La insulina por sí misma no es suficiente para una atención diabética adecuada
En Bolivia hay aproximadamente medio millón de personas con diabetes, según cifras del Sistema Nacional de Información en Salud (SNIS). El 95% padece diabetes Tipo II y el 5 % Tipo I. Las cifras aumentan si contamos a las personas pre-diabéticas. En áreas rurales hay personas que no conocen del tratamiento para esta enfermedad, porque no acuden a los centros de salud debido al costo elevado de la atención médica.Douglas Villarroel, reconocido endocrinólogo cruceño, resume el cuadro que refleja el impacto de la diabetes en el país. “A pesar de estos datos, en Bolivia no hay políticas públicas, estrategias o planes de acción para combatir esta enfermedad crónica. Con excepción de los niños menores de cinco años, embarazadas y adultos mayores de 60 años, que tienen acceso completo a atención médica gratuita, el resto tiene que sobrellevar su enfermedad en un entorno complicado.Según datos del Instituto Nacional de Seguro de Salud (INASES), sólo el 38,8% del total de la población boliviana tiene acceso a cualquier seguro de salud; lo que significa que aproximadamente seis millones de personas no lo tienen y tienen que buscar atención sanitaria en el sector privado, aplicar remedios caseros, contrarrestar el avance de la enfermedad con cambio de hábitos, o simplemente, resignarse.En los hospitales públicos existe un sistema estructurado de tarifas, a los pacientes se les cobra los costos de la atención según su capacidad económica. Las personas con diabetes que tienen seguro médico tienen acceso a insulinas humanas NPH (de acción intermedia) y R (de acción corta), pero no reciben ningún suministro esencial, explica Villarroel, a tiempo de puntualizar que quienes no cuentan con un seguro de salud, tienen dificultades para comprar insulina debido a su elevado costo en el mercado.En cuanto a la selección y uso de medicamentos esenciales para el tratamiento de la diabetes, el Comité de Expertos de la OMS señala que los medicamentos análogos o semejantes a la insulina no presentan una ventaja clínica y económica significativa respecto a la insulina humana recombinante. Villarroel explica que Bolivia está en una fase de transición entre el uso de la insulina humana y los análogos de la insulina, pero la mayoría de las personas que vive con diabetes no puede permitirse el coste de ello o de los dispositivos, como los inyectores de insulina, para medir su azúcar en sangre cada día.Villarroel centra su análisis en las limitaciones del sector público de salud. Además de la insulina, afirma, hacen falta jeringuillas para administrarla y tiras reactivas. Las soluciones propuestas hasta el momento se centran principalmente en la reducción de costes, pero el acceso a la atención diabética es algo más que suministrar medicamentos. “La insulina por sí misma no es suficiente para una atención diabética adecuada. Para mejorar las vidas de las personas con diabetes, el acceso a las necesidades médicas debe ser abordado en paralelo con la creación de un sistema sanitario capaz de gestionar todos los aspectos de la atención diabética”, concluyó.Fuente: Buen vivir