de la vida salvaje y asegurar que no perjudique a las especies, identificó el verano pasado dieciocho ejemplos en los que reptiles y anfibios exportados como si hubieran sido criados en cautiverio probablemente no lo habían sido. Los ejemplos incluyen a tortugas estrelladas de India que son capturadas en Jordania, ranas de árbol con ojos rojos de Nicaragua y varanos de sabana de Ghana y Togo.
“Estos son los casos más cuestionables en los que creemos que algo debe hacerse de manera urgente”, dijo Mathias Loertscher, presidente del comité de animales de la CITES. “Todos son apremiantes”.
Cinco casos enlistados por la CITES involucran a Indonesia más que a cualquier otro país. Según un estudio publicado en la revista Biological Conservation, al menos un 80 por ciento de las más de cinco mil pitones verdes que cada año se exportan de ese país como criadas en cautiverio fueron capturadas ilegalmente en la naturaleza, lo que arrasó con algunas poblaciones isleñas. A los funcionarios ahora les piden pruebas de que ciertos animales que se venden en el extranjero, incluyendo víboras ratoneras y varanos Timor, se crían auténticamente en cautiverio. Si no logran hacerlo, la CITES podría prohibir el comercio internacional de esas especies.
Crianza o naturaleza
Extraer animales de la naturaleza es más barato y fácil que establecer una operación de crianza. Esto es cierto sobre todo para animales de escasa rentabilidad como los gecos Tokay, que se comercian en volúmenes tan grandes que no tendría sentido económico invertir en su crianza.
En general, los campesinos capturan a estos animales en bosques y campos, y luego son vendidos a intermediarios que los entregan a granjas legales de reptiles. Los propietarios de las granjas consiguen documentos gubernamentales que certifican que los animales fueron criados en cautiverio.
En este país y muchos otros, los traficantes más calificados en especies salvajes ilegales jamás necesitan traficar nada. Simplemente solicitan un permiso y después envían a los animales al extranjero.
Una vez que un animal capturado en la naturaleza se exporta con documentos que certifican que fue criado en cautiverio, los funcionarios de países como Estados Unidos no tienen más opción que permitir su entrada.
“La infiltración de traficantes en el comercio legal ha estado sucediendo durante muchos años”, comentó un especialista de alto rango en el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos (FWS), quien pidió que no se le identificara por temor a las represalias de sus supervisores. “Estos animales llegan aquí en cargamentos declarados y no podemos hacer nada al respecto”.
Aunque los agentes aduanales pueden cuestionar la legitimidad de un permiso, tienen pocas probabilidades de tener éxito, dijo el especialista. Los casos requieren de mucho tiempo y son difíciles, y los fiscales no los quieren.
“Los inspectores de la vida salvaje abren una caja y encuentran un montón de tortugas golpeadas con cicatrices que tienen 20 o 30 años, con permisos que dicen que fueron criadas en cautiverio en 2016”, dijo el especialista. “Pero sus supervisores los obligan a ponerles un sello de ‘Aprobado’ en el permiso”.
Un desafío legal
El problema ocurre en gran parte por violaciones a la CITES. El tratado prohíbe el comercio de especies que estén en peligro de extinción a través de fronteras, a menos que sean criadas en cautiverio.
Estas reglas aplican al comercio internacional de mascotas, una fuente importante de ingresos para muchos países en vías de desarrollo. Cada año, los funcionarios de países exportadores emiten cuotas para millones de aves, anfibios, mamíferos pequeños, insectos y corales criados en cautiverio. Muchos son protegidos en sus países de origen y su comercio es dominado por el tratado.
Los reptiles son especialmente populares. A menudo, los coleccionistas tienen una devoción casi fanática por esos animales y están dispuestos a pagar mucho dinero, sobre todo por especímenes raros, dijo Sandra Altherr, cofundadora de Pro Wildlife, un grupo conservacionista sin fines de lucro con sede en Múnich.
Los comerciantes sin ética saben que las serpientes, lagartos y tortugas no son de alta prioridad para los funcionarios aduanales de los países más desarrollados. “Los reptiles tienen sangre fría y no son peludos y al público en general —incluyendo a los políticos— simplemente no les interesan”, dijo Altherr. “Sin embargo, hay vacíos enormes y peligrosos que permiten el comercio abierto de las especies más raras”.
Además, muchas mascotas exóticas vienen de países en vías de desarrollo donde los funcionarios no tienen la experiencia, la motivación o los recursos para verificar que los animales que serán enviados sí fueron criados en cautiverio. Una vez importadas, las mascotas exóticas pueden venderse legalmente o volver a exportarse.
