Albó, el especialista en los ‘patios traseros’

Una vez que terminó sus estudios de teología y se ordenó sacerdote en la década de los años 60, emprendió un proyecto junto a Lucho Alegre y Paco Santiago de Pablo que fue plasmado en el poblado aymara de Jesús de Machaca, en La Paz.El jesuita Xavier Albó recibió a La Razón para hablar de su obra, su vida y sobre Bolivia. Foto: Fernando CartagenaEl jesuita Xavier Albó recibió a La Razón para hablar de su obra, su vida y sobre Bolivia. Foto: Fernando Cartagena

Habla varios idiomas, incluido el inglés, pero sus favoritos son el quechua y el aymara que le permitieron decodificar el país que halló hace 66 años cuando probó por primera vez el tumbo. “Fue lo primero que comí aquí”, asegura.

Llegó a Bolivia tras cumplir 17 años, el 9 de junio el 1952, en momentos en  los que comenzaban los cambios históricos que promovió el MNR. “El Papa Pio XII encargó a los jesuitas  que mandaran misioneros a todas partes del mundo y yo fui uno de los nombrados”, recuerda el sacerdote sin perder de vista los ejes centrales de su pensamiento.



“Ahora soy especialista en los patios traseros del continente, ya no solo de Bolivia” porque estudió comunidades indígenas y campesinas en varios países de América, Europa y Asia. “Cuando llegó a algún sitio, lo primero que busco es un patio trasero, donde están los indígenas”, manifiesta Albó.

De hecho, cuando arribó a Bolivia la primera región que conoció fue Cochabamba; ha recorrido todas sus provincias y sus campos. Hoy, ya retirado, pasa sus días en la Comunidad Nuestra Señora de la Esperanza, la casa de la Compañía de Jesús que está a pocos pasos de la plaza 14 de Septiembre. Allí habló durante casi dos horas con La Razón.

Pero visitar los “patios traseros” no siempre fue fácil. El jesuita tuvo que aprender el idioma nativo por orden de sus superiores. “Llojsispa punkuta wisk’ay (cierra la puerta al salir) fue la primera frase que aprendí y es algo que siempre olvido, pues hasta ahora, siempre dejo la puerta abierta y la luz prendida”. De hecho, Xavier Albó es uno de los sacerdotes más visitados en la residencia de los jesuitas.

El dulce idioma lo llevó por varios lugares; llegó a Cliza y además de “mejorar” su quechua, aprendió a tomar chicha y “teñir burros”, dice jocosamente, pues a los cliceños “les dicen burrusta tiñita”. (En las comunidades rurales del país, especialmente durante la fiesta de San Juan se tiñen o pintan a los animales de la comunidad para marcar la propiedad o bautizarlos).

Una vez que terminó sus estudios de teología y se ordenó sacerdote en la década de los años 60, emprendió un proyecto junto a Lucho Alegre y Paco Santiago de Pablo que fue plasmado en el poblado aymara de Jesús de Machaca, en La Paz. Así nació, en la década de los años 70, el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca) del que fue director, entre 1971 y 1976.

Fuente: la-razon.com