Edilberto Osinaga Rosado
En abril de 2015, Brasil realizó una fuerte devaluación de su moneda, incidiendo en el comercio de una serie de productos bolivianos que los turistas pasaban por la frontera y en pocos días después del suceso, el comercio fue invertido. Esto afecto a la actividad de confecciones bolivianas, con el cierre de una gran cantidad de unidades dedicadas a esta actividad, que ya venían soportando el efecto negativo de la devaluación de la moneda Argentina.
El inició de ingreso masivo de productos a Bolivia, provocó la caída de las ventas nacionales a nivel local, como también a los países vecinos, generando una competencia dura contra la producción nacional, a tal punto de generar el cierre masivo de unidades productivas y por supuesto, causando desempleos.
A finales del año 2017, se evidencia una leve recuperación de las economías vecinas. Parecía un escenario más alentador para la producción agropecuaria nacional, siendo esperanzador que de continuar esta tendencia, podría disiparse la competencia desigual registrada estos años por el ingreso masivo de bienes que ahoga a la producción nacional, por la devaluación de sus monedas y la crisis económica que pasaron Brasil y Argentina. Hoy Argentina vuelve a devaluar, golpeando a nuestra economía, siendo previsible que Brasil continúe por la misma vía. Se torna complicado para nuestro frágil aparato productivo y para los empleos. En los primeros días de la medida, ya se manifestaron algunos grupos de personas de las ciudades fronterizas con Argentina, indicando que sus actividades han disminuido a niveles insostenibles. Para el comercio informal, puede ser mejor que ingresen productos extranjeros a precios cada vez menores a los de la producción nacional, sin embargo, hay que tener claro que no corresponde a una situación normal de los países vecinos, ya que cuando ellos se recuperen y suban sus precios a su nivel de poder adquisitivo, es posible que nosotros tengamos serios problemas de abastecimiento y nuestro desempleo se haya incrementado. Es urgente el fortalecimiento del aparato productivo para que en el mediano plazo tengamos mayor estabilidad y cuando se registren situaciones como la actual, estemos preparados de forma sólida para hacer que los efectos sean cada vez menores y no como en la actualidad, que además de los efectos señalados, el fenómeno rebote implica mayor rezago tecnológico y posterga el mejoramiento de la productividad.Edilberto Osinaga Rosado es docente de la UAGRM
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