Cambio de amo

Los líderes del llamado ‘socialismo del siglo XXI’ llegaron al poder enfrentando a sus naciones contra EEUU, al que sindicaron de ser un “imperio” que impedía la soberana deliberación de los pueblos latinoamericanos y manipulaba a los gobiernos del continente con el propósito de beneficiarse y de bloquear el desarrollo de los demás países. Una vez en el poder, estos líderes, entre ellos Evo Morales, no cumplieron su promesa de librarse de la tutela de potencias extranjeras y conseguir la “segunda independencia” de sus naciones. Siguiendo el mal ejemplo de la Revolución Cubana, que comenzó rompiendo con EEUU a nombre de la soberanía de la isla y terminó por convertirla en un satélite de la URSS, los bolivarianos alimentaron el antinorteamericanismo mientras se entregaban en cuerpo y alma al imperio emergente de nuestra época, el imperio chino.Hoy Venezuela, sumida en una grave crisis por culpa de las políticas chavistas, depende completamente del financiamiento chino.Este financiamiento, que también benefició al resto del ALBA, casi siempre se paga o garantiza con petróleo y otras materias primas. De este modo, China se asegura la provisión de recursos naturales que constituye su gran preocupación estratégica. Además, envía a sus gigantescas empresas estatales al continente. Característicamente, estas inversiones sirven para comprar empresas ya existentes y están orientadas a facilitar la exportación de materias primas latinoamericanas a territorio chino. Otros rasgos de esta inversión son la adquisición de insumos de empresas compatriotas y, en algunos casos, la contratación exclusiva de trabajadores chinos.Esta invasión comenzó en 2009, cuando Pekín desplegó un esfuerzo diplomático para presentar a China como una potencia no intervencionista y una “sociedad de mercado”. Dicho esfuerzo se tradujo en acuerdos comerciales que han incrementado fundamentalmente el comercio entre China y América Latina.En este momento, todos y cada uno de los estados latinoamericanos tienen a China como el primero, el segundo o, máximo, el tercer proveedor de sus importaciones, que sobre todo consisten en bienes industriales. Al mismo tiempo, China solo compra el 10% de las exportaciones latinoamericanas, que en más de la mitad son de cobre, hierro y soya, y provienen de Argentina, Brasil y Chile; por ello, la relación resulta tremendamente deficitaria para Latinoamérica.El comportamiento de los chinos cuando llegan a países gobernados por sus aliados, como Evo Morales, es terrible. No solo arrebatan fuentes laborales a los nacionales, sino que no faltan empresarios que maltratan a los obreros locales. También se han denunciado contratos corruptos y destrozos graves a la flora y fauna, pues estas empresas parecen estar acostumbradas a trabajar sin ninguna sensibilidad ambiental.El Deber