Andrés MacLean, el coleccionista de vivencias

Andrés Maclean. Es Bolivian Traveler. Cuenta sus estrategias para viajar



Javier Méndez Vedia

Números mínimos de Andrés MacLean: 17.200 seguidores en Instagram, 25 años de edad y más de 40 países recorridos en los cinco continentes. Tiempo más largo viajando: veinte meses. Clave para pasarla bien y ahorrar en la ruta: miles de miradas sinceras, varias sonrisas y administración celosa del dinero. Su recurso para crear contenido novedoso es la fotografía y el nombre con el que se presenta en las redes sociales es The Bolivian Traveler.

No es un peregrino, porque no tiene meta única definida; tampoco un turista, porque vive incomodándose; como todo viajero, hace de la ruta su modo de vida. Esta es la sabiduría acumulada por Andrés en decenas de miles de kilómetros.

La ruta, el ideal

Lo que define a un viajero. Son tres factores: soñar (imaginar un sitio), trazar un objetivo (ponerse fechas) y conectar con la realidad (averiguar en qué países se necesitan visas y empezar a tramitarlas. Algunas pueden costar hasta 180 dólares).

Viajar no es caro. Caro es irse de vacaciones, porque hay que darse gustitos, en cambio, vivir viajando implica sacrificar la comodidad y la privacidad. Es un estilo de vida que prescinde de la regularidad bancaria de un salario.

Las salidas y las comidas. Una cena con una cervecita y un menú más que decente cuesta entre 100 y 140 bolivianos, mientras que comer en casa puede costar menos de 30. No es necesario convertirse durante el viaje en un dumpster diving o buscador en la basura. Consejo: si va a salir, lleve un billete que equivalga a la máxima suma que está dispuesto a gastar. Tres cruces al alcohol, porque es caro en todo el mundo.

Cuenta de ahorro. Hay que abrir una exclusiva para el viaje. Andrés destina un 65% del dinero ganado a esta cuenta. Es necesario saber cuánto dinero se necesita para el mes. Se puede ser estricto, pero no hay que olvidar que el viaje se trata de disfrutar. Si hay que gastar $us 200 en una experiencia como el buceo, está bien. Se trata de mimarse.

Samaipata. El Codo de Los Andes. Una mezcla de ecosistemas y paisajes.

Oficios. Ser un free lancer es lo ideal. Perderse cinco semanas sin preocuparse por reportar nada a un jefe “tiene un valor que va más allá del dinero”.

Auspicios. Andrés suele contactar a empresas para que le provean algunos equipos para su viaje. Por ejemplo, ya necesita una carpa nueva y por tanto, escribe –es un ejemplo– a la firma Grand Trunk para que le dé una carpa y, a cambio, él muestra el producto en sus redes. En alguna ocasión, una empresa le envió casi mil dólares en productos para viaje. Trabaja solo con firmas que le gustan, porque así producirá contenido fotográfico diferente. Por eso hay fotos de El Barista y de Casa Real. Cuando un ruso le dice que su país se identifica con el vodka, un peruano con el pisco y un mexicano con el tequila, él responde que en Bolivia está el chuflay. “Es parte de mi identidad”, dice.

¿Y si se acaba la plata? “Usá tus habilidades”. Le tocó hacer de recepcionista, ejercer la mixología –que le gusta mucho- en bares, elaborar una breve consultoría en marketing, ayudar en mudanzas, atender un hostal y hasta limpiar servicios en albergues. Sabe qué está sintiendo la dependiente que lleva horas parada atendiendo a los huéspedes y también lo que experimentan las personas encargadas de la limpieza, porque estuvo “en los zapatos de ambos”. Todo eso le enseña humildad y a conectar con las personas. Cuando crea mejores conexiones hace mejores fotografías.

Itinerario. Mejor cambiante que errático. Su objetivo era La Habana. Cuando estaba terminando sus semanas en el sudeste asiático, consiguió un vuelo a Madrid por $us 200, luego recorrió países en tren, bus y finalmente –después de estar en varios países de Europa-, desde Praga consiguió otro vuelo por $us 250 hasta La Habana, gracias a los amigos checos que conoció en el viaje. Se hospedó en las amplias casas que tienen algunas personas, a las que les conviene cobrar 20 dólares por noche, lo que incluye el uso de la cocina. Conoció gente que, después de unos minutos de charla, lo invitó al cumpleaños de un primo, otros lo involucraron en bailes que llegaban hasta la calle, con rituales de santería vedados para las fotos. “¿Qué puedo decir de un pueblo, si no veo más que alegría?”.

Estaba a punto de empezar su proyecto fotográfico cuando Fidel Castro murió. País de luto. Adiós a los planes de visitar plantaciones de tabaco. Se fue a Santiago de Cuba y conoció a Juan Eladio, que le contó cómo acompañó a Fidel en los primeros días de la Revolución.

La Habana. No solo de béisbol se vive en Cuba. Estuvo cuando murió Fidel.

La nube, la tierra

Apps útiles. Estar registrado en Couchsurfing es clave para conseguir alojamiento gratuito en casas particulares. Airbnb ayuda a obtener alojamiento y un desayuno por un precio muy inferior al de un hotel, con la ventaja de que se puede conocer cómo vive la gente del lugar (una ventaja ante los impersonales hoteles).

Costumbres. Hay que seguir las que se pueda. En México se abrió recientemente Pujol, el sexto mejor restaurante del planeta. Mientras en el resto del mundo hay que pagar entre $us 300 y 350 por una comida en un restaurante de primera, Pujol cobra 90. Los escandinavos y noruegos se van en masa a Pujol, porque $us 90 es una ganga para ellos. En este caso, seguir la corriente es casi imperativo.

Confianza. En el sudeste asiático vio cómo la gente le devolvía las sonrisas y sintió que le deseaban el bien. “Esa sensación es liberadora”, cuenta. En Indonesia se quedó en un pueblo de paso, así que no tenía otra opción que dormir en el sitio antes de tomar el transporte a la mañana siguiente. Uno de los pasajeros del bus en que iba le ofreció su casa para quedarse a dormir. El hombre instaló una camita para la viajera francesa que lo acompañaba y un colchón en la cocina para Andrés. Era una casa pequeña.

Idioma. Hay que tratar de aprender algunas palabras en el idioma local. Decir ‘mingalaba’ en Burma para saludar, o ‘terima kaseh’ en Malasia para agradecer puede abrir una puerta con los locales. “Si te sentís una buena persona, presentate como buena persona. Mostrá buena energía y sonreí. Mirá a los ojos y decí ‘gracias’. Es parte de la cultura de viaje”, finaliza el ya experto en travesías, con 40 países en su historial.

Wanaka. Este impresionante sitio está en Nueva Zelanda. Se puede escalar y hacer snowboarding.
Yangon. El nombre de esta ciudad de Myanmar significa ‘sin enemigos’.

Fuente: eldeber.com.bo