Antídoto contra el olvido

 Mónica Briançon Messinger
Se trata de una apuesta arriesgada. La Cámara de Comercio y Servicios de Cochabamba ha decidido restaurar un teatro en lugar de demolerlo para transformarlo en un local comercial.

Con una inversión importante y un trabajo de varios meses, regala a la ciudad y al sector artístico un espacio para las artes escénicas, rescatándolo del olvido.

Este teatro fue construido, al igual que la primera sede de la entidad gremial, por el arquitecto Franklin Anaya, más conocido por haber fundado el Instituto Eduardo Laredo, cuna y semillero de reconocidos músicos que han descollado fuera de las  fronteras nacionales.



El espacio lleva por nombre Walter Antezana. Averiguar quién fue y por qué se le puso su nombre no ha sido tarea fácil. Sin embargo hay personas que lo recuerdan. Todas coinciden en señalar que fue un funcionario que trabajó mucho por la institución, fue un hombre correcto y, por sobre todo, un hombre íntegro.

Por lo visto, hace más de 30 años, cuando el directorio de la Cámara tomó la decisión de hacer ese nombramiento, aún se apreciaban esas cualidades personales.

Hoy, a pesar de panoramas muy adversos, renace una esperanza, porque esta restauración es poco común en Cochabamba, donde más bien se sobrevalora al asfalto, al cemento y a los vehículos, antes que a las personas.

Un teatro es magia y rito. Es el espacio que otorga un momento para alejarnos de la cotidianeidad y sumergirnos en un espectáculo musical, visual u oral que nutra al espíritu.

Como dice el actor Pablo Carbonell con el teatro tienes la posibilidad de fantasear y llorar.

Este lugar tiene elementos poco corrientes, en este siglo XXI de vidrio y acero, son cubiertas de madera ondulada en el techo, para favorecer a la acústica, butacas de madera mara y decoración volumétrica típica de los años 50 del siglo XX. Su atmósfera nos transporta a décadas pasadas y es un sitio confortable, donde el espectador podrá entrar a un mundo secreto e imaginativo.

Los artistas podrán usar este espacio donde se hablará de la vida, y se hablará en directo, puesto que es un espacio de comunicación directa, de los pocos que hay, entre el artista y su público.

Por supuesto no sólo servirá para puestas en escena, probablemente los actos de las promociones de los colegios, conferencias, coloquios y charlas, sobre variados temas también se efectuarán allí.

¿Valdrá la pena el riesgo asumido? Será la ciudadanía quien dé la respuesta y, en poco tiempo, haga de éste un espacio apto para la movida cultural.

La autora es magíster en comunicación social y periodista.

Fuente: lostiempos.com