“Quienes están involucrados en el tráfico de vida salvaje conocen los vacíos a la perfección”, dijo Chris Shepherd, director ejecutivo de Monitor, una organización sin fines de lucro que trabaja para reducir el comercio ilegal de vida salvaje. “Saben que las manos de las agencias reguladoras están atadas y saben que el cambio de política a favor de la conservación no sucede de la noche a la mañana”.
Focos rojos
Incluso cuando no puede comprobarse su procedencia, existen señales que indican que los animales fueron capturados en la naturaleza.
Algunas especies vendidas como criadas en cautiverio son notablemente difíciles de reproducir. Por ejemplo, los principales zoológicos en todo el mundo a lo largo de las décadas han logrado criar menos de cincuenta equidnas, unos raros mamíferos que ponen huevos y lucen como erizos. No obstante, en 2016, los funcionarios indonesios permitieron que PT Alam Nusantara, una empresa con sede en Yakarta, exportara 45 equidnas “criadas en cautiverio”.
Muchas veces, según Nijman, las listas con las que países revisan qué animales es probable que sí hayan sido criados en cautiverio parece no tener uniformidad ni lógica, en parte porque se establece mediante una negociación sobre “lo que quieren los comerciantes, lo que los departamentos regionales de silvicultura pueden ofrecer y lo que estaba dentro de los límites aceptables para la autoridad científica”, comentó Nijman.
Los varanos de árbol de Reisinger y los varanos de árbol moteados, por ejemplo, de pronto aparecieron en la lista de exportaciones permitidas de Indonesia en 2015; el año siguiente los quitaron de la lista.
Prama Wirasena, dirigente de crianza en cautiverio en el Ministerio del Medioambiente y Silvicultura en Indonesia, aseguró que la lista de cuota de Indonesia está bien regulada y se basa en datos científicos y en revisiones mensuales de las granjas. “Estamos seguros de que hay ‘lavado’, pero es menos del diez por ciento en total”, dijo Wirasena.
Sin embargo, un estudio reciente sugiere que el número es considerablemente más alto. Los autores hallaron que las cuotas de Indonesia para 99 de las 129 especies se calcularon con base en parámetros biológicamente imposibles.
Wiranto, el director general de conservación de recursos naturales y ecosistemas indonesio, dijo estar al tanto de que “a veces los comerciantes sobornan” a su personal y que espera implementar reformas, entre ellas un sistema de monitoreo más robusto que incluya inspecciones de granjas sin previo aviso, medidas de prevención contra la corrupción e investigaciones conjuntas con países importadores, como Estados Unidos.
“Estamos en el proceso de aprender de los errores del pasado, así que en el futuro no haremos lo mismo”, dijo. “Lo más importante es conservar la vida salvaje en su hábitat”.
Medidas necesarias
El cambio significativo no llegará a menos que quienes violan las reglas queden vetados sistemáticamente, dijo Vanda Felbab-Brown, miembro de alto rango de Brookings Institution y autora de The Extinction Market: Wildlife Trafficking and How to Counter It.
“Al tomar esas medidas, puedes generar competencia entre los granjeros para que elijan mejores prácticas”, comentó. “Quienes se comporten de mejor manera controlarán un mayor porcentaje del mercado y obtendrán ganancias”.
No todos están de acuerdo con que la crianza sin control de reptiles silvestres sea un problema. En ciertos casos, a decir de algunos comerciantes, la colecta de animales silvestres puede ser un impulso para la especie.
Los dragones barbudos, por ejemplo, son uno de los lagartos que más comúnmente se venden en Estados Unidos, donde ahora son criados en cautiverio. Es probable que todos sean descendientes de especímenes traficados en Australia. Se podría decir que las crías han evitado la captura de animales en la naturaleza.
Algunos científicos también afirman que el efecto del comercio de mascotas en muchas especies es insignificante.
“En el contexto de Indonesia, hay muchísimas serpientes y reptiles, y para la mayoría de las especies, el problema del lavado a través de granjas de crianza no dará como resultado impactos negativos en las poblaciones”, dijo Daniel Natusch, un herpetólogo en la Universidad de Sídney.
No obstante, reducir el tráfico de animales capturados en la naturaleza no puede ser responsabilidad solamente de los países en vías de desarrollo. “No podemos solo señalar a Asia y África”, dijo Altherr, de Pro Wildlife, “si somos uno de los principales destinos”.
POR RACHEL NUWERFuente: nytimes.com