El documental ‘Studio 54’ abre las puertas de la legendaria discoteca neoyorquina


Ian Schrager, cofundador del local, participa en una de las obras más completas que se han filmado sobre el lugar.

Studio 54

Que llevemos más de cuarenta años hablando de una discoteca que duró abierta solamente tres demuestra que no ha habido ya noches como aquellas. En 1980, un concierto de Diana Ross cerró para siempre el mítico Studio 54, alma mater de las superstars de Andy Warhol y coctelera de gente tan distinta como Trump, Mick Jagger o Dalí. Volvería a abrir un año después con otros dueños, pero para entonces el sida y la gentrificación ya habían chapado la noche de Nueva York. La última copa del verdadero Studio 54 se la tomó Stallone el 4 de febrero de 1980, “el final de la Gomorra moderna”.Ahora un documental de Matt Tyrnauer sobre la historia de la discoteca más famosa recupera el espíritu de esas veladas. Lo hace además de primera mano, porque por primera vez Ian Schrager, el mítico cofundador de Studio 54, se ha decidido a compartir sus recuerdos con el público. Su paso por la cárcel y la muerte de su colega en 1989, Steve Rubell, los habían empañado y hasta ahora Schrager prefería no mirar atrás. La hemos visto en cientos de polaroids, pero solo él tiene la llave del Studio 54.

Studio 54

En 1977 Schrager y Rubell compraron el teatro que se convertiría en el Studio 54, llamado así por su cercanía a los estudios de ese número de la cadena CBS. Por 400.000 dólares, lo transformaron en una espectacular sala de baile que cambiaba de aspecto cada noche. Diana Ross, Mick Jagger, Salvador Dalí, Liza Minnelli, Donald Trump, Debbie Harry o Brooke Shields fueron algunas de las estrellas que acudieron a la inauguración, mientras que otros famosos como Cher o Woody Allen no pudieron entrar. Famoso fue el caprichoso y tiránico control que en la puerta ejercía Steve Rubell, prefiriendo dejar entrar a “hermosos don nadies” antes que a la pomada de Hollywood y Nueva York. Otro famoso que se dice que se quedó fuera fue el mismísimo Sinatra.Pese a su éxito, las luces del Studio 54 no tardaron en encenderse. Los dos socios habían estado falseando sus cuentas y en 1980 fueron condenados a tres años y medio de prisión, aunque eso no impidió que dieran una última fiesta con actuaciones de Diana Ross. “Era una de esas cosas que se esperaba de nosotros”, contaba hacía unos días Schrager en la edición británica de Vogue. “No me lo pasé demasiado bien esa noche. Esuve todo el rato con una amiga y ella no dejaba de llorar. ¡Era ridículo! ¿Qué estábamos celebrando? Era como el último aliento del monstruo de Frankenstein.”

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Los amos de la escena: Halston, con su amiga y musa Bianca Jagger, en la fiesta de Nochevieja que celebró Studio 54 en 1978.

Sobre el legado del Studio 54, el director del documental destaca su cultura democrática. No todo el mundo podía entrar, pero una vez en la pista de baile la diversión era la misma para los VIPS que para los anónimos. “El tipo de gente que realmente frecuentaba el club -un público de lo más excéntrico, muy gay y muchas veces trasgénero- representa el Manhattan que se esfumó”, explica a Vogue Matt Tyrnauer, “en parte por la epidemia del VIH pero también por la manera en la que Nueva York fue evolucionando de una ciudad sórdida y loca a otra rica, limpia y pulida. Lo que espero es que mi película muestre eso. Es difícil de asumir, pero nada dura eternamente”.

Fuente: revistavanityfair.es